Desde tiempos inmemoriales, una senda perdida unía el Baix Llobregat y el Alt Penedès, desde Begues hasta Olesa de Bonesvalls, por el macizo del Garraf.
Se trata del Cami Ral, un tramo del viejo camino real que enlazaba la actual plaza de Sant Jaume de Barcelona con Vilafranca del Penedès y después con Tarragona y Valencia El sendero había desaparecido de la cartografía y de la memoria, devorado por el desuso y la fuerza de la naturaleza. Pero después de 13 años de intensos trabajos, el Centre d’Estudis Begatans (CEB) ha logrado recuperarlo y ha reconectado las dos comarcas a pie.
El Camí Ral por Begues hacia Levante era más corto que por Martorell, y más seguro que por las Costas del Garraf, de ahí su importancia en otros tiempos. Los historiadores están convencidos de que la ruta tiene mil años de antigüedad (se habla de que la utilizaron los árabes para atacar Barcelona). Pero podría tener 2.000 años y un origen romano (la antigua vía Narbonense), porque al desbrozarlo se han encontrado restos de cerámica ibérica. Incluso hay expertos que sostienen que resigue un itinerario conocido desde la prehistoria. Con tanta historia a sus espaldas sin duda era necesario volver a situarlo en los mapas.
La recuperación del camino arrancó en 2009 impulsado por el CEB y con la ayuda de los ayuntamientos se incorporó a un proyecto de mayor calado de rutas culturales por el Parque del Garraf, denominado la Ruta dels Castells. Fruto del esfuerzo conjunto se ha mejorado el camino (en la señalización, mantenimiento, solución a tramos problemáticos…) y se conserva, aproximadamente, el 90% del trazado original, que discurre en forma de carreteras asfaltadas o calles hasta el río Llobregat y con su antiguo perfil sinuoso,de los tramos rurales y boscosos que conserva los márgenes de piedra seca. en muchos tramos incluso pueden verse las rodadas excavadas por las ruedas de los carros en la misma roca durante siglos.
Xavier Parellada, vicepresidente del Centre d’Estudis Beguetans, explica que en el 2009 se exploró por primera vez la senda y se identificó el trazado “ya que en su mayor parte estaba perdido y emboscado”. Seis años después, se desbrozó y desde entonces se ha ido mejorando y señalizando.
“Tenemos más o menos restaurado y señalizado el tramo de Begues a Olesa, y también en Sant Climent, pero queda todavía mucho trabajo por hacer”, asegura Parellada. Lo singular de la historia de este pedregoso camino de montaña es que estos tres pequeños municipios crecieron hace más de mil años a su al albur. La vía fue de vital importancia hasta que a finales del s.XVIII se construyó la carretera real de Valencia por Molins de Rei y el puerto del Ordal (la actual N-340). Pero merced a que el tráfico rodado cambió de ruta, estos pequeños pueblos se han librado del gran crecimiento desordenado metropolitano.
El Camí de Ral es el elemento patrimonial más extenso de Begues. Se tiene constancia de que fue el camino por donde pasaron los reyes Jaume I y Pere el Gran en sus viajes de conquista. Y durante la edad media fue el trayecto más transitado por los comerciantes que se desplazaban de Begues a Vilafranca del Penedès. No deja de ser, pues, significativa la fecha que se escogió para su reestreno: el pasado 9 de octubre, día de la Fiesta Nacional de la Comunidad Valenciana, que conmemora la entrada de Jaume I en València, en 1238.
Hace unos 6.000 años es posible que el Camí de Ral fuera la vía principal de distribución de la variscita (un mineral) entre Gavà y Begues. Y está acreditado que fue ciertamente utilizado por los íberos y también por los romanos, que lo consideraban un carril secundario a la Vía Augusta, como certifican los restos arqueológicos encontrados.
De aquel pasado ha quedado un camino muy recto y plano, con una anchura por la que podía pasar un carro pero que solo espera bicicletas y grupos de excursionistas. Xavier Parellada defiende que “las rutas rurales cada día son más apreciadas para pasear o hacer deporte en contacto con la naturaleza (senderismo, marchas…), y el trazado prácticamente llano de este camino lo hace muy atractivo”. El carril también fue una cañada ganadera, por la que se hacía circular a los rebaños procedentes de Tarragona, Lleida, Valencia y Aragón que se dirigían a la ciudad de Barcelona.
Su uso diario y cotidiano como conector entre Begues y Olesa facilitó durante siglos intercambios económicos e incluso matrimonios entre personas de ambos pueblos. Esta interacción dio lugar a la aparición de leyendas como la de la “Cadira de Sant Cristòfol” (patrón de los viajeros) que dio nombre a la parroquia de Begues). El camino también fue la puerta de entrada a elementos patrimoniales de gran valor que crecieron en sus márgenes. Por ejemplo, en el año 1262 se construyó a su lado el Hospital de Cervelló en Olesa de Bonesvalls (uno de los pocos hospitales medievales de ámbito rural que aún se mantiene en pié) y que estaba destinado al descanso de los viajeros, comerciantes y ejércitos y que era capaz de acoger entre 400 y 600 viajeros al mes.
Y también fue un sendero frecuentado por peregrinos, ya que forma parte del camino de Santiago desde Barcelona. Parellada relata que después de Olesa la senda mística seguía por Avinyonet del Penedés (donde ahora está la Creu de les Forques) para tomar la dirección a La Llacuna y Lleida por la “carrerada”. Por eso el barón de Cervelló hizo construir el hospital para peregrinos en Olesa de Bonesvalls.
El vicepresidente del CEB destaca la importancia de su recuperación: “Que en el siglo XXI se conserve todavía el 90% del trazado original tras mil o dos mil años de antigüedad en un entorno tan transformado como el área metropolitana de Barcelona es tan excepcional que no podemos dejar que se pierda con más ocupaciones y apropiaciones.”
“Es un privilegio poder hacer andando los 40 kilómetros de este camino milenario desde el centro histórico de Barcino hasta el núcleo antiguo de Vilafranca”, sostiene Parellada. Y lo es porque va a permitir revalorizar turísticamente los pequeños núcleos por los que pasa, invita a visitar su patrimonio y sus comercios, así como los espacios protegidos por los que pasa, como el Parc del Garraf.
La emboscada más antigua
El Camí Ral de Barcelona a Tarragona seguía la misma vía que la vía romana, teniendo a Olesa una situación importante. En el Libro de las Noblezas de los Reyes (manuscrito del siglo XIV), habla de una emboscada en esta ruta en 1117, siendo la referencia más antigua de este camino. En un documento del 1272 (ACB, Pia Limosna 8, 38) en la donación de la villa de Olesa en el Hospital hecha por Guillermo de Cervelló, se cita el camino público al pie del cual se construyó el hospital.
También fue la senda usada por los bandoleros. Un comadrón de cuentas del hospital dice que en 1541 se hicieron unos gastos ocasionados por unos ladrones que se hospedaban en el hospital. A finales del siglo XIX, el viejo Camí de Ral estaba en tan mal estado que fue siendo olvidado. La puntilla final se la dio la construcción de la actual carretera entre Olesa y Begues, ejecutada por la Diputación de Barcelona entre 1927-28, que lo dejó completamente en desuso, lo que favoreció que el bosque se apropiara de él, haciendo imposible seguirlo a pie. Pero la senda vuelve a estar abierta permitiendo que varios milenios de historia vuelven a transitar por la ruta esperando cruzarse con los nuevos viajeros en el tiempo.
Ocho kilómetros en tres horas |
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