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Ramón, el lenguaraz

Por Lluis M Estruch
viernes 18 de noviembre de 2016, 09:51h

He contado hasta mil antes de abordar el caso aún abierto del licenciado Ramón Espinar Merino (30 años), político profesional y ahora senador (50.000 euros/año), por su hábil especulación con una vivienda protegida (30.000 euros de plusvalía).

Porque este mozo -de atrevido hablar, deslenguado y faltón, que sobreactúa en todas sus apariciones con sus gestos, muecas y miradas airadas- es un modelo actual para muchos replicantes suyos en Podemos, sin ser el único por supuesto de esta línea (Iglesias, Monedero, Tania Sánchez, Zapata, Rita Mestre e incluso Rufián de ERC son más expresivos que él), que nos agitan asambleas y plenos. Pero sí debemos aminorar su culpa a pesar de que sea un adulto tardío.

Porque en su especulación inmobiliaria, aparece la sombra protectora de su padre: D. Ramón Espinar Gállego (62 años) abogado y político profesional socialista: Alcalde de Leganés (a los 25 años) diputado autonómico, presidente de la Cámara madrileña y consejero de Cultura y Hacienda por tiempo y durante 5 años consejero de la Caja Madrid, hasta llegar a Vicepresidente de Bankia y sentarse a consecuencia de las tarjetas “blak” en el banquillo de acusados por gastos ilegales de 178.000 euros.

Papá Ramón “donó” a su hijo Ramón, 60.000 euros, tal vez de sus “dietas”, para comprar un piso de CC.OO en Alcobendas que nunca habitó y que revendió con beneficio sin más problemas, dado que Papá Ramón concedió tres créditos a la constructora de VPO, teniendo así la posibilidad “discrecional” de enchufar a su hijo en la cooperativa.

¿Sobreprotección paterna? Tal vez pero Ramón hijo con gesto torcido y boca pequeña al ser enjuiciado su padre, hablaba de que “cada palo aguantará su vela” cuando se le requería sobre el desfalco de su progenitor. ¿Desagradecido? Siempre pensé que el senador Ramón Jr. es un mal actor y que sus frases altisonantes y su estilo bronco ocultan a un acomplejado para quien la política profesional con sus privilegios son la herencia iniciática de su padre, un ejemplo de pura casta socialista.

Desconfiemos por ello de los lenguaraces de la política y sus osados decires porque siempre tienden a ocultar los desajustes éticos de su cotidianeidad. Aún así es posible que Ramón Espinar Jr. siga en su primera profesión, como ocurrió con Tania Sánchez, también envuelta en una grave especulación inmobiliaria en Rivas-Vaciamadrid con su padre y hermano militantes comunistas ambos. Todos ellos siguen y ¿seguirán fieles a los errores de sus padres? y es que la sagrada familia prevalece siempre.

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