Opinió

El contragolpe naranja

Lluis M Estruch | Miércoles 15 de noviembre de 2017

En el Citilab de Cornellá, el lunes trece, comenzó su campaña comarcal Ciudadanos. En un local manifiestamente insuficiente para los cientos de personas que se agolparon en las afueras siguiendo los discursos por pantalla.



En su interior, con retraso, presentó el acto Carlos Carrizosa, “Carri”, el penalista que ha sido portavoz parlamentario en la abrupta legislatura acabada.

Hizo un elogio dual y premioso de Albert Rivera de quien alabó su temple de deportista de élite (ex waterpolista) tenaz y sacrificado y a la vez la resistencia y laboriosidad de Inés Arrimadas; ambos jóvenes y curtidos laboralmente, no como tantos jóvenes políticos sin experiencia laboral alguna.

Empezó lo que sí -en origen- era un acto para cargos municipales y derivó en un acto participativo en el que el público coreaba eslóganes y contestaba interrogaciones del orador. La temperatura ambiental subía. Repetidos gritos de ¡Presidenta! animaron a la aspirante Arrimadas en su parlamento: destacó que en demandas de ayudas de dependencia Cataluña sigue a Canarias con medalla de plata y que en tasas universitarias tenemos la medalla de oro, al tener las más caras tasas universitarias de España.

Más de 2400 empresas han huido ya de Cataluña y aún así se hacen paros ideológicos con violencia. Preguntó al público si en cinco años de “procés” vivían mejor; si habían perdido relaciones familiares y de amigos, o si incluso dormían peor, con el monotemático “procés”. Hubo gritos afirmativos. Saludó el “fichaje” del periodista: Nacho Martín Blanco un hábil polemista en tantas tertulias independistas, siempre como contrapunto.

Empezaba el contragolpe en una campaña dura, intensa, que se desbordaría por momentos, al igual que un partido de la selección holandesa, la “naranja mecánica”, tan recordada o incluso con el típico contragolpe “colchonero” un estilo que llegó de Europa, como tantas cosas notables. Porque entre aclamaciones, Albert Rivera recordó las condenas de Junker, Macron y Gentiloni, de las maniobras de Puigdemont desde Barcelona y Bruselas por conseguir el reconocimiento internacional sin éxito.

Se opuso a nuevos pactos tripartitos al estilo Iceta y recordó el claro repudio de Cs al doble discurso, destacó el superávit limpio y legal del partido en sus finanzas. Su deseo de reformas constitucionales para todos. Sin privilegios y sin indultos, destacó el asentimiento al 155 de tantos cargos, días antes -“rebeldes”- y tan faltos de valor como de sentido de la realidad, hasta toparse con la ley.

Recordó 11 años atrás con 3 diputados y los 25 diputados últimos, pero consideró necesario alcanzar un mínimo de 67 escaños para cambiar mayorías nacionalistas, a las que para ser derrotadas, deberán batir en el otrora “cinturón rojo” hoy ya “anaranjado”, y se despidió con una llamada contra la abstención tan arraigada en la periferia barcelonesa.

Un gran juego, se iniciaba. Ex directivos de fútbol en el acto veían más posible el ‘contragolpe’, que el ‘fútbol total’, todo son opiniones como los sondeos.