www.elllobregat.com

Apuntes desde el subsuelo

El badulaque de Apu

Por Antonio Fornés

Por Antonio Fornés
miércoles 13 de abril de 2016, 06:04h
Más de la mitad de los autoservicios de alimentación de la zona metropolitana está en manos de extranjeros, fundamentalmente paquistaníes, algo que cualquier habitante del Baix Llobregat imagino que ya sospechaba sin necesidad de ningún concienzudo estudio sociológico.

Curiosamente, ante este hecho, la primera reflexión que me viene a la cabeza, es la del omnímodo poder que sigue manteniendo sobre nosotros la televisión. Sí, el fenómeno de las redes sociales ha invadido el planeta sumergiendo en su malla virtual a la mayor parte de sus habitantes: Facebook, Twitter, Periscope… Pero la televisión continúa adoctrinándonos, manipulándonos, entreteniéndonos y en cierto modo cambiando nuestra realidad. Me explico.

Pienso en Tariq, el amable “paki” que regenta un badulaque en mi calle, y que debe verme ya muy mayor, pues últimamente, cada vez que le compro un pack de seis botellas de agua mineral, me pregunta si pesa demasiado y que si quiero que su hijo, un joven bigardo de casi uno ochenta de estatura que se pasa las tardes sentado en algún rincón de la tienda, aburrido y bostezando, me ayude cargando con las botellas hasta la puerta de mi casa. Aquí reside la cuestión, probablemente a la mayoría de pacientes lectores de este artículo no les habrá sorprendido el uso de la palabra “badulaque”, amplísimamente extendida en la actualidad. Sin embargo, si hubiese escrito este artículo hace digamos cuarenta años, seguramente nadie habría entendido este vocablo. Es más, aunque todos asignemos mentalmente al término badulaque el significado de pequeño supermercado, si consultamos el Diccionario de la Real Academia nos daremos cuenta de que en realidad badulaque significa condimento o bien persona necia, pero nunca supermercado.

¿Entonces? La televisión y en concreto una serie de dibujos animados: Los Simpson. Al fin y al cabo, ¿quién no conoce al bueno de Apu y su badulaque? Personaje secundario de esta serie norteamericana. Pues bien, su tienda, si se fijan en algún capítulo, se llama en realidad Kwik-E-Mart. Simplemente, el traductor al español de la serie, por alguna razón que desconozco, decidió llamar badulaque al súper de Apu, y la ahora ya no “caja tonta” sino pantalla extraplana de alta definición, hizo el resto, convenciéndonos de que una pequeña tienda de ultramarinos es un badulaque…

Se nos convence tan rápido…, y lo peor es que nos conformamos con nuestra ignorancia. En estos tiempos de política convulsa, y de crispadas elecciones que se avizoran en el horizonte, quizá deberíamos meditar sobre ello. Personalmente, ni siquiera me gustan los Simpson, me parece una serie profundamente conservadora que se disfraza bajo una estética progre, pero pese a ello, también yo estaba convencido de lo correcto de utilizar la palabra badulaque.

En cualquier caso, y más allá de cuestiones lingüísticas, o de interesadas polémicas al respecto de estos comercios, tengo para mí que la llegada de los hombres como mi tendero Tariq y sus “falsos badulaques” ha sido buena para una comarca en la que prácticamente habían desaparecido las tiendas de alimentación de cercanía y su calor de barrio y amistad había sido remplazado por la frialdad de los grandes hipermercados. Yo no tengo dudas, prefiero a Tariq, y en honor a su esfuerzo, a su valentía de emprendedor en un país tan lejano al suyo, a su paciencia y entrega le digo aquello que escribiera otro paquistaní hace ya muchos siglos:
“Allí afuera, más allá del bien y del mal, hay un lugar donde el alma yace sobre la hierba. Nos vemos allí.” III

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)

+
0 comentarios