Hubo un tiempo, ya lejano, en el que el PSC era un referente para el votante progresista en Cataluña y eso se reflejaba en sus resultados en el Baix Llobregat y toda el Área Metropolitana de Barcelona, motivo por el cual toda esta zona era conocida como el cinturón rojo.
Sin embargo, la falta de proyecto y discurso del PSC le hizo abrazar poco a poco el mismo lenguaje y las mismas reivindicaciones que los nacionalistas, hasta resultar indistinguibles. El colofón de esa transformación fue la presidencia de Montilla, el cual fue el primero en encabezar una manifestación como President de la Generalitat (de la que, por cierto, salió a gorrazos) para oponerse a las funciones de otra institución de nuestra democracia como es el Tribunal Constitucional.
Gracias a la sangría de votos que desde entonces ha ido sufriendo el PSC a favor de Cs, parecía que se había corregido bastante. Pero no hay manera, vuelve a las andadas y por sus cálculos electorales a corto plazo, renuncia definitivamente a ser un referente progresista para representar únicamente un catalanismo transversal. No ha dudado en presentarse a las elecciones en coalición con los restos de Unió, el partido nacionalista conservador que ha estado en todos los gobiernos de CiU, desde Jordi Pujol a Artur Mas, y por lo tanto es corresponsable de los recortes, la corrupción del 3% y el mismísimo ‘procés d’independència’. No en balde, Ramon Espadaler, número 3 de las listas del PSC, era, ni más ni menos, el Conseller d’Interior del primer referéndum ilegal del 9N.
Desde Cs creemos que los mismos que nos han llevado hasta esta situación de confrontación, inestabilidad y empobrecimiento, no pueden ser los que nos saquen de ella. Y, aún más importante, no se puede seguir defendiendo las mismas políticas que nos han llevado hasta aquí, no se puede seguir intentando contentar a los separatistas.
Es necesario abrir una nueva etapa que defienda la pluralidad y diversidad de los ciudadanos de Cataluña y, sobre todo, que se centre en el bienestar de todos. III
Si (
No(
