Pero para elegir un modelo u otro quizá deberíamos antes decidir cuál debe ser la finalidad de la educación en nuestros días. Y a la vista del estado actual de las cosas, seguramente podríamos convenir que se trata de formar personas que, simplemente, sepan hacer, ser y convivir en paz. Es decir, personas con habilidades cognitivas, emocionales y sociales suficientes como para fomentar el pensamiento crítico, la creatividad y el trabajo colaborativo.
Para ello, es preferible huir de rigideces metodológicas y apostar más bien por una síntesis inteligente de modelos educativos que permita a los alumnos un desarrollo integral y versátil de sus capacidades.
Este modelo híbrido podría combinar el aprendizaje basado en competencias y la metodología STEAM (que ya ha comenzado a aplicarse en algunos centros educativos de Sant Boi), un enfoque que promueve la interdisciplinariedad de la ciencia y la tecnología con el arte y la creatividad para generar soluciones innovadoras en un proceso de aprendizaje activo que replica en buena medida los entornos laborales más punteros.
Añadamos a todo lo anterior una pizca del rigor en los fundamentos teóricos o la solidez conceptual que caracterizaba el método tradicional y tendremos la mejor de las recetas pedagógicas para formar ciudadanos responsables y comprometidos. Personas. III