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'Las Hilanderas'
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'Las Hilanderas'

Por Olga Puertas Balcell
jueves 29 de marzo de 2018, 10:23h
Como asistente a la sesión del miércoles en el Parlament, no tuve los problemas de otras ocasiones para acceder. Poca gente, seguridad alerta y ausencia relativa de la prensa a la que, sorprendentemente, restringieron el acceso presencial.

Ya dentro, en tribuna, la primera impresión es que los 135 diputados están muy próximos en sus escaños. Ideal para confraternizar, pero no es el caso por ahora, hasta se dan vecindades antagónicas de antiguos compañeros como la de Maragall e Iceta con fama de “cocineros” de pactos.

El notable aumento de mujeres en todos los partidos es prueba del cumplimiento de la ley de igualdad. Las hay y una con velo. Estamos en un año violeta donde numerosos hitos se han logrado a nivel publicitario.

Empiezan los retóricos discursos de una reunión de carácter simbólico y forzada por el presidente Torrent de precavido legalismo verbal y que ha vuelto a ser por todo ello un acto inoperante en cuanto a elegir un candidato viable que empiece a gobernar tras 5 meses del 155 y 3 meses de las elecciones autonómicas.

Pesaban en el ambiente las violencias callejeras del domingo con la diputada-alcaldesa Madrenas de Gerona arengando cual nueva “Pasionaria” el sitio a la Delegación del Gobierno. Empezando así los incendios de contenedores y la sensación molesta de que el descontrol se extendía. Por suerte aquí su soflama parlamentaria paró por haberse excedido de tiempo, es ridícula la imagen del orador sin voz.

Ahora, yo sentada, notaba todo esto en la tensión ambiental y personal entre estos diputados ya divididos entre dos bandos: unitarios y separatistas con matices los últimos. Muchos se lamentaban hasta la falta de saludo entre ellos. Y se aludían entre ellos. Un mal síntoma.

El nivel profesional, curricular y oratorio ha mejorado en general pero ello no ha servido para alcanzar hoy un acuerdo mínimo tan necesario. Las mociones con el contador ya en marcha para las próximas elecciones han aumentado la división en el bando unionista del que Podemos, vía Domènech e Iceta, -ERC y tal vez JpC-, buscan una apertura e influir en un futuro Gobierno independiente y transversal, hasta ahora un imposible.

Un tanto hastiada, pienso en mi postal favorita comprada en el Prado “Las hilanderas” de Velázquez, un cuadro ambiguo en el que cinco mujeres hilan en sus ruecas, una de ellas Aracne es condenada a hilar eternamente.

Creo que Arrimadas confirma su liderazgo opositor de manera muy clara frente a un Iceta disminuido en su “fantasismo”, junto a su adjunta Eva Granados mucho mejor.

Lorena Roldán es la diputada que ya corrige a un senil Maragall con amable soltura.

Elsa Artadi la presunta candidata tecnócrata es mala oradora y gasta tal vez a sus 42 años un “seguidismo” excesivo e impostado al fugitivo y marrullero Puigdemont. Ella sabrá.

Jessica Albiach valenciana y Marta Ribas ambas de Podemos tienen oficio pero carecen del necesario carisma parlamentario.

Todas ellas son mis “hilanderas” en este mi apretado cuadro parlamentario, bien capaces por sí mismas de llegar a acuerdos y de saludarse sin problemas. Desearía que fuera así en este año lila y de clave feminista; mientras recojo y abandono el hemiciclo, el eterno Ribó (¡14 años de Síndic!) explica confusamente su relato independentista con viajes continuos; el diputado Carrizosa le pregunta por el coste de los mismos.

Yo parto y en la escalera, expulsó de mi cuadro de “Las hilanderas” a Marta Madrenas de JpC y a la diputada Sánchez de la CUP, ellas con sus agresivos discursos, preferirían ser tal vez unas revolucionarias “tricoteuses”: Tricotar entre violencias. A veces la mala política se da la mano con la mala oratoria y el asistente al acto lo nota ya sin cámaras ni filtros, un privilegio ciudadano que recomiendo practicar.

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