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Ciudadanos del presente

jueves 11 de diciembre de 2014, 22:09h
Dibujamos el mundo de los niños con mirada de adultos. Lo hacemos de forma inconsciente, pero si seguimos per este camino podemos acabar hablando mucho de la infancia pero seremos poco eficaces a la hora de atender sus necesidades.
No se trata de autoinculparse por una estrategia errónea, sino de corregir el rumbo desde una perspectiva mucho más realista. Nos conviene asumir que los niños y los adolescentes son ciudadanos del presente, con plenitud de derechos. Debemos escucharles, colocarlos en el centro del debate, lejos de posiciones paternalistas que en la práctica menoscaban su capacidad de interpretar la realidad.

Escribo estas líneas, coincidiendo con el 25 aniversario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del niño. Sobre la mesa tengo la resolución final de un debate, auspiciado por el Síndic de Greuges de Catalunya, con un título extremadamente sugerente: “Desmuntem mites que vulneren drets”.

Esbozo algunas conclusiones. Primera. Los poderes públicos y la sociedad deben cambiar la cultura de relación con los niños e integrar la garantía del derecho a ser escuchados como elemento imprescindible a la hora de respetar sus derechos y a participar en las decisiones que les afectan. Y añado: las administraciones públicas deberían arbitrar los mecanismos necesarios para que el ejercicio de este derecho sea viable.

Segunda conclusión. La mejor manera de abordar la pobreza infantil es ofreciendo apoyo a los progenitores para que a través de los adultos los niños accedan al bienestar. De la misma manera que un buen entorno familiar, estable, equilibrado y liberado de angustias económicas, es determinante para la mejora del rendimiento educativo y una vía para corregir las desigualdades sociales.

Tercera conclusión. Todos los niños tienen derecho a la educación en igualdad de oportunidades y desde esta perspectiva es inadmisible que los niños que no pueden pagar determinadas actividades tengan menos oportunidades educativas que el resto.

Cuarta conclusión: La sociedad debe tomar consciencia que el maltrato infantil es un fenómeno grave, y en parte invisible, y que afecta a niños de todos los ámbitos socioeconómicos y culturales. Por tanto, hay que erradicar la idea de que el maltrato se produce básicamente en familias desestructuradas que sufren situaciones de marginalidad social.

Quinta conclusión. Las limitaciones presupuestarias no pueden ser un argumento para limitar el ejercicio de los derechos del niño.

Sexta conclusión. Los niños con alguna discapacidad tienen derecho a la inclusión tanto en las escuelas como en las actividades lúdicas y de barrio. Este derecho implica transformar las condiciones para garantizar un desarrollo personal en condiciones de igualdad.

Séptima conclusión. Hay que lanzar un mensaje de optimismo y plantear la crisis como una oportunidad para reformular y repensar, desde la óptica de los adultos, la manera de relacionarnos con el niño, considerándolo ciudadano activo, protagonista de las acciones y decisiones que desarrolla en su vida cotidiana y con capacidad para ejercer sus derechos.
Ellos encarnan el presente y son los garantes de un futuro más justo.
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