El verano aprieta... y también los precios. Con la temporada alta en pleno apogeo, encontrar alojamiento turístico a buen precio puede parecer misión imposible. Pero no todo está perdido. Desde eBooking.com, la compañía española especializada en reservas online, aseguran que hay margen para el ahorro. Y no poco: siguiendo tres simples claves, los viajeros pueden pagar hasta un 30% menos por sus estancias.
Anticiparse, ser flexible y comparar. Esa es la fórmula que propone Toni Raurich, director de eBooking.com, para no ver cómo el presupuesto se esfuma antes de pisar el destino elegido. “Los precios de los alojamientos funcionan con tarifas dinámicas. A medida que sube la ocupación, suben los precios. Por eso, en verano, esperar a última hora no es una buena idea”, explica Raurich.
Según sus datos, reservar con dos o tres meses de antelación puede marcar una diferencia significativa en el precio final. Y no se trata solo de encontrar disponibilidad, sino de evitar pagar más por lo mismo. “Cada día que pasa, especialmente en julio y agosto, los precios tienden a subir. Las ofertas de última hora, en estos casos, son casi una leyenda urbana”, añade.
Para quienes aún no tienen confirmadas las vacaciones en el trabajo, Raurich propone una solución: optar por alojamientos con cancelación gratuita. De este modo, se puede bloquear un buen precio sin miedo a perder dinero si el plan cambia o surge una opción mejor.
Otra pieza clave en este puzzle es la flexibilidad. En fechas, pero también en el tipo de destino. Viajar en junio o en septiembre, o elegir zonas menos demandadas –como áreas rurales frente a las tradicionales playas– puede traducirse en un ahorro considerable. Incluso dentro de la misma semana, los precios pueden variar mucho entre los fines de semana y los días laborables. Ajustar el calendario en un par de días puede tener un impacto directo en el bolsillo.
La comparación es la tercera pata del trípode del ahorro. Reservar con tiempo permite explorar más opciones antes de que el cartel de “completo” se generalice. Desde hoteles hasta apartamentos, casas rurales o campings, el abanico es amplio. Pero no todo es cuestión de precio: también hay que tener en cuenta otros factores como la ubicación, los servicios incluidos, las valoraciones de otros viajeros o si el alojamiento incluye comidas, lo que podría suponer una ventaja frente a otras opciones más baratas, pero menos completas. “Vale la pena plantearse si compensa un hotel más caro que incluya desayuno o comidas frente a otro más económico, pero sin servicios”, ha aseguado Raurich, “o si es mejor uno más alejado del centro, aunque implique gastar en transporte”.
Así que, si este verano quieres evitar sustos en el extracto bancario, ya sabes: reserva con antelación, mantén la mente abierta y compara antes de lanzarte. Porque ahorrar en vacaciones no significa renunciar a ellas.