La crisis financiera

Tras cinco años desde el estallido de la crisis financiera, se requirió la intervención de los Estados que han tenido que soportar el pago de las importantes sumas de capital para salvar al sistema financiero.

El rescate de la banca ha representado en el caso de España, en inyecciones directas, una suma de 61.500 millones de euros.
Asimismo, en Estados Unidos la banca debe hacer frente a multas cifradas en la cantidad de 96.400 millones de euros para hacer frente a la crisis generada por las subprime, relacionadas con los productos financieros y activos vendidos y respaldados por hipotecas basura.

El Fondo Monetario Internacional estimaba en 2010, como coste de la crisis, el veintisiete por ciento del PIB de los países desarrollados, miembros del G-20.
En ese sentido, las autoridades estadounidenses han llevado a cabo medidas ejemplarizantes con los responsables de prácticas vinculadas a abusos en la venta y ejecución de hipotecas o fraudes en la comercialización de productos financieros sofisticados.

La debacle financiera ha generado en nuestro país una crisis sin precedentes en los últimos años, desencadenando la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo y situaciones dramáticas como los desahucios de familias que no han podido hacer frente al pago de la deuda contraída con el banco. Además, la comercialización masiva de productos sofisticados como las preferentes o el uso de cláusulas suelo han provocado un fuerte rechazo social hacia las entidades financieras.

Así, en España el objetivo se ha centrado en sanear el sistema financiero mediante la reestructuración bancaria. De esta forma, se ha conseguido nacionalizar hasta el treinta por ciento de dicho sistema para sanearlo y posteriormente hacer entrega a manos privadas. Con ello se pretende restablecer la normalidad en el sector, con la consiguiente reactivación de la economía y la creación de empleo.

Los últimos informes realizados a la banca a finales del pasado año reflejan una clara mejoría del sistema. Así lo han manifestado el Banco Central Europeo y la Autoridad Bancaria Europea, no sucediendo lo mismo en otros países de nuestro entorno.

Se estima que las ayudas públicas a las entidades financieras en España, entre 2008 y el año pasado, representan el 5,8 por ciento del PIB de 2012, un porcentaje muy superior a la media de la UE. No obstante, aunque no se ha cuantificado el coste de la reestructuración para el contribuyente, desde el Ministerio de Economía se considera que de no haberse destinado ayudas a sanear la banca, el problema se habría multiplicado exponencialmente.

Es de esperar que las medidas aplicadas permitan reactivar, a la mayor brevedad posible, el sector financiero y el flujo del crédito hacia empresas y particulares.III