Santa Coloma de Cervelló

La sorprendente historia del escultor del neolítico que sigue vivo y coleando

Laura García Martínez | Sábado 07 de octubre de 2023
Lo que se creía una obra artística datada en la prehistoria resulta ser obra de Francesc Punsola y tener solo 30 años de antigüedad. El petroglifo ubicado en el Montpedrós se había convertido en un símbolo de Santa Coloma de Cervelló y fue vandalizado.

Por un lado me asusté porque me aterroriza mentir a las personas, pero por el otro me sentí (técnicamente) satisfecho al pensar: ¡Caramba, has realizado tan bien tu petroglifo que los técnicos han confundido tu obra con algo ancestral, eres muy bueno en todo lo que haces!”. Así reaccionó Francesc Punsola Isard (nacido en 1966) cuando se enteró del valor otorgado a su obra esculpida en una piedra en la cima del Montpedrós, en Santa Coloma de Cervelló, que los expertos confundieron con un vestigio prehistórico, sin percatarse de que estaban siendo víctima de una (involuntaria) mixtificación, que acaba de destaparse. Para decepción de muchos, la antiquísima obra es suya.

Punsola explica que la historia del controvertido petroglifo se remonta a su juventud: “Fui uno de los pioneros del grafitti en Barcelona con el tema de las plantillas “stencils”, pero al ver que ya había sido reconocido por ello y comprobar que el grafitti empezaba a salirse de madre, sentí un poco de pena y agobio (como padre de una técnica que empezaba a perjudicar la estética urbana de mi Barcelona,) y me refugié en el monte para expresar mi arte lejos de los sprays y del ruido de los autobuses”. Y se echó al monte.

Por esa época los científicos empezaban a responsabilizar del agujero de la capa de ozono a los sprays de pintura, un motivo que reforzó la decisión del artista de pasarse a otra disciplina (el ‘land Art’). “De ahí surgió el petroglifo (del Montpedrós). Probablemente fuera una de las primeras inscripciones que realicé los fines de semana sobre piedra”, rememora. Los petroglifos son grabados en roca realizados desgastando su capa superficial. Se trata de obras de arte rupestre originarias del Neolítico y muy comunes, sobre todo antes del descubrimiento de los metales. Solían representar formas geométricas o elementos de la naturaleza. De ahí a pasar a formar parte del patrimonio local había un paso.

El petroglifo de Punsola fue envejeciendo para fascinación de sus coetáneos. Hasta que hace tres años un grupo de arqueólogos, geólogos, agentes rurales y autoridades municipales denunciaron un acto de vandalismo: alguien había destrozado esta obra única, que las fichas de patrimonio cultural de la Diputació de Barcelona definían como “un grabado de la Edad de Bronce o incluso del Neolítico”. La verdad estaba a punto de salir a la luz... por boca de su autor real.

Pero volvamos atrás en el tiempo. Corrían los años 90 cuando Francesc Punsolat tenía como costumbre ir de excursión con un martillo y varios cinceles en la mochila. Fue entonces, cuando cinceló el petroglifo que posteriormente se dató en la Edad de Bronce o el Neolítico, y del que ahora, reconoce su autoría. ¿Por qué desvelar un secreto tan bien guardado y descubrir un engaño que no había despertado sospechas? “Lo hace para evitar que fondos públicos se destinen a restaurar una obra que no tiene el valor que se le atribuía. No tiene miles de años, tiene solo 30”, razona el artista, dado que se trata de su trabajo hace apenas tres décadas.

La revelación ha sido como un mazazo, porque en Santa Coloma el grabado era un símbolo local y cultural, muy apreciado por los vecinos como patrimonio histórico. Incluso el anagrama del grabado es el logotipo del Institut Montpedrós. “En un escenario en que la población creía que esos petroglifos eran antiquísimos, me resulta lógico y razonable pensar que los adoptaran muy acertadamente para crear ese logo. En verdad, me siento halagado ya que los procesos de docencia siempre me han parecido la espina dorsal para que las nuevas generaciones vertebren una sociedad justa y civilizada. No sé de quién fue la idea de convertirlo en el logo de la escuela pero lo encuentro acertadísimo. Metafóricamente el usar este símbolo estamos diciendo: Desde las ancestrales pizarras de los tiempos más pretéritos, lanzamos mensajes a los habitantes del futuro para que crezcan cultivados y formen parte de las nuevas civilizaciones… así que perfecto”, exclama Francesc Punsola.

Sin embargo, el autor no se esconde (lo suyo no fue ni una gamberrada ni una trampa). Desde el primer momento el dibujo llevó su firma, aunque pasara desapercibida: “Pensé que debía de añadir en el petroglifo un código para en el futuro presente poder proporcionar la clave de mi autoría, algo que estos días me ha facilitado mucho las cosas. Debo agradecer al Francesc de los 90 que pensara en ello. Sin esta clave muchos periodistas habrían podido poner en duda mi autoría y acusarme de ser el falso creador. La firma es elocuente: “Lleva en un solo símbolo la inicial de mi nombre y mis dos apellidos, tres en uno.”

