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Se vacía La Modelo, se llena Brians
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Se vacía La Modelo, se llena Brians

miércoles 05 de julio de 2017, 22:00h
Barcelona ha logrado -en este continuado proceso de expulsar a la periferia lo que no interesa- cerrar la mítica cárcel de La Modelo, que deja un vacío en el corazón del Eixample Esquerre a la espera de definir el nuevo uso del equipamiento.

Un vacío que contrasta con los primeros indicios de masificación que se derivan de Brians, en Sant Esteve Sesrovires, que pasará a ser, con Brians 1, el centro preventivo de referencia de la demarcación de Barcelona.

Según ha denunciado el sindicato de prisiones ACAIP Cataluña, Brians estaría por encima del 90% de la ocupación, casi un 20% más de la media de ocupación estimada por Justicia y que se fijó en un 72,9%, tan solo un 5,5% más que con La Modelo abierta. No estarían siendo suficiente, pues, los 105 efectivos nuevos que el Departamento anunció que incorporaría para Brians 1 y 2, ampliándose la plantilla de 604 a 654 y de 704 a 759, respectivamente. ACAIP desveló, en rueda de prensa, un episodio de premotín en el que los funcionarios se hubieran visto en peligro si hubiera cedido una puerta, que había sido “reventada”.

La situación aún se ha complicado más tras la muerte -por sobredosis- de dos reclusos en un mismo fin de semana. Dos muertes que UGT atribuye, de nuevo, a la “masificación”, en este caso, de Brians 2 debido al cierre de La Modelo. De hecho, ya avanzó, semanas antes, con un comunicado la posibilidad de aumentar estas situaciones de riesgo por “la errática distribución de internos que se estaba haciendo y que comportaba una peligrosa masificación, que acabaría provocando el incremento de situaciones de riesgo y agresiones”. En este sentido, desde el cierre del centro, UGT apunta a ocho incidentes más en el centro.

Problemas de movilidad en Sant Esteve
Brians es la cárcel más grande de Cataluña, con capacidad para 3.494 presos en total: 1.426 en Brians 1 y 2.068 en Brians 2. Es mayor, por si sola, que cualquier otro centro (Quatre Camins tiene 1.594, mientras que Puig Basses, Ponent, Mas d’Enric y Lledoners cuentan con unos mil reclusos cada una). Según fuentes municipales, la mayor preocupación es, en estos momentos, los problemas de movilidad que se pueden generar debido al aumento de visitas que comportará la mayor población de recusa de Brians. Un problema que, según la alcaldesa de la ciudad, Carme Rallo, se solucionaría con las mejoras de la B-224, conocida reivindicación, desde hace años, del municipio. Brians no será, en cualquier caso, el único centro penitenciario que albergará los presos de Barcelona. El objetivo de la ciudad es que, en 2025, no haya reclusos en la capital catalana, que pasarán a estar en la Zona Franca, geográficamente, más cerca del Baix Llobregat y de L’Hospitalet que no de Barcelona.

Esta es la fecha que se ha fijado a un proyecto que ha estado paralizado durante años y con un boquete en una nave, tras inaugurarse, en 2010, unas obras que nunca comenzaron. Ahora, un nuevo acuerdo entre Barcelona y el Consorcio de la Zona Franca ha permitido desbloquear la situación a partir de la permuta de terrenos y cambio de usos.

Barcelona dispondrá de 5.000 metros cuadrados más de superficie para ampliar su zona franca aduanera y de las parcelas para los centros penitenciarios, mientras que el Consorcio ha sido compensado, entre otras cuestiones, con 18 millones de euros. El nuevo equipamiento penitenciario permitirá, con una capacidad de 700 personas, acoger a preventivos y trasladar a las internas (y sus hijos menores de 3 años) que cumplen pena en Wad-ras, que se cerrará. De la misma manera, se trasladará el centro abierto de Trinitat que pasará a estar, también, en Zona Franca, con capacidad para 800 reclusos en régimen de tercer grado. III

Mi experiencia en la cárcel Modelo

Por Manolo Garrido, periodista, colaborador de El Llobregat con la sección radiofónica 'Trozos de Vida, Trozos de Radio'

Amediados de los 80 yo hacía “Ni chicha, ni limoná” un programa los sábados por la noche en Radio Metropol, emisora que emitía desde Sant Ildefons, en Cornellà.

A lo largo de las tres horas que duraba, iba recibiendo llamadas y conversaba con los oyentes sobre cualquier tema que ellos propusiesen, en un tono cercano y espontáneo, como siempre me ha gustado hacer radio.

También daba lectura a las cartas que recibía en el programa. Situémonos a mediados de los 80, la comunicación de los oyentes con la radio era telefónica o por correo postal.

Empecé a recibir cartas de familiares de presos que estaban en la cárcel Modelo. En sus escritos había poesías, mensajes para algún recluso y dedicatorias de canciones. Esas cartas servían para establecer un contacto emocional y sentimental entre los presos y sus familiares. El número de misivas fue aumentando y se recibían también desde el interior de la cárcel, con contenidos similares, en este caso con mensajes de los presos a sus familiares.

Mi satisfacción era absoluta, la radio cumplía uno de sus objetivos fundamentales, acompañar a sus oyentes donde estuviesen y sirviendo de unión y contacto entre ellos.

Al cabo de unas semanas recibimos en la emisora una llamada de la dirección de la cárcel Modelo, me invitaban a tener una reunión con ellos. Realmente me desconcertó esa comunicación de un centro penitenciario. Pero no dudé en acudir a la calle Entenza, 155 de Barcelona al lugar dónde se encontraba una parte de los oyentes del programa. Llegué a la puerta de la cárcel centenaria pregunté por la persona con la que había quedado y accedí a su interior. La sensación fue extraña, notaba un silencio sonoro, un olor intenso a lejía, paredes desconchas pero repintadas….me estremecí al entrar en el recinto carcelario. Estaba impresionado.

La dirección de la Modelo estaba interesada en saber en qué consistía el programa que hacía en Radio Metropol. Sabían que muchos reclusos me escuchaban y estaban pendientes de los mensajes de sus familiares y amigos. Durante casi una hora estuvimos conversando sobre la radio como punto de conexión entre las personas que estaban recluidas y sus familiares. Me felicitaron y me animaron a que continuase dando voz a toda esa comunidad.

Salí de la cárcel Modelo contento, satisfecho del éxito de “Ni chicha, ni limoná” y al mismo tiempo con un sentimiento de melancolía y un punto de tristeza. Sobrecogido pensando cómo serían las celdas donde pasaban su vida una parte de los oyentes a los que me dirigía. A partir de esa visita cada vez que leía una carta, dedicaba una canción, mandaba un saludo tanto a los reclusos como a sus familiares, el sentimiento de complicidad con ellos era más grande. Esas tres horas de radio les acompañaban en su vida estuviesen dónde estuviesen.

Esa fue mi experiencia en la cárcel Modelo. Inolvidable. III

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