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Entrevista a Cristina Manresa, comisaria de la Región Policial Metropolitana Sur de Mossos d'Esquadra

“Es ilógico que los alcaldes se quejen de los clubes cannábicos que ellos han autorizado”
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“Es ilógico que los alcaldes se quejen de los clubes cannábicos que ellos han autorizado”

martes 21 de octubre de 2014, 22:05h
Manresa es la primera mujer en llegar a este cargo de comisaria-jefe de una de las Regiones Policiales de Mossos d’Esquadra
“Es ilógico que los alcaldes se quejen de los clubes cannábicos que ellos han autorizado”
-¿Cuál es su valoración de la seguridad del Baix Llobregat y L’Hospitalet?
-El Baix Llobregat y L’Hospitalet es una zona muy tranquila. Ahora estamos mejor que nunca con los datos de los últimos años. Estamos a menos seis puntos porcentuales en delitos respecto el año pasado.

-¿Qué tipo de delito les preocupa más?
-Los robos violentos en la calle. Crean, además, mucha alarma social. Hace unos veranos hubo muchas ‘cadenetas’ (tirones sobre todo a gente mayor), hemos hecho mucha incidencia también en los robos a la salida de los bancos: seguían a personas mayores para robarles después de sacar dinero. Ahora, con mayor presencia policial en las calles estamos bajando las estadísticas en estos casos, pero quedan otros más escondidos como los que se dan en pisos.

-¿Cómo se han gestionado los desahucios? ¿Ha habido compañeros que se han negado o que hayan pedido que fuera algún otro compañero?
-Uy, si pudiéramos hacer eso, no iría nadie… Claro, nos posicionaríamos del lado de los desahuciados y de los que están protestando. Hemos trabajado de manera muy preventiva. Con la PAH tenemos contacto y hemos mantenido muchas reuniones. Hacemos un servicio de mediación y trabajamos de manera muy preventiva. En la RPMS no ha habido, que yo recuerde, ningún desahucio que haya terminado con el uso de la fuerza policial. Lo intentamos gestionar con la mayor calma, aunque a veces el titular del banco te exija que la gente salga. Para mí es uno de los temas humanos más desagradables, pero tenemos una orden judicial que tenemos que ejecutar. Es triste y complicado.

-¿Cuáles son las peculiaridades de la comarca?
-Es muy heterogénea. Tenemos el ‘front marítim’; tenemos un aeropuerto, que marca mucho la comarca con un gran volumen de pasajeros; tenemos una red industrial con grandes empresas que, como la SEAT, pueden vivir episodios de conflictividad laboral aunque ahora está tranquila la cosa; tenemos la Fira de Barcelona en L’Hospitalet, con el Mobile World Congress, que requiere mucho trabajo a nivel regional; el Estadio del Espanyol, que ya ha empezado la temporada; trabajamos conjuntamente con los pageses del Parc Agrari, una zona que marca mucho en la comarca... El Baix Llobregat es muy complejo y, como decía, heterogéneo.

Eso sí, los compañeros que vienen a la Región Sur, vienen a quedarse. Creo que es una cosa del Baix Llobregat: muchos Mossos trabajan y viven en la localidad donde tienen la comisaría o en sus alrededores. Eso lo valoro de manera muy positiva, porque los agentes que tenemos conocen muy bien la conflictividad y el territorio a nivel local.

-Con el aeropuerto y el puerto al lado, ¿es el Baix Llobregat una importante puerta de entrada de la droga?
-Es un tema que trata Guardia Civil, no te podría aportar muchos datos. Yo creo que no, pero al final la droga entra por muchos sitios. En el aeropuerto nos encargamos de la zona tierra, en donde solo se dan, prácticamente, hurtos. No tenemos mucha conflictividad y, además, está todo muy controlado con un sistema de cámaras impresionante.

-¿Cómo se puede evitar el consumo de drogas en jóvenes de 13 años, tal y como denuncian las AMPAS?
-Trabajamos mucho a nivel preventivo con charlas sobre drogas blandas. Tráfico y consumo de cocaína a estas edades, en los institutos, no hay. Luego, patrullamos a diferentes horas (entrada, salida, patio) y nos reunimos mucho con los directores. Por último, la gente de investigación criminal que, de paisano, identifica los casos. Sí que es cierto que ha aumentado el consumo y con la moda de los clubes cannábicos que, cada vez va a más, noto la preocupación en las Juntas de Seguridad con los gobiernos municipales.

-¿Se pueden controlar?
-No dando licencias. Es una incongruencia que se quejen y que, por otra parte, den licencias.

-¿Ciudades grandes como Sant Boi o L’Hospitalet son realmente cunas de las bandas latinas o hace mucho lo mediático?
-Es por efecto mediático y me sabe muy mal porque siempre criminalizamos poblaciones como éstas. Y no es siempre así, lo que llama mucho la atención. Hace poco, cuatro detenidos por robo violento y un periodista, como era de L’Hospitalet, ya me preguntaba: ¿Son de bandas? Pues no, son cuatro delincuentes y de aquí. No tenemos que criminalizar ni a la gente de L’Hospitalet ni a la gente que pertenece a alguna banda; no todos son delincuentes. Es verdad, en este sentido, que ha habido detenciones importantes.

