El Llobregat

Los ambulatorios del Baix Llobregat y L’Hospitalet declaran la guerra al Govern

Ana Ruiz

Viernes 13 de enero de 2023

El sistema sanitario público catalán al completo está al límite, al borde del colapso total y seguramente por eso no entiende de mapas, ni territoriales ni administrativos



Está a punto de explotar, sin más, por los cuatro puntos cardinales. Pero esa distribución imaginaria conocida como mapa sanitario (y que se solapa al mapa geográfico catalán real) puede ayudar a poner orden material a las cosas, a las administraciones, a los recursos y, por ende, ayudar a entender qué está pasando, por qué hay una rebelión de batas blancas y fonendoscopios en camino.
Así, cualquiera que visualice Cataluña con ojos clínicos puede dividir la comunidad autónoma en siete regiones sanitarias. Cada una de ellas agrupa a distintos sectores sanitarios que, a su vez, están divididos en Áreas Básicas de Salud (ABS). Éstas, las ABS, son la base del sistema público de salud catalán y pivotan alrededor de los centros de asistencia primaria (CAP), conocidos popularmente como ambulatorios. Y ahí es donde están saltando las chispas y va a prender la llama de la huelga convocada por el sindicato mayoritario Metges de Catalunya (MC) para los días 25 y 26 de este mes de enero.

“En los CAP se hará más visible la protesta”, avisa una médico del territorio consultada por El Llobregat. Los galenos han dicho basta y han llamado a parar masivamente la atención primaria. “No podemos más”, asegura la facultativa. A la convocatoria de MC se han sumado el resto de las categorías profesionales: personal de enfermería, auxiliares, celadores, equipos de limpieza coordinados desde la Mesa Sindical de Sanitat.
Pero, ¿la situación en el Baix Llobregat es diferente al resto de Cataluña? “No. No lo es. La sensación de cansancio, de fatiga es homogénea en todo el territorio”, aseguran fuentes del síndicato médico. Sin embargo, sí admiten que un territorio tan densamente poblado como el Baix y L’Hospitalet intensifica la carga de trabajo del personal.

El sector sanitario del Baix Llobregat Nord cuenta con siete ABS que prestan servicio a municipios como Abrera, Esparraguera o Sant Andreu de la Barca, hasta un total de 14 poblaciones. Son los municipios al norte de la comarca. La frontera imaginaria hacia el sur conduce a Cornellà, Sant Boi, Castelldefels, Gavà, Viladecans… hasta 22 municipios conforman el sector sanitario Baix LLobregat Centre-Litoral L’Hospitalet, subdividido en 43 ABS.
El malestar de profesionales y usuarios forma parte de la rutina de cualquier día de la semana, en cualquiera de los ambulatorios de las ciudades mencionadas. Un ejemplo. El pasado 17 de diciembre, El Llobregat visitó el CAP Montclar, en Sant Boi. Eran las 18.50 horas y se habían repartido más de 600 números de visita. Es decir, más de 600 pacientes habían requerido ser atendidos en el centro.

Y en este contexto, surge una segunda pregunta. ¿Después de los docentes, la huelga de médicos puede ser el segundo conflicto laboral mantenido en el tiempo al que se enfrente el Govern de la Generalitat? Metges de Catalunya considera que hay diferencias notables. “Los médicos, al contrario que los maestros y profesores que solo pueden trabajar en Cataluña, tienen la posibilidad de saltar la frontera. Detrás de la Jonquera pueden cobrar 88.000 euros. En Catalunya, el sueldo medio no supera los 55.000. De esto es consciente perfectamente la administración”, explican las fuentes consultadas del sindicato.
Una herramienta de presión, la capacidad de movilidad laboral de los profesionales de la salud, que se une a la carga demográfica. Nueve mil médicos se jubilarán durante los próximos diez años en Cataluña. Si los jóvenes se van a Europa, incluso a otras comunidades autónomas españolas con mejores condiciones “¿quién se hará cargo del relevo generacional en nuestras consultas y hospitales?”. Más allá de las medidas de presión con las que cuentan los médicos, hay algo en lo que todo el mundo coincide, y es en la fecha de inicio de la actual debacle de la sanidad catalana: los recortes efectuados durante la larga crisis del 2008.

En la memoria de los más mayores queda el glorioso año 1992. Además de situar a Barcelona en la primera división de las metrópolis internacionales, gracias a los Juegos Olímpicos, Cataluña logró alcanzar el mayor número de camas hospitalarias de su historia. Desde entonces, la cifra no ha hecho más que menguar. Después llegaron los drásticos tijeretazos del Govern de Convergència i Unió (CiU) y más tarde la eclosión del covid-19. “La pandemia ha hecho colapsar el sistema”, admiten los facultativos.

