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La herida curada del río Llobregat
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La herida curada del río Llobregat

Por Joan Carles Valero
jueves 15 de octubre de 2015, 04:19h
Visitar el delta del Llobregat sorprende por su gran diversidad biológica. La parte final del río, con lagunas, humedales, pinedas litorales sobre dunas y playas vírgenes con vegetación única, es una zona de gran valor ecológico que sirve de escala a las aves acuáticas en tránsito entre Europa y África. Su esplendor es el resultado de la protección pública de estas reservas naturales, pero también de que por el Llobregat fluya agua dulce y no contaminada como en el pasado.

Las recientes evidencias científicas de la existencia de agua en Marte han vuelto a pone de actualidad el líquido elemento como origen de la vida. El respeto al agua inspira los ritos religiosos, como el bautismo cristiano o las abluciones hinduistas o islámicas. Fuente de vida, el agua representa el (re)nacimiento, limpia el cuerpo y, por extensión, lo purifica. Cualidades que otorgan al agua un estatus simbólico, incluso sagrado.

Desde el Renacimiento, la naturaleza ha sido sometida a la dominación irracional del hombre y su respeto, relegado a un plano secundario. La teoría de Gaia de que la Tierra es un organismo vivo donde reina la armonía y el equilibro entre todos los seres que la habitan, sean vegetales o animales, renació a través de la conciencia ecológica cuando el informe del Club de Roma advirtió en 1972 de lo inviable que era abusar de los recursos naturales.

Vena del territorio
Y si el agua es el alma de la vida, los ríos son las venas del territorio. La barbarie ecológica que supuso una industrialización sin conciencia convirtió al Llobregat en un río muerto, pero desde finales del siglo pasado ha recuperado en gran medida su paisaje y ha vuelto a ser fuente de vida e identidad para las poblaciones ribereñas. Hasta el punto de que en su Delta protegido se ha producido una explosión de fauna y flora. Ahora somos muchos los que nos acercamos a los parques fluviales en bici o simplemente pasear.

La percepción de que el Llobregat es un río herido por una pretendida mala calidad de sus aguas persiste hoy en día y ha sido básicamente debida a la actividad industrial, minera y los vertidos de aguas residuales urbanas que se producen en su cuenca. Sin embargo, esas afirmaciones «no dejan de ser tópicos e incluso mentiras», según afirma Enrique Morillas, vicepresidente de la sección técnica de Medio Ambiente del Colegio de Químicos de Cataluña y ex jefe del área de gestión y calidad de aguas en Aquatec-Aquaplan, del Grupo Aguas de Barcelona. La mejora de la calidad de sus aguas en las dos últimas décadas ha facilitado la recuperación del espacio natural del delta del Llobregat, de casi mil hectáreas, como una de las reservas protegidas de mayor valor ecológico del país.

Hoy en día es un mosaico de paisajes y biodiversidad, Meca de ornitólogos a la «caza» de fotografías de las aves del norte de Europa que hacen escala en los humedales de esta reserva que se encuentra a medio camino de su migración hacia África.

Además, alberga una de las zonas agrícolas más productivas, el Parc Agrari, a pesar de ser una de las pocas reservas naturales del mundo que se encuentra en medio de un área metropolitana. Por tanto, mayor mérito tiene la recuperación de este espacio natural que está flanqueado por grandes infraestructuras como el puerto (el último tramo del río fue desviado para facilitar su ampliación), el aeropuerto, las líneas ferroviarias, la autopista C-32 y la autovía C-31, pero también rodeado de tres millones de personas. Naturaleza de proximidad, pero con todos los problemas que esa circunstancia acarrea.

Agua dulce
La política de conservación y recuperación ha hecho posible que nidifiquen de nuevo en esta zona especies como la gaviota Andoain, el pato blanco o el charrán menudo. El primer fin de semana de octubre se celebró en esta reserva el Día Mundial de las Aves. El año pasado, 130.000 personas visitaron el delta, la mitad en programas pedagógicos y de sensibilización ambiental. Esta recuperación de fauna y flora también ha sido posible gracias a que en todo el cauce del Llobregat discurre agua dulce.

El químico Morillas afirma que las mediciones de la Agencia Catalana del Agua en este río presenta índices de cloruros inferiores a los 250 miligramos por litro y una conductividad también inferior a los límites. En consecuencia, el experto subraya que «no vale la pena preocuparse por los cloruros y nitratos en el agua potable y sí de los elevados contenidos de sulfatos y nitratos en el agua potable, especialmente graves para los abastecimientos de aguas de pozo con acuíferos afectados».

Otro estudio firmado por Joana Martínez, Irene Jubany y Juan de Pablo sobre la salinidad del Llobregat, concluye igualmente en subrayar la característica dulce de su agua, con una concentración de cloruros y conductividad «por debajo de los límites indicativos establecidos». Esta circunstancia se produce de forma estable desde que se puso en funcionamiento en 1989 el colector de salmueras, atribuyendo la salinidad presente a razones naturales geológicas, puesto que el río atraviesa la denominada cuenta potásica catalana.

Gracias al colector de salmueras, el Llobregat lleva 26 años de buena salud, pero tal y como advierte Morillas, más que la salinidad, lo que debe preocuparnos son los elevados contenidos de sulfatos y nitratos, porque los primeros producen n indeseable efecto laxante, mientras los segundos son más graves, al causar cianosis en los niños.

Vayamos por partes. Confirmada científicamente que la salinidad del Llobregat es la natural, amén de fugas o accidentes, la atención en la cuenca del Llobregat, según la zonificación de la Agencia Catalana del Agua, debe centrarse en la cabecera de la riera Gavarresa y todo el río Anoia, con explotaciones de yesos (sulfato de calcio) en Igualada y Ódena en la comarca del Anoia vecina del Bages. Los efectos de los nitratos son más graves, al producir cianosis en los niños por inhibición de la hemoglobina, y llegar al agua subterránea por aplicación al suelo agrícola de fertilizantes y purines (defecaciones de los cerdos, amoníaco concentrado que se oxida a nitrato). A pesar de todo esto, todavía no se conoce ningún movimiento cívico que se llame “Prou Guix!”, “Montsulfat”, “Montnitrat”, “Prou Purins!” o “Salvem els porcs! III

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