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Los veraneantes

Por Lluis M Estruch
miércoles 01 de febrero de 2017, 21:51h
Durante un largo período, 1900-1965, en Barcelona se estilaron las vacaciones de proximidad, en las periferias de sus barrios o en pueblos próximos que recibían la visita estacional de las gentes ciudadanas, deseosas de naturaleza y de poner al día, en muchos casos el cobro de rentas y alquileres de su propiedad.

Sant Boi tuvo sus veraneantes ¡cómo no! y estos se agruparon en las calles Raurich y Miquel y más adelante en lo que fue el primer intento de urbanización del Parque de Marianao, a cargo del empresario mallorquín Abdón Bordoy.

El desfile de coches y camionetas que a veces ostentaban los nombres de marcas de los residentes duraba unos días. Era frecuente disponer de criadas y en algún caso de chóferes. Este ritual de trasiego estacional repercutía en el comercio local, aunque la mutua convivencia vecinal era muy escasa. Se podría hablar de mundos paralelos, como las fiestas sociales del Casino de S. Jorge con sus tics clasistas y excluyentes.

Sant Boi, con sus reducidas élites y su amplia base de agricultores, proletarios y menestrales, les recibía con curiosidad y envidia. Los niños locales reñían con los forasteros. Los veraneantes miembros de la clase media acomodada barcelonesa, innovaban en moda y objetos de uso: fueran coches, motos o bicicletas. Los interiores y exteriores de las casas gozaban de un nivel estético y de “confort” muy superior a las viviendas locales.

Había una gran diferencia socioeconómica entre aquellas grandes familias que se reagrupaban en verano en sus dominios y el resto de los sanboyanos. El aumento general de vida de los años 60 atrajo migrantes sureños y una gran y súbita demanda de vivienda; empezando así las transformaciones de caserones veraniegos en feos bloques de pisos.

Eran otros tiempos y las casonas ya cerradas y sin frecuentar fueron desapareciendo hasta restar algunas aisladas en las calles Miquel, Raurich ya citadas y en el Bori; en Marianao se degradó la oferta, perdiéndose la primera intención de hacer allí, una exclusiva y cara urbanización.

Ahora, con el parón hotelero impulsado por Ada Colau, renace el interés por trasladar a la periferia la presión hotelera barcelonesa, ya en el -Baix Llobregat- algunos alcaldes han recogido el guante: L’Hospitalet, Viladecans…

Hoy en Sant Boi el parque hotelero es muy reducido y su extenso territorio, podría asumir un aumento de plazas hoteleras, sin agobios y sin olvidar, su posible reversibilidad: hoy hotel, mañana geriátrico.

Todo parece que aún esta en debate. Nadie discute la importancia del turismo como una poderosa industria del sector servicios: creadora de empleo.
Deseemos un nuevo tipo de “veraneantes” para dinamizar y complementar nuestra delicada economía local. III

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