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Por Lluis M Estruch
lunes 17 de octubre de 2016, 17:09h
El ministro Rafael Catalá visitaba este fin de semana, en Sant Boi, las obras del AVE (Sans-Prat) que deberían acabar en 2018 al coste de 270 millones de euros y que aspira a transportar 9 millones de viajeros/año, la obra implicará el desmantelamiento del actual tren de enlace y la construcción de un túnel reforzado que afectará la capa freática.

El acto, bien organizado, no contó con la presencia del alcalde del Prat y la alcaldesa del Sant Boi, el ayuntamiento más afectado y sin compensación alguna; y tuvo, dada la doble condición de Catalá de ministro de Justicia (notario del Reino) y Fomento, un interés extra dada la tensa situación Puigdemont-Rajoy. Así pues, tras la rápida visita a la obra y los comentarios del ingeniero jefe, en una breve conferencia de prensa con el adecuado atril de metacrilato, -en el que Catalá (55 años) vestido de blazer negro, dokers y “Tod’s” de ante, “un señorito de Madrid” arquetípico, abogado del cuerpo de Administradores civiles del Estado-, “tiro pelotas fuera” al ser preguntado sobre el “procés” en clave legalista.

Catalá, con larga experiencia en cargos de segundo nivel, puso el cumplimiento legal ante todo y contó de forma afable, que invitó a Puigdemont a ponerse en su lugar y a entender que éste en Madrid, haría lo mismo que él. Recordó el total de las inversiones en obras públicas en Cataluña: 11.900 millones/euros y que se ha producido en 2016 un aumento del 16% en dicha inversión.

Su jefe de prensa, atendía inquieto el sencillo intercambio de preguntas, hasta que el que suscribe preguntó: Sobre el sacrificio que Sant Boi sufre por tantas obras que cruzan su territorio sin reportarle beneficio directo alguno y la necesidad urgente, de reanudar las obras de la A-2 con la C-32 hoy interrumpidas, tras 20 años de su inicio, por prolijas causas de seguridad vial UE, que no tienen en cuenta que la rotonda Parellada, es “punto negro” y tiene un record de víctimas nacional. Se pidió una mejoría de la iluminación y señalización de los tramos afectados, hoy con gran peligrosidad extra.

Catalá contestó tranquilo que las molestias son un sacrificio inevitable y coloquial, lo comparó con obras que se pudieran hacer en su propia calle en Madrid, -molestas pero necesarias-, se ofreció por dos veces a entrevistarse con el Ayuntamiento para paliar en lo posible los perjuicios. El jefe de Prensa, molesto, giró su mano y dio por acabada la conferencia.

Tras ésta se encaró con el que firma y le recriminó por “habérsela colado” con una pregunta tan sencilla y concreta como la descrita. Los nervios están tensos… y es que Catalá suena como “repetidor” en un futuro gobierno. Los “Audis” negros partieron hacia el aeropuerto y a uno le quedó la reflexión del periodista Valero sobre la creciente importancia de lo local sobre los grandes temas, sino ¿a qué venía una bronca por una pregunta sobre las obras de una autovía…?

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