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De la turismofobia barcelonesa al “turismofriendly” del Baix
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De la turismofobia barcelonesa al “turismofriendly” del Baix

Por Joan Carles Valero
jueves 06 de julio de 2017, 02:26h
Aunque a su alcaldesa no le guste, Barcelona es y seguirá siendo una ciudad turística. El reto es saber gestionar esta realidad generadora de empleo y riqueza. La turismofobia que crece en Barcelona supone oportunidades para el Baix, comarca turísticamente amigable (friendly) que goza de una oferta desconocida para los visitantes y los propios vecinos.

En su apuesta por el periodismo de proximidad y de servicios, BCN Content Factory ha elaborado para El Llobregat un Especial Estiu al Baix, auténtico vademécum de lo que hacer este verano cerca de casa. Que ustedes lo disfruten online y gratis.

Todo apunta a que Barcelona batirá este verano otro récord turístico a pesar de que diarios como el británico The Independent sitúa a la capital catalana como una de las ocho ciudades que más odian a los turistas. Hay que felicitar al equipo de Ada Colau porque ha logrado criminalizar a los terrícolas que llegan a El Prat deseosos de visitarnos y conseguir alimentar los inconvenientes asociados al éxito turístico de la ciudad hasta el punto de convertirlos en uno de los principales problemas de los barceloneses. Al menos desde el punto de vista de la percepción, porque el principal asunto que preocupa sigue siendo el empleo, que paradójicamente se dinamiza con el turismo, que se mantiene como el primer sector de nuestra economía.

Esa suerte de depresión ciudadana no la padecen los habitantes del Baix Llobregat. Por ejemplo, en L’Hospitalet planean una veintena de hoteles y muchos ciudadanos de nuestro territorio publicitan sus viviendas como alojamientos turísticos, movidos por el incentivo de quintuplicar los ingresos de un alquiler convencional. Algunos ayuntamientos, como el de Esplugues, han modificado la ordenanza de pisos turísticos, mientras Colau libra su particular batalla contra Airbnb, entre otras razones para ocultar su impotencia para resolver el acceso a la vivienda, cuyos precios no cesan de aumentar (también en la comarca), o su incapacidad para zanjar la huelga del Metro.

El verdadero problema del turismo en Barcelona y en cualquier sitio es la convivencia y el uso del espacio público. Hay que recordar a quienes nos visitan que deben comportarse como en sus lugares de procedencia y que acepten y respeten nuestras normas cívicas. Sean turistas o nuevos residentes. Y para lograrlo se requiere pedagogía para señalar, por ejemplo, que hay gente que duerme mientras otros salen de fiesta.

Por eso son saludables iniciativas como los agentes de civismo que patrullan por las calles de L’Hospitalet para recordar a sus vecinos las normas básicas de convivencia.

Descubrir el Baix
Aclarado que el fenómeno de la turismofobia es más político que social y reconociendo que la concentración de los turistas en determinadas zonas crea problemas en la vida cotidiana de sus vecinos, el Baix Llobregat se ha erigido en una clara oferta para lograr una mayor redistribución territorial de los visitantes que llegan atraídos por el imán de Barcelona. Sin embargo, los turistas que se alojan en nuestros municipios se mueven poco por la comarca porque el diseño del transporte público es centralista y no fomenta los traslados entre poblaciones a ambos lados del río, de modo que nuestros turistas duermen aquí pero gastan en Barcelona.

El consorcio turístico del Baix Llobregat ensaya la colaboración público-privada y ha logrado en pocos años que la comarca se sitúe como destino turístico, no solo de sol y playa, sino también gastronómico, de experiencias, familiar y de salud. BCN Content Factory ha elaborado para El Llobregat un especial Estiu al Baix de 300 páginas de acceso gratuito a través de internet, donde los lectores encontrarán todo lo que se puede hacer, comer, comprar, visitar y experimentar en los 31 municipios que integran nuestro territorio. La iniciativa supone reafirmar la apuesta por el periodismo de proximidad y de servicios de la publicación comarcal.

¡Viva el espíritu olímpico!
Cuando en este país dejamos nuestras diferencias a un lado para unirnos en un objetivo común, somos imparables. Hace 25 años lo demostramos al acoger los mejores Juegos Olímpicos de la historia. Aquel espíritu favoreció el consenso entre diferentes y tanto instituciones como particulares logramos trabajar en equipo y conseguimos una matrícula de honor al organizar mejor que nadie el mayor acontecimiento global. Ahora, las ideologias cavan trincheras desde donde se fanatizan los debates al criminalizar al que opina diferente. Lo vemos cada día entre nuestros políticos, en las redes sociales, en los medios de comunicación y entre los vecinos. El espíritu olímpico agoniza.

Hace un cuarto de siglo que Barcelona, L’Hospitalet, Viladecans y Castelldefels destacaron en el mapamundi de los terráqueos. El 25 de julio, a partir de una ceremonia inaugural que fue tan transgresora como fiel reflejo de nuestra idiosincrasia, triunfamos gracias al consenso y al empuje de los voluntarios, ciudadanía orgullosa de mostrarse al mundo en su mejor versión. Y nunca antes el idioma catalán, oficial en los Juegos, tuvo tanta proyección internacional. De aquel éxito son las mieles del turismo actual y de las exportaciones de nuestras empresas.

Pero, lamentablemente, vuelve a confirmarse que el Baix sigue siendo el patio trasero de Barcelona. Para la ocasión de los Juegos del 92 se acicaló la actual T2 del aeropuerto, se construyó la C-32, el canal de Castelldefels y varios estadios de béisbol, pero nos quedamos sin la pata sur de las Rondas, ese vial que debía unir el Cinturón del Litoral con la C-32 a su paso por Sant Boi, resolviendo las comunicaciones en ese punto viario de la comarca. Hace 25 años que esperamos, porque las obras públicas en nuestro territorio van como la canción de Fonsi: despacito.Y hablando de canciones veraniegas, la banda Decibelios, pionera y creadora del movimiento Oi! en España, publicó en 1986 su tercer LP bajo el título “Vacaciones en El Prat”, que incluía el hit “Aquí sí hay playa”. Aquel año, los pratenses de Decibelios lograron con ritmos ska que su tema se convirtiera en canción del verano. Efectivamente, la comarca goza de unas excelentes playas. ¿Hasta cuándo lo permitirá el cambio climático? De momento, disfrutemos de ellas y de la variada oferta de nuestro territorio mientras escuchamos “Súbeme la radio, que esa es mi canción”. Y ojalá “Me enamoré”, como Shakira proclama desde Esplugues. III

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