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Sombras en la sociedad de la participación y la transparencia
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Sombras en la sociedad de la participación y la transparencia

Por Eva Jiménez Gómez
lunes 23 de mayo de 2016, 10:15h
Yo hoy quería escribir sobre de la Noche de los Museos, esa fiesta en la que se abren las puertas de la cultura por la noche y se hace la luz en nuestro interior. El lema de este año viene ni que pintado: Luminis Museum, la luz del Museo. Tendré que dejarlo para otra ocasión, ya que otros asuntos han acaparado mi atención.
Todo ha sucedido en el barrio de Sant Josep. Y no me refiero a la Festa Major, que ha transcurrido con total normalidad, a excepción del chaparrón que ha caído el domingo por la tarde. Se han celebrado el tradicional Encuentro de Diablos Infantiles, que ya va por la 18ª edición, y la Muestra de Vinos y Cavas, que ha estrenado década, así como talleres y espectáculos musicales, deportivos y de fuego, degustaciones populares y muestras de las tiendas del Centro-Sant Josep. Entre las novedades de este año, destaca la puesta en marcha del primer Encuentro de Cabezudos Ciudad de L’Hospitalet.

Un programa muy completo que merece una sincera felicitación y que podría haberlo sido mucho más si hubiera participado una entidad del barrio llamada Sumem, dedicada a apoyar a las personas afectadas por cualquier tipo de discapacidad. El presidente de la asociación, Arturo Portela, ha denunciado ante los medios de comunicación que el Ayuntamiento no les ha dado permiso, por segundo año consecutivo, para poner una parada en el parque de la Serpiente como el resto de las agrupaciones. Desde el Consistorio nos han explicado que la asociación sólo ha de cumplir dos requisitos: entregar una memoria de actividades y contratar un seguro de responsabilidad civil.

El asunto podría haberse quedado en un simple malentendido si no fuera porque Sumen ha presentado –y mostrado- tres instancias al Ayuntamiento y éste no les ha hecho llegar ningún tipo de información al respecto –y el Consistorio no nos ha facilitado ningún documento que lo desmienta-. La cosa se complica, además, porque Sumem ya intentó participar en las fiestas del año pasado y el Ayuntamiento le denegó el permiso alegando que se trataba de un espacio electoral –nos hallábamos en plena campaña electoral- y sólo podían ocupar el parque las entidades que lo habían hecho en años anteriores. El Síndic de Greuges se ha pronunciado al respecto en un documento fechado el 9 de marzo de 2016 y ha comentado que el hecho de no haber participado en ediciones previas no es un argumento razonable y, por tanto “se debería haber autorizado la ocupación de un espacio en la Festa Major a la entidad promotora de la queja. Consecuentemente, os pido que tengáis en cuenta estas consideraciones para futuras ediciones de la Fiesta” (pp. 2-3).

Como he dicho, a la entidad no ha llegado ningún comunicado oficial sobre este asunto, pero sí una carta de la alcaldesa invitando a su presidente a participar en el acto de entrega de siete distinciones ciudadanas a las personas y colectivos que han destacado por su trabajo en favor de la ciudad. Todo ello lleva a pensar a Arturo Portela que, cuando se quiere comunicar, se comunica con diligencia, por lo que considera que las personas que representa están siendo discriminadas y se está planteando recurrir a la Justicia: “Si hay que ir a la Fiscalía, llegaré”.

No creo que los vecinos del barrio de Sant Josep lleguen tan lejos, pero la Policía tuvo que intervenir esta semana para contener a los padres y abuelos que llevan a sus niños y niñas al parque de la Serpiente, según testigos presenciales. Resulta que hace un tiempo instalaron unos toldos muy bonitos, pero muy poco prácticos, pues apenas protegen a las criaturas del sol. El caso es que, ante las quejas de los vecinos, los han cambiado por otros prácticamente iguales y los adultos se han enfadado. “Se están riendo de nosotros”, “Otro gallo cantaría si fuera su dinero”, “Como se nota que se acercan las elecciones” son algunas de las lindezas que ha podido escuchar esta periodista. Al preguntar al Ayuntamiento por el coste de tamaña hazaña, nos han respondido que el coste “está incluido en el mantenimiento de los Parques y Jardines”. Y al preguntar por el comienzo de las obras del parque de la calle Rodès nos han informado que comienzan, oh casualidad, este mismo lunes y que tendrán un coste de 60.000 euros. Hasta qué punto habrá llegado el cabreo que este fin de semana se han colgado unos carteles –pocos y poco visibles- convocando a los vecinos a una reunión el martes 24 de mayo a las cuatro de la tarde en los locales municipales de la calle Santiago de Compostela número 8 para “atender las quejas” en relación a los dos parques.

La necesidad de la prueba

El caso de Sumem y los toldos del parque de la Serpiente revelan, a mi juicio, las grandes sombras que existen en la pretendida sociedad de la participación y la transparencia. Una asociación quiere participar en las fiestas de su barrio para darse a conocer y servir mejor a sus vecinos, y no le dejan. Unos vecinos reclaman una cosa y se hace otra. Visto lo visto, la participación se reduce a escuchar únicamente a quienes yo quiero oír; y la transparencia, a informar solamente de lo que a mí me conviene transmitir.

Más todavía, empiezo a pensar que si los términos participación y transparencia se han puesto tan de moda es precisamente porque falta una verdadera participación y una auténtica transparencia. Como reza el dicho popular, dime de qué presumes y te diré de qué careces.

Peor aún, estamos llegando a un punto en que los ciudadanos –y los periodistas con ellos- sólo vamos a creer a quien presente pruebas de sus hechos, puesto que la palabra se halla cada día más devaluada en, otro tópico en boga, la gran sociedad de la información. Sólo así se explica que una modesta entidad tenga que ir a juicio para poder demostrar que no ha mentido y que se le ha tratado injustamente; o que los vecinos tengan que llegar a las manos para que se les tome en serio. No en vano, los jueces son los profesionales que administran los conflictos y las pruebas. Qué lástima que tengamos tanto derecho y tan poca ética.
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