Francesc Punsola asegura que la repercusión que ha tenido su confesión le ha provocado vértigo. “Te expones públicamente delante de toda España. Pero es un riesgo calculado, no hay motivo para que mi acción de los años 90 pueda ser considerada como un acto reprobable. En lugar de destruir patrimonio lo he creado y seguiré creando patrimonio hasta mis últimos días. Esa básicamente es la labor de todo artista: construir y compartir desinteresadamente”, defiende.

Su repentino salto a la fama ha tenido también algo de gota malaya, en forma de medios de comunicación llamando a su puerta. “Te da la sensación de ser una cotorra que va repitiendo una y mil veces la misma canción. Ha sido una labor paciente y físicamente cansada ya que he tenido hasta que posar en la cima de la montaña. Pero es un pequeño sacrificio para esclarecer la verdad y para mostrar respeto hacia los ciudadanos de Sant Vicenç dels Horts y Santa Coloma de Cervelló, que han sido los guardianes y quienes han disfrutado de mis petroglifos,” subraya el artista.

Frente a la confesión de Punsola, el Ayuntamiento de Santa Coloma de Cervelló contestó atónito con un comunicado: “Queremos manifestar nuestra perplejidad por el hecho de que haya sido revelada la supuesta autoría del grabado después de tantos años. Sin duda el grabado de esta piedra ha sido una incógnita histórica que los arqueólogos llevan años intentando desvelar por su posible valor patrimonial”. El propio consistorio admite que dudó de la datación de la obra tras su estudio a raíz del acto vandálico de 2020 y por ese mismo motivo ha decidido frenar todo tipo de acciones y no destinar recursos económicos municipales para preservar los trozos rotos de la piedra. Aún así, se sigue condenando cualquier acto vandálico, con independencia de la antigüedad de la obra, porque “ya es un símbolo del pueblo”.

“Reconozco la autoría porque,en los últimos años, he sido consciente del revuelo y la dimensión que ha cogido mi obra, Es la forma de desmitificarlo para que la verdad impere sobre este misterio”, afirma. Uno de las claves de la decisión de Punsola ha sido “evitar que entidades gubernamentales se pongan manos a la obra en emprender en emprender costosas acciones costosas de protección y logística en el cuidado de mi obra. En el entorno urbano, las entidades gastan dinero en borrar tu obra y en el entorno rústico, las entidades pretenden gastar dinero en protegerla.. Es muy curioso ” se sorprende el artista.

Nacido en Barcelona, Punsola es un artista polifacético. “Mi interés por el arte nace el mismo día que nací, era de esos niños a los que ya de pequeños se nos daba bien dibujar o nos dábamos cuenta de que destacamos en clase por encima de los otros compañeros por nuestras dotes para el dibujo”, revela. Fue pionero del graffiti en los 80 y bajo el alias Frank Trepax, trabajó de ilustrador publicitario. Es autor de la fachada de la Universitat Pompeu Fabra, el llamado ‘Punktocràtor’. “De pequeño descubrí el dibujo, que me acompañó toda la vida, luego estuve unos años estudiando como delineante industrial (básicamente, una FP de cinco años dibujando piezas industriales), con lo que adquirí mucha pulcritud en la técnica de dibujar y un método un poco estricto”, relata. Posteriormente descubrió el diseño gráfico y estudió esta disciplina en la escuela Massana de Barcelona y la escuela Llotja. Casi a la vez, en introdujo en el grafiti y la ilustración publicitaria. “Siempre me han llamado mucho la atención todas las técnicas de trabajos artesanales y artísticos. A través de esa fascinación los he ido probando todos con bastante acierto, también en la actualidad. Hoy en día sigo mirando muchos tutoriales del Youtube dónde me maravillo con nuevos descubrimientos relacionados con las ciencias plásticas” y sigue en activo. Destaca el mural de BesArt que realizó en septiembre en Santa Coloma de Gramanet, otro mural al lado del Río de 17 metros por 4 de altura. Simultáneamente trabaja como desarrollador 3D de piezas ortoterapeuticas en la empresa HandTherapyBCN. Punsola es también el responsable de un almacén de piezas sanitarias, trabaja para agencias de publicidad y en proyectos de packaging: “Los productos del súper de la marca “Carretilla” llevan mis dibujos”, destaca. También ha perfilado dibujos estilo antiguo para cervezas, vinos, embutidos y quesos.

Punsola con todo, con sus obras, sus curiosidades y sus polémicas, deja claro que no es un homo sapiens de la era neolítica. Pero tampoco es un alienigena. III

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