Opinió

Viaje al interior (Turismo de bajo coste)

Lluis M Estruch | Miércoles 04 de abril de 2018
No he salido por Semana Santa. Perezoso y en pijama, decido aprovechar el tiempo, no a la manera de Maistre en “Viaje alrededor de mi cuarto”, sino salir a jardinear en día ventoso y tomar una decisión: asistiré a una procesión de Viernes Santo, que es lo propio del día.

Por comodidad, descarto la procesión de San Vicenç dels Horts con premio y todo y me decido a ver la sanboyana de la cofradía de “La Hermandad del Santo Cristo de la Agonía y Nuestra Sra. De los Dolores”, con 20 años de existencia y que tiene su núcleo en la Parroquia de San José obrero del barrio de “Camps Blancs” en otro tiempo agitada y ahora “neocatecumenal”.

Llueve, el gran peligro de las procesiones, súbitamente cesa y surge el arcoíris. Llegó a la iglesia de hormigón y ladrillo, tras un seto de boj, -un sin hogar-, dormita sobre cartones con ropa a secar, un maligno me lo señala. De allí saldrán los dos pasos que autofinanciados por los cofrades y a sus hombros, realizarán un difícil recorrido por el barrio por sus bajadas y subidas hasta volver a la parroquia.

Empieza con retraso sobre lo previsto, 19h y un millar de personas aguardan con ambiente festivo y sin alborotar en exceso, son de todas las edades con predominio “senior”: Sant Boi ronda el 30%, nada particular por ello.

Es un espectáculo: próximo, vivo y gratuito. Comparo con el escaso aforo del excelente Circo Raluy, reciente en fecha y mismo lugar, pero caro para la mayoría de vecinos.

Tras los retrasos, entiendo el porqué de las frecuentes paradas, la Hermandad va escasa de costaleros, les faltan relevos jóvenes y por ello hay que recuperar fuerzas para continuar, porque todo se hará a hombros, nada de ruedas, en la mejor tradición de los pasos andaluces, las pausas sirven para cantar sentidas “saetas” cancioncillas flamencas que tienen especialistas.

Dos policías supervisan el trayecto, solo dos autoridades desfilan, el concejal Carcelén del PSC y la concejal Olga Puertas de Ciudadanos, ambos lucen los relucientes cayados de plata de los cofrades.

Hay procesiones castellanas en silencio, -impresionan-, aquí el trayecto se realiza con las ventanas y balcones de los bloques, cerrados, salvo excepciones. Sin eco balconero, lejos del espontaneísmo sureño, tan empático.

Me comentan la poca frecuentación religiosa y la existencia de dos iglesias evangélicas en el barrio, la mezquita rigorista no queda lejos. Este barrio creado en 1967 en pleno franquismo tiene ahora, repintado y ajardinado; mucho mejor aspecto que las viviendas construidas por Hoxha en el centro de Tirana con posterioridad, redecoradas y mal mantenidas, que vi en verano. En la procesión, cuentan los recursos y el entrenamiento regular, como en Andalucía, -todo el año-, ensayando y así surgen las amistades, parentescos. Todo un contraste para la penitencia, que los cofrades se imponen porque a partir de un momento, la procesión estará cada vez más sola, hasta que al final en la explanada parroquial, ya de noche una nueva multitud de espectadores bien cenados, celebrará la larga despedida de saludos y alardes entre los dos pasos que sí serán jaleados por la gente.

Los directivos me comentan la exigua subvención recibida y la propuesta de traslado del circuito al casco viejo, -que creo adecuada-, me arguyen de nuevo la falta de efectivos…Ahora en una pugna de ciudades por atraer visitantes, creo que la procesión reseñada, con una adecuación de tiempo y circuito, merece mantenerse como un atractivo turístico más. Nadie puede dejar de reconocer, la viveza, sacrificio y esfuerzo físico de nuestra procesión.

Volveré, descarto San Vicenç y L’Hospitalet, porque lo pequeño es hermoso. He gastado 2 euros: en chicles y un botellín de agua. Dejo un donativo. Macron tan laico en un funeral por un gendarme habla de Juana de Arco, ya ven.