Opinió

Los silencios… complicidad moral

Mossèn Pere Rovira | Domingo 06 de marzo de 2022

España va a «blindar el derecho» de toda mujer a partir de sus 16 años a interrumpir voluntariamente un embarazo y a hacerlo como una prestación pública más … y sin la autorización paterna para las menores



La reforma de la ley 2/2010 del 3 marzo también abordará «el derecho a la salud menstrual», regulará los vientres de alquiler como una forma de explotación sexual y la erradicación de la violencia en el parto que ya sublevó a los ginecólogos porque los acusa de mala praxis, así como la promoción de «anticonceptivos modernos» en un sistema de copago”. (Diario ABC, 23/2/2022)

Estas noticias focalizan una gran carencia en la sociedad actual. La sensación que percibo es la ausencia de un debate público y crítico sobre un tema que sólo es la punta del “iceberg” de planteamientos mucho más ideológicos que bioéticos. Facilitar el fracaso o la derrota que significa el aborto para toda mujer denota por parte del legislador una cierta cobardía para defender y proteger el derecho básico y fundamental de la vida humana.

El aborto (interrupción voluntaria del embarazo) es una acción que objetivamente agrede el normal desarrollo de un ser humano. En su momento hubo un cierto debate público equívoco y engañoso; se presentó la “ley del aborto” como un conflicto entre los valores progresistas (libertad) y la religión.
Hoy, esta ley y sus sucesivas reformas han generado una cultura de nula actitud crítica. Posicionarse en contra de esta u otras leyes semejantes comporta la etiqueta de opositores a la libertad de la mujer. La cultura predominante parece interesada en silenciar las opiniones contrarias o críticas a lo políticamente correcto.

¿Quién defiende la vida desde su gestación? ¿Quién defiende, de verdad, a la mujer que sufre esta traumática decisión? ¿Quién propone una solución digna para esta madre y su hijo? ¿Quién está dispuesto a apostar en educación y generar nuevos valores en las relaciones interpersonales?

Parece que hay mayor rédito electoral en legislar contra la vida del ser más inocente y desprotegido, que corregir todo aquello que propicia estas conductas. Pienso, sinceramente, que estas leyes abortistas, extendidas por todo el mundo, son las leyes más “machistas” y “excluyentes” que se pueden legislar: la solución del problema se consigue “matando” la criatura, traumatizando a la madre y exonerando al padre de toda responsabilidad (lavarse las manos). ¿Es de justicia tal perspectiva ética?