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Ceguera Ética - Una enfermedad contagiosa

Por Mireia Ferré, Abogado

miércoles 29 de octubre de 2014, 09:36h
Corrupción
El goteo de escándalos corporativos en España, se hace insoportable. Intento entender qué ha llevado a tantísimas personas a romper las reglas del juego. Encontrar una explicación a por qué personas, que en la pirámide de Maslow, estarían rozando la cúspide, ponen en riesgo su libertad y su honor, por cuentas en Suiza con ingentes sumas de dinero, que no podrán llegar a gastar en una sola vida.
Ocurre por igual, entre hombres y mujeres, con independencia de sus sueldos, de su edad, de su profesión o de sus estudios. El único denominador común, es que se da entre personas responsables de toma de decisiones. Decisiones públicas o privadas.

¿Qué ha fallado?
Tenemos un marco legal, con un Código Penal que prohíbe expresamente la corrupción, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado, aplicable a particulares y a personas jurídicas. La ley es clara al respecto, no hay lugar para la interpretación. Por otro lado, además, la mayoría de empresas que se han visto envueltas en escándalos de corrupción, añaden mecanismos de control para la prevención de delitos, con sistemas de compliance. En el caso más reciente, la empresa Cofely, dispone de un Código Ético, una Guía de Prácticas Éticas, un Comité de Ética y Cumplimiento, un Responsable de Ética del grupo, un Responsable de Ética de cada una de las empresas del grupo, Formación en Ética a sus trabajadores, una revista trimestral de Ética, una web dedicada exclusivamente a la Ética, y un correo electrónico de denuncia de incumplimientos éticos. Más que suficiente.

Sin atisbos de Whistle-blowers
¿Cuánta gente ha sido conocedora, y por lo tanto, cómplice de los actos de corrupción? ¿Todos ellos se beneficiaban de la corrupción? ¿Por qué nadie hizo sonar las alarmas?

Decisiones racionales
Intento pensar cómo yo llegaría a la decisión de implicarme en un acto de corrupción. Hago un cálculo racional de las ventajas y los riesgos que me supondría incumplir las normas. Fácil, coste-beneficio, cuánto puedo ganar y cuál es el riesgo de ser condenada a privación de libertad. En el mejor de los casos, aunque la justicia esté de mi parte, y por aquellas carambolas de la vida, no me condenaran, o si me condenaran, por aquellas carambolas de la vida, ya fuera muy mayor o estuviera muy enferma, y acabara no cumpliendo condena, la losa de la mirada reprobadora de mis padres, mis familiares, mis amigos y mis vecinos, sería mi peor condena. Racionalmente, el riesgo es alto, por lo que debería haber muy pocos casos de corrupción. Pero la realidad se empeña en poner en jaque a la razón.

¿Por qué tantas personas arriesgan?
Muchos de los implicados en las tarjetas opacas de Caja Madrid, consideraban su uso “normal” y nadie se planteó que eso podía ser constitutivo de delito, o cuando menos inmoral, ante una entidad bancaria en apuros que tuvo que ser rescatada por el estado, es decir, por todos nosotros. ¿Hicieron todos ellos el cálculo de coste-beneficio? Al estallar el escándalo, algunos se han apresurado en devolver el dinero, otros en decir que no sabían, otros en decir que era normal. Normal, si, normal. A lo largo de los años, se han hecho multitud de experimentos, en los que se intentaba explicar el inexplicable comportamiento humano en determinados casos, en que cualquiera de nosotros, sentados ante nuestro pantalla de ordenador, nos opondríamos rotundamente. Milgram o Zimbardo, querían averiguar por qué una persona “normal”, sin estar su vida o la de los suyos, en juego, es capaz de aplicar descargas eléctricas a otra persona, sólo por cumplir órdenes; o afirmar que dos líneas de distinta longitud eran iguales, siendo claramente distintas, sólo porque las personas que les habían precedido así lo habían afirmado. En un mundo ideal, basaríamos las decisiones en la razón, pero la razón no puede explicar estos comportamientos.

Decisiones inconscientes
En muchos casos, pues, la toma de decisiones no éticas, es menos racional de lo que pensamos. Es más intuitiva y más automática. Muchas de las personas que han incumplido las normas, se ven sorprendidas y trastornadas por su propio comportamiento, cuando estalla el escándalo. Mientras lo estaban haciendo, eran incapaces de ver la ilegalidad o la inmoralidad, ni siquiera que podía estar perjudicando a alguien. Eran incapaces de ver la dimensión ética de la decisión en juego.

Contextos que ganan a la razón
Muchas de las decisiones contrarias a la ética, tienen pues, menos que ver con la persona que toma la decisión y más que ver con el contexto en el que toman la decisión. Los contextos pueden ser más fuertes que la razón, más fuertes que los valores y más fuertes que las buenas intenciones.

El peligro del zoom
¿Quién de nosotros no ha intentado hacer un zoom de 10x, para conseguir que la playa con millones de bañistas acabe pareciendo una playa paradisíaca? Construimos nuestra realidad. La realidad es cómo la percibimos, lo que vemos, es nuestra interpretación. Exactamente lo mismo ocurre al enfocar toda nuestra atención en un único punto. Creamos estructuras mentales, que utilizamos para navegar en la complejidad de nuestro mundo, para simplificarlo, limitando lo que vemos y ocultando lo que no vemos. Perdemos gran parte de la información, ya que el encuadre es demasiado pequeño. Una decisión poco ética, patológica e ilógica, como serían las tomadas por cualquiera de los actores de los múltiples casos de corrupción, podría ser percibida como racional, ética y completamente normal, si observáramos tan sólo la parte de la realidad que nos muestra el zoom.

Ceguera Ética
La Ceguera Ética es pues, un estado temporal e inconsciente, en que la persona que debe tomar una decisión, es incapaz de ver la dimensión ética. 1.- Corte de suministro de valores: Las personas se desvían de sus propias normas y principios, ya que al tomar la decisión, no pueden acceder a esos valores. 2.- Temporal: Está ligada al contexto, y por lo tanto, es un estado temporal. Cuando la situación cambia, las personas probablemente pueden volver a la práctica de sus valores y principios originales. 3.- Inconsciente: Los personas no son conscientes de desviarse de las reglas del juego al tomar una decisión.

Los corruptos son gente como usted y como yo
Hay buenas personas que hacen, inconscientemente, cosas malas. Padecen de Ceguera Ética, provocada por las presiones contextuales, que imponen al responsable de la toma de decisiones, un marco demasiado estrecho de la percepción del mundo. No vamos a compadecerles, ni a desculpabilizarles. Pero los casos de corrupción sí deberían ayudarnos a detectar qué ha ido mal, para prevenir esta lacra, que está destruyendo las bases de nuestra Democracia.

La buena noticia: Existen remedios contra la Ceguera Ética
En mi próximo artículo escribiré sobre qué podemos hacer para que en las organizaciones no se desarrollen los fuertes contextos que llevan a sus trabajadores a incumplir las normas.
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