El Llobregat

La historia del Club dels Deures: cuando dos generaciones se unen en la biblioteca de Viladecans

Ana Ruiz | Sábado 06 de abril de 2024
Los institutos de secundaria del Baix organizan cada curso diez horas de trabajo comunitario obligatorio para todo el alumnado. Varios estudiantes de 3ª de ESO de la escuela Goar ayudan a los de primaria con sus deberes en la Biblioteca de Viladecans

Cada instituto se lo monta a su manera. Un ejemplo: el de Marianao, en Sant Boi, implica a los estudiantes de 3ª de ESO con el Banco de Sangre para promover donaciones.Se trata de destinar diez horas de la vida de los adolescentes a tareas solidarias. Son diez horas de trabajo comunitario que suponen “la primera experiencia laboral” para muchos de ellos, explica Mónica Velázquez García, directora de la Biblioteca de Viladecans. Este espacio municipal acoge otro modelo de servicio comunitario en colaboración con el centro educativo Goar. Aunque las diez horas de trabajo comunitario forman parte del currículum educativo de los jóvenes, esta directriz de la Conselleria d’ Educació de la Generalitat necesita de la complicidad de ayuntamientos, de la red de equipamientos municipales, del Tercer Sector o del tejido asociativo y cultural que envuelve a cada centro escolar.

Todos estos elementos suman fuerzas y ofrecen a los estudiantes de tercero o cuarto un catálogo de actividades para que puedan ejecutar las diez horas de aprendizaje en la vida real y fuera de las aulas. El pilar de la comunidad se activa para dejar paso a los adolescentes en esta su primera experiencia de trabajo social. ¿Las cosas son fáciles? “No -asegura la directora de la Biblioteca de Viladecans- porque esta red comunitaria debe actuar de manera coordinada y eso requiere un tiempo”.

Diez horas de trabajo adulto

El ejemplo de Viladecans pone de relieve la necesidad de coordinación por parte de todos los actores. “La Biblioteca ofrece el servicio, pero no es su responsable último”, matiza la directora. Lo son también la escuela Goar y las alumnos que escogen la biblioteca para desarrollar sus diez horas de ‘trabajo adulto’. Velázquez rememora que cuando se puso en marcha ‘El Club dels Deures’ (el título que recibe el trabajo comunitario en la biblioteca), algunas familias lo entendieron mal. “No se trata de unas horas de refuerzo escolar para sus hijos, sino de un programa de trabajo comunitario de los estudiantes de secundaria que requiere de la implicación de las familias”.

Porque el Club dels Deures supone que los estudiantes de 3º de ESO del Goar acuden dos días por semana a la Biblioteca de Viladecans. Allí ayudan a los estudiantes de primaria en sus tareas escolares y los padres deben permanecer en el espacio para ayudar a las educadoras noveles. “Algunos se iban y nos decían: este es mi teléfono por si pasa cualquier cosa. ¡No, no!. Esto no son clases gratuitas de refuerzo o un servicio de canguro”, zanja la directora de la biblioteca. Una vez aclarada la cuestión, los padres y madres que se han apuntado al club (entre 15 y 20 familias) han respetado las reglas y han entendido que ‘El Club dels Deures’ tiene como objetivo último poner en contacto intelectual, académico y humano a dos generaciones: chavales de secundaria y niños de primaria en una biblioteca. Parece sencillo, pero la iniciativa requiere una complejidad organizativa y una ambición educativa también palpable.

Cierre de una etapa

Las dos ‘Martas’ han cerrado una etapa. Durante el pasado trimestre académico, antes de las vacaciones de Semana Santa, Marta García y Marta Domènech, compañeras de aula del Goar de Viladecans, han ejercido de maestras novele Durante las tardes de los miércoles y jueves han ayudado a alumnos de primaria en sus tareas. “Me lo he pasado muy bien”, afirma Marta García, aunque ella también cayó en un equívoco el primer día. “Sí, lo confieso, me presenté con un grupo de amigos”.

Las dos chicas ríen al recordar aquel primer día de trabajo comunitario: lo despistadas que aterrizaron a una actividad, El Club dels Deures, que escogieron dentro de una lista de posibilidades.”Podíamos elegir tecnología o ayudar a aprender catalán y castellano a personas que acaban de llegar aquí de otros países, pero nos decidimos por esto”, explica Marta Domènech. Las dos ‘Martas’ admiten que han madurado durante esas horas de colaboración ciudadana y las tardes de estudio han contribuido a dar un paso más en eso que llamamos el camino hacia la asunción de responsabilidades. Han aprendido lo que supone asumir un compromiso horario y de tareas; y a llevarlo a cabo. ¿Pensáis ser profesoras en un futuro? “No- responden de manera tajante- estamos pensando en otras opciones, odontología, biología, medicina…”

Las mates son lo más complicado

Las clases a los peques también les ha servido para reflexionar y analizar “las nuevas técnicas de estudio”. Las dos consideran que en los años que las separan de sus alumnos de primaria ha habido cambios importantes con el aprendizaje de las materias. “Las mates, sí, las mates son lo más complicado y lo que menos entienden los niños que han venido al Club”, concluyen. Su último día como ‘docentes noveles’ fue el miércoles, 20 de marzo. El último trimestre del curso, un compañero de instituto tomará el relevo de las dos Martas.

La experiencia de Viladecans forma parte del Servicio Comunitario para el alumnado de secundaria que la consejería de Educación arrancó el año 2015 con la finalidad que los estudiantes de ESO, a lo largo de su trayectoria, “experimenten y protagonicen acciones de compromiso cívico, aprendan el ejercicio activo de la ciudadanía, y pongan en juego acciones de compromiso cívico”. La idea de integrar en el currículum de secundaria obedece también a la tradición catalana de participación cívica y al rico tejido social que suele impregnar la vida comunitaria de municipios y ciudades. “Debemos pensar en formar ciudadanos cualificados, pero también reflexivos, capaces de analizar el entorno en el que viven y comprometerse con su mejora”. Esta ha sido la base teórica que ha cimentado las diez horas comunitarias. O las prácticas de ESO, como han bautizado ‘las Martas’ a sus horas como jóvenes maestras en El Club dels Deures de Viladecans. III

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