Estirar el chicle

Pero si médicos, enfermeras y el resto de trabajadores sanitarios han soportado el peso del sistema durante la pandemia, ¿por qué hay que ampliar ahora los recursos? ¿No basta con lo que hay? “Están comprobando hasta dónde pueden estirar el chicle”, ironiza Silvia Membrilla Pastor, médico de familia y delegada de Atención Primaria Metropolitana Sur de Metges de Catalunya. “Los médicos del Baix Llobregat hemos demostrado una alta resiliencia. No hace falta tanto sacrificio”, exclama Membrilla.
Aunque el presupuesto destinado a sanidad fue un 9% más elevado durante el 2020 (respecto al año anterior), la cifra global sigue estando por debajo de lo invertido durante el 2010. El mayor dispendio no ha sido suficiente para compensar los destrozos que ha dejado a su paso el coronavirus. “La pandemia ha estresado el sistema hasta el punto de que lo ha hecho colapsar”, explica el enfermero Christian Munné, del sindicato USOC, y presidente del comité de empresa del Hospital Moisès Broggi, en Sant Joan Despí.

“Nos encontramos en un punto de inflexión y no hay ningún tipo de previsión, se actúa de manera reactiva ante las cosas que pasan, sin planificación a largo plazo. Si alguien dedicaran una neurona a pensar…”, se lamenta Munné. El presidente del Comité de Empresa del Broggi apunta otro aspecto que hace aún más compleja la sanidad pública catalana: “Tenemos dos mesas de negociación con la administración: la del ICS, que gestiona los recursos totalmente públicos y la del Siscat, que regula las condiciones laborales de los profesionales de la sanidad concertada”.
Pero ambos niveles, el público y el concertado, prestan igualmente servicio público a los pacientes. Y es que, en realidad, Los enfermos no diferencian un hospital concertado, como el Broggi o el Hospital de Sant Boi del Hospital Universitari de Bellvitge (HUB), ejemplo de gran centro hospitalario 100% público, cuando acuden a uno de ellos. El trato es el mismo. La estructura interna de la sanidad catalana no ayuda. “Deberíamos tener un único marco regulatorio”, sugiere el sindicalista de USOC.
De “histórico” ha definido el conseller de Salut, Manel Balcells, el reciente acuerdo firmado con los sindicatos de la sanidad concertada, que permitirá aprobar el nuevo convenio del Siscat. ¿Será suficiente para firmar la paz con los médicos”. “No creo”, responde sin dudar la responsable de MC en atención primaria para la región Metropolitana Sud.

Silvia Membrilla ofrece una explicación sincera y directa de la situación vivida estos años por la mayoría de los médicos del Baix, comparable a la de L’Hospitalet o a la de los barrios de Badalona, de Santa Coloma de Gramanet o del Vallès: “Nos afecta mucho la situación de nuestros pacientes porque para muchos de ellos, y en un porcentaje mayor respecto a otras zonas de Cataluña, la sanidad pública es su única opción. No pueden optar por la medicina privada para agilizar pruebas o diagnósticos”. Y aquí es donde el Govern de la Generalitat se está aprovechado de la profesionalidad de estos médicos, que suplen las carencias del sistema con su sobresfuerzo. Al menos, hasta ahora.
“No merece la pena tanto sufrimiento”, asegura la facultativa, que apuesta firmemente por la via reivindicativa para solucionar de una vez por todas los problemas y, sobre todo, prestar un mejor servicio a los pacientes. “Necesitamos más médicos y mejor pagados. No podemos permitir que se desaproveche así el talento. Formar a un médico de familia requiere diez años… No se puede prescindir de este esfuerzo colectivo”, advierte. Y menos, solo por dinero.
Si se habla de compromiso colectivo, no puede obviarse que la administración catalana ha incrementado la plantilla de salud. Es cierto. Hasta el 2021 se incorporaron 4.235 trabajadores. La mayoría de ellos realizan su trabajo con una bata blanca pero que el lector (y a la vez potencial paciente) no se equivoque: apenas un 10% de los nuevos contratos los firmaron facultativos. Los números cantan: de las más de 4.000 nuevas contrataciones, prácticamente la mitad ( 2.195) son administrativos. Y solo entraron al sistema 275 nuevos médicos. De éstos, 129 galenos se adscribieron a la región Metropolitana Norte y 60 a la del Sur.

