Habla el médico especialista: La contaminación es la causa de cronificación de enfermedades respiratorias

Podemos distinguir dos tipos de efectos sobre la salud, aquellos que tienen lugar justo después de la exposición (o agudos), y aquellos que se van acumulando a lo largo del tiempo (o crónicos).

Entre los primeros encontramos el aumento de la sintomatología respiratoria en los niños cuando aumenta la contaminación, así como el agravamiento de los asmáticos y de los enfermos con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), ya sea por un aumento de los síntomas y la medicación como por un mayor requerimiento de atención médica en urgencias y de ingresos hospitalarios.

Entre los segundos, algunos de los efectos provocados por la contaminación del aire urbano son la disminución del crecimiento prenatal y del desarrollo de la función pulmonar, el aumento de incidencia del asma y el aumento del riesgo de cáncer de pulmón. Otros efectos crónicos son la inflamación de las arterias o aterosclerosis, el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares por trastornos en el ritmo cardíaco o la inflamación sistémica y, sobre todo, la reducción de la esperanza de vida.

Los vehículos a motor son en la actualidad los principales responsables de la deficiente calidad del aire de las ciudades, sobre todo los vehículos que funcionan con combustible diésel, debido a la generación de partículas finas y ultrafinas de características fisicoquímicas altamente tóxicas procedentes de la combustión, pero también del desgaste de los materiales de los vehículos.

Cada disminución de 10 microgramos/m3 en el número de partículas respirables del aire aumenta medio año la esperanza de vida. Este resultado abre la posibilidad de mejorar notablemente la salud de la población urbana con intervenciones ambientales a nuestro alcance, tal como han demostrado acciones recientes realizadas en todas partes. Si tenemos en cuenta que la media de las partículas presentes en el aire de las ciudades del área metropolitana de Barcelona se encuentra alrededor de 40-50 microgramos/m3 y que la OMS recomienda no superar 20 microgramos/m3, entenderemos la magnitud del impacto de este fenómeno en la salud pública.

Las posibilidades de emprender acciones preventivas personales son escasas y, en cualquier caso, consistirían en alejarse tanto como se pueda de las vías altamente transitadas y, sobre todo, escoger vías con pocos vehículos para hacer ejercicio físico. También es posible que una dieta rica en antioxidantes contrarreste en parte los efectos negativos de la contaminación. Pero estas son acciones menores, comparadas con el gran impacto que ejercen las intervenciones ambientales.

En los diferentes ámbitos de nuestra sociedad debería existir mayor interés por los riesgos de la contaminación en la salud y por la necesidad de efectuar intervenciones para controlarla a fin de reducir sus niveles hasta alcanzar los que han conseguido muchas otras ciudades de Europa. III