-En los últimos años, Mossos ha estado en el centro de la atención mediática, seguramente, por actuaciones desafortunadas. ¿Se ha creado un estereotipo negativo del cuerpo?
-No te lo podría contestar, tendríamos que preguntar al ciudadano. Creo que no, lo que pasa –y lo entiendo- que los medios de comunicación solo se hacen eco de las noticias negativas. Si no hay robo no hay noticia, sobre todo, a nivel generalista. De noticias positivas pocas salen, por eso sí que me gusta trabajar con medios locales. En estos casos, sí explicáis tanto las noticias negativas como la parte más relacional y la tarea más de proximidad de la policía.

-¿Cuenta con una ratio suficiente de efectivos?
-Sí. A nivel regional contamos con 10 comisarías y luego tres más pequeñas de distrito. Tenemos los suficientes, porque también trabajamos con los servicios regionales como los ARRO (Áreas Regionales de Recursos Operativos), una especie de antidisturbios muy polivalentes que permiten cubrir grandes eventos y servir de refuerzo en determinados momentos. Por otra parte, somos una región con una gran complicidad con las policías locales. Trabajamos conjuntamente, hacemos reuniones conjuntas y sumamos esfuerzos entre ambos cuerpos.

-¿Con el resto de cuerpos es buena la relación o manda más lo político?
-Lo político manda en lo político pero a nivel operativo con la Policía Nacional trabajamos mucho en extranjería y igual con la Guardia Civil en temas de investigación criminal.

-Cuando se asciende en cargos de responsabilidad, es común hablar del ‘síndrome Moncloa’, medir la realidad a través de datos y estadísticas. A nivel personal, ¿le ocurre?
-Encuentro mucho en falta –que me dan ganas de llorar a veces y todo- el contacto con los ciudadanos. A mí me apasionaba: la gestión con el ciudadano, estar en las reuniones y entre todos solucionar alguna problemática. Yo me considero una policía de proximidad; la gestión me aburre más. Por eso intento, siempre que puedo, ir a las comisarías, reunirme con la gente, ir a las Juntas de Seguridad… Creo en esta Policía de proximidad que permita la representación ciudadana en las mesas de los operativos: nosotros, los representantes políticos y la ciudadanía. Es el futuro.

-¿Tiene que ver que sea licenciada en Historia del Arte, del campo de las Humanidades, además de criminóloga?
-Lo que está claro es que la Policía tiene que ser más humana y generar esta dinámica de mayor contacto con el ciudadano, más allá de las relaciones oficiales. Por debajo, hay otras inquietudes y nuestra obligación es llegar a todo el mundo. También es cierto que la gente está muy crispada y, a veces, nos vemos resolviendo casos que no deberían ser policiales, sino comunitarios.

-Usted es la primera mujer que ha llegado a este rango, lo negativo es que sigue siendo noticia.
-Eso dijo mi padre que tiene 79 años. El día que deje de ser noticia, será que la situación está normalizada. Falta mucho camino por recorrer a nivel de cargos policiales. Y eso que, en los Mossos, llegamos al 20% de mujeres en el cuerpo. Ahora tenemos que estar también en lugares de decisión. Al principio sí que estaba más cohibida porque era la única entre 30 y 40 mandos. Con el tiempo, en cambio, he ganado más seguridad y he podido demostrar, con datos objetivos, de que mi método da sus resultados. Matizar que los liderazgos son personales, ni de hombres ni de mujeres, pero sí creo que las mujeres tenemos tendencia a liderar haciendo más equipo: situarnos en el centro y ser una más del grupo por muy jerarquizada que sea la estructura. Es positivo para todos y la información fluye mejor.

-¿Qué le hizo, hace ya 25 años, entrar en el cuerpo?
-Era una persona muy vinculada al deporte, con muchas inquietudes. Cuando acabé la carrera, a pesar de ser una licenciatura preciosa, no había muchos historiadores que se ganaran bien la vida: los sueldos eran ínfimos. Entonces, conocí a un grupo que se presentaba (a las oposiciones) y siempre digo que no era una gran vocación, pero fui también. De hecho, siempre bromeo cuando me preguntan si quería ser policía. Yo de pequeña quería ser bailarina; y mira. Luego, sí que es cierto que es un trabajo que engancha mucho; el hecho de solucionar problemas a la gente es muy gratificante.

-¿Cómo sería la sociedad catalana, en este caso, sin Mossos?
-Sin Policía, sería una sociedad ideal. Por desgracia, no puede ser. Pero para mí una sociedad ideal sería esa, en la que nosotros pudiéramos intervenir mínimamente. En Gracia, por ejemplo, les decía: tenéis el grupo con orden, me aseguráis que va a ser una manifestación pacífica, si es así retiro la fuerza policial, porque nosotros estamos, al final, para proteger. Y lo conseguimos muchas veces. Pero, en fin, una sociedad sin policía parece ahora impensable. De hecho, todo el mundo conoce a un ‘mosso’.

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