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Retos de la Unión Europea

Por Fernando Martín
miércoles 17 de septiembre de 2014, 01:57h
Tras cinco años de crisis económica que han cuestionado la fortaleza del euro, el objetivo de la Unión Europea para los próximos años se centra en el crecimiento y el empleo.
El auge de partidos antieuropeos, populistas o radicales en las pasadas elecciones europeas dispararon todas las alarmas. En ese sentido, la legitimidad de la Unión se fundamenta en sus resultados concretos, en definitiva, en más bienestar y empleo para los europeos.

Resulta evidente apreciar las debilidades estructurales de la Unión, por ello se requiere desarrollar una lista de prioridades estratégicas, con el apoyo de los líderes de la UE.

Como problemas fundamentales que requieren un abordaje inmediato se posicionan el desempleo, la dependencia energética europea, la amenaza del cambio climático y la extensión de los radicalismos en el mundo.

Además, el flujo imparable de inmigrantes irregulares en las zonas fronterizas refleja la ausencia de una política migratoria común. Asimismo, el envejecimiento de la población europea cuestiona la sostenibilidad del Estado del Bienestar.

A las tareas pendientes antes referidas se suman otras prioridades como mejorar la financiación de la economía real, principalmente destinada a las pequeñas y medianas empresas, con la ansiada unión económica y monetaria.

Las encuestas coinciden en señalar el descontento de los ciudadanos respecto a la eficacia del funcionamiento de las Instituciones Europeas, las consideran más como un obstáculo para la recuperación que como un motor de prosperidad.

En ese sentido, a un grupo de países favorables a disminuir la excesiva regulación comunitaria, se suman otros, como Reino Unido, que exigen la devolución de competencias.
Se precisa, por tanto, más integración y unidad. Integración sobre todo en la unión económica y monetaria, además de la unión bancaria.

En el campo digital, la UE sufre las consecuencias de no ser un verdadero mercado común de las telecomunicaciones, con el lastre de la falta de inversión en banda ancha y tecnología.

En cuanto al sector energético, las tensiones con Rusia por la crisis de Ucrania han puesto de manifiesto la necesidad de una política energética europea común.

Otra crisis, la sufrida por las avalanchas en Melilla, las costas de Italia o Malta, o en Grecia, urgen a consensuar una política migratoria europea. En todos los puntos citados coinciden la mayoría de los Estados miembros, reconociendo la importancia de una integración política más sólida. No obstante, dicha apreciación no se materializa en medidas concretas y eficaces.

En paralelo con las tareas pendientes de acometer, figuran otras como el acuerdo de libre comercio con EE.UU., lo cual representaría unos beneficios anuales a cada familia europea estimados aproximadamente en 545 €.

El mapa de ruta debe apostar por un mercado europeo más fuerte, incrementando las inversiones en I+D y en educación, con un marco legislativo que favorezca la innovación y el desarrollo de una economía sostenible.
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