Opinió

La dictadura del pensamiento único

Mossèn Pere Rovira | Viernes 03 de febrero de 2023
Todos estamos de acuerdo en la percepción negativa del concepto "dictadura"

A lolargo de la historia hemos personalizado en personajes toda la índole y orientación ideológica. Creo que es un grave error enfocarla, solamente, desde la visión política. El presente artículo es una invitación a plantear este concepto en el campo moral e ideológico. Es mucho más sutil, pero de efectos también dañinos para la convivencia.

La “dictadura del pensamiento único” se va imponiendo de forma inexorable, no sólo aquí en nuestro país, sino en un planteamiento más globalizante. La sensación que percibo es que no puedes desviarte, ni discrepar, ni tan siquiera dialogar sobre temas de gran calado en la construcción de las sociedad. Destacaré, a modo de ejemplo, tres realidades por todos conocidas:

A.- La ideología de género. Cualquier discrepancia con esta visión optativa o meramente cultural ya ni se plantea en los foros de debate. Apelar al orden natural y la corporeidad ya no define la “especie humana”; la opción personal y autocontemplativa se ha convertido en el “criterio” a seguir. Cualquier diálogo se convierte en insostenible por la virulencia de aquellos que no permiten poner en duda su “ideología” de género. El reduccionismo que ellos proponen se fundamenta en la percepción individualista y autorreferencial, sin una mirada dirigida al “bien común” de la comunidad.

B.- La familia. Presentar la familia en 17 modalidades es una forma de desvirtuar, dividir y debilitar la familia en sí. Cualquier voz que defienda una familia, según ellos tradicional, clásica o antigua, es una ofensa contra el progreso y los nuevos estilos de vida, tildándonos de “carcas y antievolución”. Imponer por ley el concepto de familia tiene un color meramente ideológico, relativizándola a la especulación de intereses obscuros.

C.- La vida. En estos días hemos observado con estupor como una propuesta enfocada a ayudar a la madre y por consiguiente al “nasciturus” (persona con derechos antes de nacer) ha sido contestada con cierta beligerancia por ciertos partidos políticos proabortistas. Dicha propuesta no impuesta se resume en ofrecer poder escuchar el latido cardiaco o ver una ecografía. ¿Dónde está la gran ofensa?La vida también se negocia a nivel ideológico. Parece que el “nasciturus” o el enfermo terminal deben ser aniquilados, porque así lo dictaminas unas “cabezas pensantes” desde no sé que posición soberbia y prepotente. Discrepar es saludable, si con ello buscamos la “Verdad inmutable”.

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