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Paren la guerra en Siria

Por Mossèn Xavier Sobrevía
miércoles 16 de septiembre de 2015, 03:17h
Kinan Masalemehi, refugiado sirio, con 13 años tiene las ideas muy claras. Su familia no quiere emigrar a Europa pero necesita ayuda. Así lo expresa ante las cámaras “Por favor ayuden a Siria. No queremos ir a Europa. Siria necesita ayuda ya. Paren la guerra en Siria, sólo hagan eso”.

Las armas no se fabrican en Siria ni en Irak. Los aviones y los tanques tampoco. Si hay guerra es por intereses de potencias extranjeras, y el silencio y la pasividad de terceros países. Es un escándalo que el autoproclamado Estado Islámico pueda seguir vendiendo el petróleo, de los pozos de los territorios que ha conquistado, a otros países a través de Turquía, y aunque el precio sea muy rebajado resulte que estén ingresando un millón de dólares cada día.

Cuatro millones de sirios han huido de su país y son refugiados. La mitad están en Turquía y no parece que levante muchas quejas También hay muchos en Irak y en el Líbano. Con la llegada de refugiados a Europa las cosas se han puesto más “serias”. También la imagen de Aylan, muerto en la orilla del mar, deja el corazón más sensible ante esa tragedia. Esperemos que esto haga crecer la solidaridad y las gestiones para parar la guerra. El Papa, el domingo 6 de septiembre, propuso que cada parroquia, monasterio o santuario europeo acoja a una familia. Una propuesta atrevida, muy concreta, que supondría que en España se acogieran más de 24.000 familias en instituciones de la Iglesia Católica.

Hablamos de familias y no de personas. Si calculamos que una familia la forman una media de cuatro personas, el número de atendidos rondaría los 100.000. Una cifra muy superior a la que plantea el Gobierno de España, hasta ahora unas 15.000 personas. Veremos qué termina pasando. Primero cuánto sepamos cuántos quieren venir, luego cuántos quieren quedarse y finalmente cuántos se quedan.

La llegada de un desconocido puede crear inquietud y es justo ser prudente. Algunos tienen miedo a que se infiltren terroristas o fanáticos del islam, y se tendrán que tomar las justas medidas para evitarlo. Otros niegan que esa acogida sea un peligro y advierten que no es una amenaza. Siendo conscientes de las dificultades que supone, ahora toca acoger. III

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