Para acabar de confundir a la población, y que parezca lo que en realidad no es, en los últimos tiempos, ambulatorios y hospitales ofrecen ‘productos’ novedosos que contribuyen a dar una imagen de sanidad moderna de cara a la galería. Se trata de nuevas prestaciones: bienestar emocional, nutrición… pero sin agenda de visitas. “Y sin médicos. No se contratan. Pero sí otros perfiles”. alerta Membrilla. Hay un poso de desencanto en la mayoría de los testimonios de los médicos consultados. Y este desencanto ha dado paso a la desconfianza hacia los gestores. “No nos respetan”, vienen a decir. “Se les llena la boca con lo de ‘la puerta de entrada a la sanidad’, en referencia a la primaria, pero somos los principales maltratados.” ¿También será la primaria la puerta de entrada a una huelga masiva? “Sí , porque en un hospital los servicios mínimos son mayores. No se puede parar una operación porque estemos en huelga, no se puede suspender una actividad urgente. Pero en el caso de los CAP esto no ocurre y podremos visualizar mejor los paros”, augura Silvia. Los ambulatorios, el acceso de entrada a la sanidad pública, van a cerrar sus puertas en una huelga de médicos que podría ser “histórica”.

Desencanto y desconfianza
Para acabar de confundir a la población, y que parezca lo que en realidad no es, en los últimos tiempos, ambulatorios y hospitales ofrecen ‘productos’ novedosos que contribuyen a dar una imagen de sanidad moderna de cara a la galería. Se trata de nuevas prestaciones: bienestar emocional, nutrición… pero sin agenda de visitas. “Y sin médicos. No se contratan. Pero sí otros perfiles”. alerta Membrilla. Hay un poso de desencanto en la mayoría de los testimonios de los médicos consultados. Y este desencanto ha dado paso a la desconfianza hacia los gestores. “No nos respetan”, vienen a decir. “Se les llena la boca con lo de ‘la puerta de entrada a la sanidad’, en referencia a la primaria, pero somos los principales maltratados.” ¿También será la primaria la puerta de entrada a una huelga masiva? “Sí , porque en un hospital los servicios mínimos son mayores. No se puede parar una operación porque estemos en huelga, no se puede suspender una actividad urgente. Pero en el caso de los CAP esto no ocurre y podremos visualizar mejor los paros”, augura Silvia. Los ambulatorios, el acceso de entrada a la sanidad pública, van a cerrar sus puertas en una huelga de médicos que podría ser “histórica”.

“Estamos mu’ malamente y no mejora”
M alamente (¡tra, tra!) mal, mu’ mal, mu’ mal”. Una médico de un ambulatorio del Baix Llobregat, que ha preferido preservar el anonimato, utiliza la canción de Rosalía para expresar ese sentimiento que mezcla la indignación con ciertas dosis de resignación “porque es difícil percibir una perspectiva de mejora”, puntualiza. Esta facultativa trabajó anteriormente en un CAP del distrito barcelonés de l’Eixample. “Y las diferencias son notables. Allí pides una prueba y el resultado lo tienes en tres o cuatro semanas. En mi CAP actual, la misma prueba tarda de seis a siete semanas”. Y así resulta que, a efectos de productividad , los resultados de los profesionales en otras zonas de la provincia de Barcelona son mejores que los de los sanitarios del Baix y L’Hospitalet. “Ellos obtienen mejores resultados cuando probablemente yo haya invertido más tiempo en mis pacientes y me haya encontrado también con ‘tempos’ más largos y más obstáculos”.
¿Por qué sucede esto? “Probablemente el porcentaje de la población del Baix Llobregat que hace uso de mutuas privadas es menor que en otros puntos”, sugiere la médico. Y es que el uso paralelo de sanidad pública y mutuas puede contribuir a que se dé una respuesta más rápida a los problemas de salud que padece el paciente. El testimonio de la doctora abre otra puerta para la reflexión: “Los gestores te dicen que cada zona es diferente pero se deben unificar criterios, protocolos y recursos. Porque la diversidad extrema, a veces, conduce a la falta de equidad entre territorios”.
Los facultativos y el resto del personal sanitario del territorio cuentan con un cómplice en su reivindicación. Se trata del Fòrum Social del Baix Llobregat, una plataforma que integra a diversas entidades cívicas, y que desde hace 30 años centra sus esfuerzos en la mejora de la sanidad y la educación públicas. Julián Carrasco, presidente de la Federació d’Associacions de Veïns i Veïnes de la comarca, se muestra así de contundente: “A capa y espada, así vamos a defender a los médicos. Estamos con ellos”. A cambio Carrasco les pide que establezcan la negociación con Salut “más allá de los salarios”. “No hay que parchear, lo que se necesita son más recursos de todo tipo”, indica.
El pasado noviembre el Fòrum convocó una manifestación ante el Centro de Urgencias de Atención Primaria (CUAP) de Sant Idelfons, en Cornellà, que también atiende a los vecinos de Sant Joan Despí, Sant Just y Esplugues. Se reclamaba que se invierta el 25% de los presupuestos de la Conselleria de Salut en la asistencia primaria. Centenares de personas acudieron a la llamada.

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