Antoni Fornés

El abracadabra político

Antonio Fornés | Viernes 01 de septiembre de 2017
Leo que estos días los Mossos d’Esquadra han detenido en L´Hospitalet a un supuesto vidente de nacionalidad guineana por estafar 80.000 euros a sus incautos y, desde luego, candorosos clientes.

Seguro que más de una vez han leído ustedes una noticia de este tipo, ¿verdad? Y probablemente, mientras la leían, se habrán preguntado cómo es posible que a estas alturas pueda haber gente que siga cayendo en este tipo de timos tan groseros y que crea en la existencia de personas dotadas con el don de adivinar el futuro y corregirlo. Sí, desde luego creer en estas cosas denota una profunda ingenuidad, pero en realidad no veo de qué hayamos de extrañarnos, pues con el fin de las vacaciones y el inicio de septiembre, se inicia el calendario político y el aluvión, una vez más, como cada año, de todo tipo de declaraciones de nuestros políticos, unos individuos que se han convertido, al igual que los videntes, en auténticos “profesionales del futuro” y a nadie parece escandalizarle.

Cada uno desde su perspectiva e intereses preverá una vez más lo que va a pasar: los que están en la oposición atisbarán en el horizonte las siete plagas de Egipto, quienes detentan el poder, en cambio, nos asegurarán que ante nosotros correrán ríos de leche y miel… Unos nos prometerán que tras el 1-O tendremos por fin la Arcadia prometida en que resultará imposible que alguien no sea eternamente feliz, y otros verán en cambio, tras el mentado día una época de llanto y crujir de dientes. Desengáñense, todas estas afirmaciones de nuestros queridos políticos tendrán, la misma base científica que la del detestable estafador guineano, es decir ninguna.

Hace ya unos años, escribí un largo reportaje sobre el tema de la videncia en El Baix Llobregat para una revista comarcal ya desparecida. Me dediqué a recorrer las consultas y garitos de videntes, magos y demás charlatanes que había en la comarca. Para mi desconcierto, el número era tan alto que no pude visitarlos a todos. Sorprendentemente, además, todos tenían un buen número de clientes dispuestos a pagar por sus pretendidos servicios. Supongo que la respuesta está en la condición humana, que necesita a todas horas autoengañarse y que alguien le dé esperanza. Sólo así se entiende que el negocio de la videncia siga siendo tan floreciente, y que por la misma razón sigamos soportando a nuestros políticos, que son muchos más y nos salen, además, muchísimo más caros.

Al fin y al caso, si lo analizan ustedes con calma, el político medio se limita a actuar como cualquier profesional de la “adivinación”, escucha al “cliente” para saber cuál es su necesidad, utilizando para ello toda la potencia de las empresas demoscópicas, y le dice lo que el ingenuo de turno quiere oír, siempre dotando a su discurso de optimismo y confianza en el futuro si, por supuesto, seguimos sus consejos. Hace ya muchísimos años el gran Sócrates ya describió este comportamiento de la clase política al definirla como la “cortesana del demos”, como ven, la cosa, desde entonces, ha cambiado muy poco.

En el fondo todos nosotros somos conscientes de ello. De la total falta de consistencia intelectual de nuestros representantes políticos, de su continua improvisación y que probablemente van a hacer muy poco por nosotros, pues lo suyo es mera cháchara, como la de cualquier presunto mago. Pero curiosamente seguimos escuchándolos, extrañamente seguimos votándolos, e incluso, una vez alcanzan el poder, acabamos obedeciendo sus leyes. Nadie cree en adivinadores, pero las madrugadas televisivas están repletas de programas esotéricos, nadie cree en los políticos pero este septiembre una vez más todos escucharemos con resignación su abracadabra político, y a lo mejor, hasta nos lo creeremos. Hace unos 3.000 años un anónimo escriba de la ciudad mesopotámica de Nínive, escribió lo siguiente: “Mira donde quieras y hallarás que los hombres son estúpidos.”
Si hoy volviese a la vida y contemplase nuestra sociedad y a nuestros políticos, probablemente sonreiría amargamente… III