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Las 'tumbas' con todo lo que le gustaba al difunto en vida durante la tradicional celebración boliviana de Todos Santos.
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Las 'tumbas' con todo lo que le gustaba al difunto en vida durante la tradicional celebración boliviana de Todos Santos. (Foto: Cedida)

‘Cacharpaya’, el Todos los Santos boliviano

miércoles 31 de octubre de 2018, 19:18h

La nacionalidad boliviana es una de las más presentes en el Baix Llobregat y L'Hospitalet con 8.000 personas en 2017 y su particular celebración de Todos los Santos convive con las tradiciones catalanas como la Castañada

El Baix Llobregat es un lugar donde las tradiciones conviven entre sí, sin importar el origen. La costumbre catalana de comer boniatos, castañas y panellets la noche del 31 de octubre en familia e ir a visitar a los difuntos al cementerio el 1 de noviembre, la realizan personas de diferentes orígenes junto a sus propias tradiciones de Todos los Santos.

Lourdes Callejas Pinto, boliviana originaria de Sucre y afincada en Viladecans –aunque residió más de 10 años en L’Hospitalet-, nos explica como mantienen la celebración de Todos los Santos fuera de su país de origen, incluyendo símbolos de la Castañada como los panellets. La tradición marca que el día 1 de noviembre empiezan las conmemoraciones y el recuerdo a los difuntos y finalizan el día 4 cuando se vuelven a poner la ropa negra, de luto.

Todos Santos: 1 de noviembre

En Catalunya celebramos la Castañada la noche del 31 de octubre y al día siguiente vamos a depositar flores al cementerio a nuestros familiares y amigos fallecidos. Esta última es una tradición que se está perdiendo poco a poco en nuestro territorio, no solo en el Baix Llobregat sino en toda Catalunya y España. En especial, entre los más jóvenes. No obstante, en Bolivia las costumbres siguen muy vigentes aunque Callejas asegura que “las nuevas generaciones, tradiciones como hacer rosquetes para estas fechas no las mantendrán”.

Todos los Santos o Todos Santos, sin el artículo, como le llaman en Bolivia, se inicia el primero de noviembre “armando una tumba” donde se depositan todos los objetos que le gustaban al difunto en vida. “Si le gustaba fumar, ponemos tabaco; si le gustaba comer mote, también se lo ponemos, y así con todos los gustos que tenía en vida esa persona”, explica Callejas. Además, dicha tumba se monta en cada hogar de Bolivia junto a “dulces, panes, rosquetes y muñecos grandes de masa”, estos últimos, los muñecos, se cree que “son el alma del difunto”. Todo ello, junto a una cruz de Cristo, forma el altar para recordar a todas esas personas de la casa que fallecieron, ofreciéndoles durante unas horas todo lo material que les hacía felices en vida.

Sin embargo, esta tumba hay que “tenerla lista” a una hora concreta para que “el alma no maldiga a la familia”. La sucrense nos cuenta que “hay que ponerlo todo antes de las dos del mediodía” porque es cuando “el alma visita la casa”. Según las historias que le contaban a Callejas sus padres y abuelos: “Si el alma ve que no has preparado nada, maldice a toda la familia con pobreza durante generaciones”.

Una vez realizada la ceremonia se abren las puertas de la casa para que entren todas las personas que lo deseen a rezar en la tumba, sean conocidos o no. Tras orar durante unos minutos se les dan masas, rosquetes, comida y bebida. Y así, muchos continúan su ruta venerando a los difuntos casa por casa o yendo a los hogares de conocidos y amigos para rezar por alguien fallecido ese año. “Ponemos en el dintel de la puerta de entrada un cintillo –un lazo- y eso quiere decir que alguien ha muerto allí ese año”, recalca Callejas. El día acaba a las seis de la tarde cuando se cierran las puertas y la tumba pasa al plano más íntimo en el que ya no está permitida la entrada para orar a más personas. El alma tiene cuatro horas para visitar la casa y a sus allegados.

Cementerio: 2 de noviembre

Al día siguiente, la costumbre es visitar el cementerio donde están enterrados los familiares, amigos y conocidos. Una visita más material al lugar donde descansan sus restos. Este día también se llevan al camposanto las comidas, bebidas y, en definitiva, todo lo que le gustaba al difunto para honrarlo de nuevo.

“En el nicho ponemos flores, cadenillas y los chiquitos rezan y cantan canciones como ‘campanillas de belén’”, relata Callejas mientras asegura que los niños “rezan por el pan” que se les ofrece después de orar y cantar. Ese día, igual que el primero los “dolientes” van de negro porque este día, el 2 de noviembre, es cuando “la gente empieza a caminar por las casas”. El luto se mantiene.

‘Cacharpaya’, día grande: 3 de noviembre

La ‘Cacharpaya’ o alma cacharpaya, significa en quechua despedir o despedirse y es el último día de los festejos de Todos Santos. En Bolivia, lo habitual es que para despedir el alma se comience a rezar mientras “un hombre se disfraza de padre –sacerdote- y otro del difunto”, este último tiene que realizar los mismos gestos que la persona fallecida, lo tiene que imitar. Es una forma de recordarlo por cómo era y cómo actuaba, un recuerdo que muchas veces es el que más rápido se desvanece.

Mientras los dos hombres están disfrazados, según explica Callejas, se colocan flores en la tumba que han montado en casa y las comidas que se habían ofrecido al difunto “se reparten a todas las personas que vengan, no solo a la familia, la casa está abierta para todos”. Al acabar las bendiciones del falso padre y las imitaciones del fallecido, todo lo que ha sobrado de comida, las flores, la ropa y las bebidas son quemadas en el jardín o en la calle junto a la residencia. Cuando todo ha ardido vuelven al domicilio con música y bailando. “Al llegar de nuevo a la casa, nos quitamos la ropa negra para estar alegres bailando y bebiendo”, asevera la sucrense para explicar que al día siguiente, el día 4, vuelven a “estar de luto y vestir de negro”.

Los tres días de la tradicional conmemoración a los muertos finalizan el 4 de noviembre en Bolivia. Aunque la sucrense asegura que aquí no celebran todos los días como en su país, hacen la gran celebración un único día: el 1 de noviembre. Estos festejos del otro lado del Atlántico se unen a los que tenemos aquí creando una celebración cada vez más cosmopolita y enriqueciendo la cultura y celebraciones del Baix Llobregat.

‘Cacharpaya’, el Todos los Santos boliviano
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