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Iba a confesar… ¡Y empezó confesándose él!

Por Mossèn Xavier Sobrevía
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h

El papa Francisco se confesó delante todos, el 28 de marzo, cuando se celebró la jornada “24 horas con el Señor”. Era el día de la “fiesta del perdón”, un acto novedoso que organizaba el Consejo para la Nueva Evangelización del Vaticano.

 Durante 24h. algunas iglesias de Roma, y otras de todo el mundo, estarían abiertas para que la gente pudiera a confesarse.

Era por la tarde, después de la ceremonia en la basílica de San Pedro. El Papa había animado a salir al encuentro de los otros y que “podrán comunicar la alegría de recibir el perdón del Padre y de volver a encontrar la amistad plena con Él. Y díganles que nuestro Padre nos espera, nuestro Padre nos perdona, y es más: ¡Hace fiesta! Si tú vienes con toda tu vida, con tantos pecados, Él en lugar de reprocharte, hace fiesta”.

Estaba previsto que, al final de la ceremonia, el Papa confesara a un grupo de feligreses, pero la sorpresa se generó cuando él Pontífice esquivó el confesionario que tenía asignado y se dirigió al sacerdote más cercano, ante quien se arrodilló para confesarse. (Puede verse en: http://www.youtube.com/watch?v=TzeRygPYPAo)

El domingo siguiente, al rezar el Ángelus, recordó que el Evangelio explica como un ciego es curado por Jesús. Francisco aseguró que el Señor nos espera siempre, para hacernos ver mejor y darnos más luz, y perdonar nuestros pecados. El Señor nos espera siempre para perdonarnos.

Ya el 20 de noviembre había explicado algo personal: “El Papa se confiesa cada quince días, porque el Papa también es un pecador.” Expuso que “el confesor escucha lo que le digo, me aconseja y me perdona. Todos necesitamos ese perdón”. También dijo que «el protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo. ¡Es él el protagonista! En su primera aparición a los Apóstoles en el Cenáculo, Jesús resucitado hizo el gesto de soplar sobre ellos diciendo: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan (Jn 20:22 -23). Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. ¿Pero cómo es esto? Porque es un poco difícil entender como un hombre puede perdonar los pecados. Jesús da el poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves: para abrir, cerrar, para perdonar. Dios perdona a cada hombre en su misericordia soberana, pero Él mismo quiso que los que pertenezcan a Cristo y a su Iglesia, reciban el perdón a través de los ministros de la Comunidad».

Hace poco, en la catequesis del 19 de febrero, había explicado el sacramento de la Confesión (reconciliación o penitencia). En esa ocasión decía: “Quisiera preguntarle, pero no responda en voz alta ¿eh?, responda en su corazón: ¿cuándo fue la última vez que se confesó? ¿Dos días, dos semanas, dos años, veinte años, cuarenta años? Cada uno haga la cuenta, y cada uno se diga a sí mismo: ¿cuándo ha sido la última vez que yo me he confesado? Y si ha pasado mucho tiempo, ¡no pierda ni un día más! Vaya hacia delante, que el sacerdote será bueno. Está Jesús, allí, ¿eh? Y Jesús es más bueno que los curas, y Jesús te recibe. Te recibe con tanto amor. Sea valiente, y adelante con la Confesión».

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