Opinió

Juventud, divino tesoro: de los millenials a la Generación ‘Touch’

Por Estela Montserrat. Colaboradora en Ràdio Sant Boi

Jueves 22 de junio de 2017
Se conoce como generación en genealogía al total de seres que forman parte de la línea de sucesión anterior o posterior de un individuo de referencia.

Sucesores de dichas generaciones, hoy haré un breve perfil sobre la generación actual, a la que pertenezco. Sí bien dicen que somos el futuro, que con un largo historial y diplomas podremos cambiar el mundo en el que convivimos, también es cierto que hay una gran mayoría que ha abandonado sus estudios.

En tiempos de antaño la gente que quería estudiar no podía permitirse tal lujo, ahora que pueden, se abstienen de adquirir conocimientos. Ponen como excusa el conocido ‘carpe diem’, sin tener en cuenta la repercusión que tendrán sus actitudes el día de mañana huyendo así mismo de las responsabilidades.

Nos hemos anticipado, nos hemos apresurado perdiendo años de inocencia. Creemos que el amor es un territorio más que explorado cuando no hemos sentido ni una pizca de lo que es enamorarse. Los jóvenes, hace años, no fumaban ni tomaban sustancias ilegales, entre otros actos. Y la verdad es que el uso de la tecnología se ha extendido tanto hasta convertirnos en esclavos suyos.

Concretamente del teléfono móvil, que en pocos años de aparición se ha convertido en algo parecido a un estupefaciente. Se ha convertido en nuestro fiel acompañante y podría decirse que el perro ha sido destituido por un nuevo mejor amigo del hombre.

Por desgracia, sea por culpa de las redes sociales o de la actualidad, los complejos han aumentado entre chicos y chicas. La juventud se divide por estatutos, poniendo en la cima de la pirámide a los más populares que tienden a ser de los más crueles. Pero realmente critican aquello que les refleja, intentando ocultar su debilidad y sus miedos.

Mas no todo son cosas negativas, ya que como toda evolución tiene sus pros y sus contras. Tenemos como punto positivo la aceptación de la diversidad. Sabemos convivir con etnias extranjeras, con el colectivo LGTB, etc. Nos hemos vuelto más empáticos.

Los gustos musicales han cambiado y, aunque es algo subjetivo, han aparecido compositores con gran talento y nuevos géneros que han evolucionado.

Nos podemos dedicar a aquello que más nos apasione, sin tanto miedo al rechazo de la sociedad o el qué dirán. Contamos con recursos para pagarnos carreras, lo que viene a ser una beca. Y lo más positivo es que sigue reinando la variedad de estilos, lo cual crea una diversidad que suele ser normalmente aceptada.