Juan C Valero

Alianza generacional contra la mala prensa del periodismo

Joan Carles Valero | Viernes 02 de febrero de 2018
No es casualidad que el cineasta más popular de todos los tiempos, Steven Spielberg, que borda las temáticas que toca, sean de historia, tiburones, alienígenas o arqueólogos aventureros; también honre al periodismo usando la publicación de los archivos del Pentágono para hablar del presente. La película es perfecta para recordar que el periodismo, el de verdad, es la mejor arma social para combatir el imperio de las noticias falsas. Al cumplirse 40 años de la aparición del semanario L’Estaca de L’Hospitalet, surge una asociación que bebe de aquellas esencias: Foment de la Informació Crítica.

Nunca se había hablado tanto de la mentira como ahora. Parece como si la pereza condenase a la gente a que no le importe ni la verdad ni los argumentos. Que le baste con sentir. Y esas emociones se transmiten a través de las redes sociales, lugares donde se crea poder porque influyen en la opinión pública. Urge desde el periodismo defender la verdad frente a la mentira, y mucho más frente a la mentira premeditada y organizada.

En los tsunamis lo que más escasea es el agua. Igual ocurre con la verdad en la era de la comunicación. Los periodistas nos sentimos náufragos en los océanos de mentiras que navegan por las redes sociales. Urge reconstruir islas de credibilidad para recuperar un lugar en el círculo de confianza de los ciudadanos. En L’Hospitalet, periodistas y gente relacionada con los medios de comunicación nos proponemos fomentar el retorno a las raíces de servicio público de nuestra profesión a partir de una alianza generacional entre los veteranos, los actualmente en ejercicio y los jóvenes que se incorporan.

Una alianza entre generaciones en la que los mayores transmitan los valores del periodismo del desaparecido Josep Maria Huertas Clavería, que proclamaba la independencia y libertad de los profesionales con la máxima “cada mesa, un Vietnam”, recordando la valentía de la prensa estadounidense al publicar los archivos del Pentágono para acabar con aquella guerra sostenida con mentiras. Porque el periodismo está en constante transformación, pero no sus principios básicos, de modo que la reconstrucción de su misión social pasa por recuperar colectivamente los valores que permitan la reconquista de la credibilidad y la confianza de los ciudadanos a partir de que los periodistas tomemos el control de nuestros medios. Solo así volveremos a provocar conversaciones sobre verdades al margen de las tóxicas “fake news”.

El grupo promotor de la asociación Foment de la Informació Crítica (FIC), que el próximo 22 de febrero celebra su asamblea constituyente, bebe de los mismos principios que inspiraron hace 40 años el primer Club de Premsa de L’Hospitalet que, entre otras actividades, promovió el semanario local L’Estaca, gracias a centenares de aportaciones populares de un máximo de 5.000 pesetas. Aquella experiencia de micromecenazgo en la que los periodistas gestionamos nuestro propio medio sin interferencias económicas ni políticas, es ahora tan necesaria como entonces, pero más fácil de abordar.

En busca de la verdad perdida
A diferencia de la mayoría de poblaciones del Baix, L’Hospitalet carece de un medio local gestionado por periodistas, aunque sí cuenta con medios privados comarcales que incluyen la ciudad en su ámbito de influencia, como es el caso de El Llobregat. Los medios municipales pagados con el dinero de todos los hospitalenses cubren las necesidades perentorias de la población y ahora emprenden una nueva etapa que promete, con Oscar Sánchez al frente y la reactivación de Radio L’Hospitalet, entre otros retos. La coexistencia de medios públicos, privados y exclusivamente de periodistas será estimulante y redundará en beneficio de los ciudadanos.

En “Los archivos del Pentágono”, Spielberg ofrece los principios del periodismo como contrapoder. Atravesamos un momento social complicado, en un mundo muy politizado, donde el secreto de esta profesión no es otro que, pese a todas las dificultades imaginables, podamos contarlo. El romanticismo se acaba cuando al final se necesitan medios independientes, que quiere decir económicamente sostenibles.

Unos medios en los que resalten los periodistas como Ben Bradlee en ausencia de editoras como Katharine Graham, propietaria del Washington Post, que a pesar de ser mujer en un mundo controlado por hombres, y de pertenecer a la alta sociedad estadounidense con excelentes relaciones con el poder; se jugó todo su patrimonio e incluso la cárcel con su actitud valiente de asumir las consecuencias de lo que la administración Nixon denunciaba como una revelación de secreto que ponía en riesgo la seguridad nacional. El Tribunal Supremo de EEUU les dio la razón con una sentencia memorable: los periodistas deben servir antes a los gobernados que a los gobernantes.

Antídoto contra las “fake news”
Ese espíritu es hoy cada vez más necesario. Spielberg nos ofrece con la claridad de un buen reportaje y la emoción de las mejores aventuras de Indiana Jones, un film que es una oda a los valores inalterables del periodismo. Un homenaje similar al de “Spotlight”, que relata cómo la redacción del Boston Globe destapó en 2002 décadas de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos en Massachussets, con el silencio cómplice de toda la comunidad.

A la espera de editoras como Katherine Graham, encarnada por una sublime Meryl Streep, afortunadamente cada vez existen más entidades sin ánimo de lucro en comunidades de interés común, para que el periodismo vuelva a ser un servicio social y no un negocio. O algo peor: mera propaganda de los gobernantes pagada con dinero de todos.

Por eso la metropolitana L’Hospitalet resulta un marco idóneo para reconstruir el periodismo de siempre con las técnicas presentes y futuras, entendiendo los proyectos como un laboratorio, siempre desde planteamientos transparentes, diversificando los ingresos para que la publicidad no sea su único sustento, con una participación activa de la audiencia y desde postulados de cooperación entre los medios y los propios periodistas. Siempre con la máxima del bien común. No se trata de poner de moda a la prensa; es la actividad periodística la que nunca pasará de moda. Como los espectadores del film de Spielberg, ojalá sintamos lo intenso y vibrante del mejor oficio del mundo que ahora tan mala prensa tiene. III