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Los deberes escolares

Por Fernando Martín
jueves 10 de diciembre de 2015, 05:57h
El informe PISA sobre las tareas escolares ha puesto de manifiesto las quejas de determinados colectivos sobre el excesivo volumen de deberes de los estudiantes.

El análisis de países, como Finlandia, que constituyen un ejemplo de calidad de enseñanza, se distinguen por ser aquéllos cuyos alumnos dedican menor número de horas semanales a los deberes. No obstante, el informe considera que los estudiantes que dedican más tiempo a los deberes obtienen, en general, mejores resultados en las evaluaciones. En el caso de España, se supera la media de los países de la OCDE en cuanto a número de horas dedicadas por los estudiantes a las tareas después de clase, lo cual no se traduce en mejores puntuaciones, como así lo evidencia la nota de matemáticas en la evaluación del referido informe. Diferentes estudios vinculados a la conveniencia o no de realizar tareas escolares, fuera del entorno escolar, consideran que en una dosis reducida, permite a los estudiantes de la escuela primaria construir hábitos de estudio. No obstante, el rendimiento de los alumnos de secundaria se convierte en decreciente cuando las tareas superan los noventa minutos diarios.

Los argumentos esgrimidos por los detractores se apoyan en la interferencia de los padres, con las consiguientes presiones y confusión de roles; el hartazgo de los estudiantes, debido a la fatiga emocional y el recorte de los tiempos de ocio, lo que puede comportar la pérdida de interés. Además, incrementa el aumento de la brecha entre alumnos con mayores o menores rendimientos en función del nivel socioeconómico familiar. En todo caso, la postura más racional, según la opinión mayoritaria de los colectivos vinculados al sector de la enseñanza, sostiene que los deberes deben fijarse con criterios de racionalidad y en un volumen adecuado al alumno, sin resultar en modo alguno excesivos. Como aspecto fundamental, se subraya la necesidad de que exista una coordinación entre profesores para que la cantidad de tareas escolares no exija prolongar exhaustivamente la jornada de estudio. Asimismo, se debe considerar a cada alumno según su perfil, y adecuar el volumen de trabajo de manera individualizada, en función de los conceptos asimilados por el mismo en horario lectivo. Por otra parte, muchos docentes, a pesar de estar de acuerdo en rebajar, incluso suprimir los deberes, sostienen que los planes de estudio, caracterizados por un currículo muy extenso, les obligan a imponer esas tareas que en múltiples ocasiones resultan excesivas. Además, conviene señalar que el desarrollo de actividades en demasía fuera del aula impide al estudiante poder compatibilizar el tiempo con otras deportivas o culturales, que también resultan esenciales para su formación integral.

Finalmente, el informe concluye que el número medio de horas que los alumnos dedican a los deberes no presenta, en general, ninguna relación con el rendimiento del sistema de enseñanza en su conjunto. Se deduce, por tanto, que son otros factores, como la calidad de la enseñanza y el sistema de organización de los centros, los que más condicionan el rendimiento de los sistemas de educación. En realidad, la polémica es recurrente. Así, los detractores manifiestan que los deberes obligan a convertirse en profesores a unos padres que no siempre están capacitados, lo que además de constituir un elemento de desigualdad, provoca tensiones en la familia. Además, el exceso de tareas puede provocar en los estudiantes un rechazo a la escuela, al restarle tiempo para dedicar a otras actividades extraescolares que resultarían de su interés.

Por contra, resulta también razonable inculcar a los alumnos el valor del esfuerzo personal y el hábito de responsabilizarse de su propia formación a través del trabajo diario. En definitiva, la idoneidad se encuentra en el tipo de deberes y en la modulación de su intensidad. Dichas tareas deben fomentar la sociabilidad, su curiosidad, la actitud investigadora y el manejo de las tecnologías de la información. Los estudiantes han de poder desarrollarlas por sus propios medios y ser lo suficientemente livianas para que no ocupen por completo su tiempo libre. III

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