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África Lorente: “La comarca, y especialmente el PSC, necesita un relevo generacional”

África Lorente: “La comarca, y especialmente el PSC, necesita un relevo generacional”

martes 14 de junio de 2016, 04:20h
África Lorente fue concejal socialista de Castelldefels durante más de 20 años y la primera diputada/o del Baix Llobregat en el Parlament de Catalunya. Ocurrió en la segunda legislatura de la democracia, entre 1984 y 1988, cuando empezó la hegemonía nacionalista y Jordi Pujol se consolidó en el cargo.

Una época muy complicada para el PSC, cuyo primer secretario, Raimon Obiols, fue zarandeado e insultado a la salida de la investidura del presidente de la Generalitat a causa de la querella que había presentado días antes la fiscalía por la descapitalización de Banca Catalana y de la que los convergentes culparon a los socialistas. África Lorente aún no ha olvidado aquellos incidentes. Entonces tenía 30 años y hacía ocho que ya residía en Castelldefels.

Recuerda que el primer día que aterrizó en Catalunya fue a recoger el carnet de la UGT que 40 años después acabaría entregando cuando el sindicato abrazó el soberanismo. África estaba afiliada a la federación catalana del PSOE, una de las tres fuerzas, junto al PSC Congrés y el PSC Reagrupament, que se unificaron en el actual Partit dels Socialistes de Catalunya.

“En 1976 éramos veinte y ya estábamos peleados”, recuerda África, que a los pocos meses de llegar a Castelldefels inició una relación que duró el resto de su vida con Agustín Marina, que acabaría siendo primer alcalde democrático de la población. Estuvo 23 años en el cargo y falleció en 2015 a causa de un cáncer fulminante. Juntos compartieron cinco mandatos en el Ayuntamiento y vivieron toda suerte de éxitos políticos. También conspiraciones internas y externas al cabo de los años, cuando ya se había acabado el poder pero aún quedaban resabiados con aquella larga etapa.

Lorente nació en Tánger en 1954, cuando era una ciudad internacional y antes de que pasara a ser de Marruecos. De padre carabinero, marchó al poco tiempo a Melilla y de allí a Alicante, donde estudió el bachillerato y la Magisterio. Ya en Castelldefels, prosiguió los estudios de filología inglesa, alternado con el trabajo de maestra, hasta que llegó la democracia y las municipales de 1979. Agustín Marina fue el cabeza de lista del PSC y África ocupó el número seis de la candidatura.

Quería dejar la política
El día de aquellas primeras elecciones locales de la democracia, 3 de abril de 1979, nació su primera hija. El PSC logró 8 de los 21 escaños y Marina se hizo con la vara de alcalde gracias a los votos del PSUC. El pacto apenas duró un año, pero los socialistas pudieron acabar el mandato con los votos de la extinta UCD. A las siguientes elecciones arrasaron en las urnas, con 15 de los 21 concejales y Lorente repitió en el cartapacio municipal. Era el año 1983 y a los 15 días de aquellas elecciones municipales nació su segundo hijo.

“Yo quería dejar la política y ser madre, pero me vinieron a buscar Salvador Clotas y Pepe Zaragoza y me propusieron ser primera secretaria del PSC en el Baix Llobregat en 1983”, explica. Duró en el cargo apenas dos años. Buena parte de los que la auparon colaboraron después para defenestrarla apenas dos años después, en un agitado congreso celebrado en Cornellà en el que había sido aprobada su gestión por unanimidad.

“No guardo rencor y sigo siendo amiga de Zaragoza, Poveda y Balmón”, añade África Lorente para referirse al sanedrín que controla el PSC en la comarca desde hace más de tres décadas. En aquella maniobra, explica, nada tuvo que ver con su condición femenina. “Con un hombre hubieran hecho igual, porque echaron a los dos antecesores míos”, dice, para referirse a quienes con el paso de los años acabarían siendo secretario de organización del PSC, alcalde de Sant Joan Despí y alcalde de Cornellà, estos dos últimos aún el cargo.

A cinco minutos
De su época de diputada en el Parlament no le queda un buen recuerdo de sus compañeros de partido. “Eran otros tiempos, pero no me fue nada fácil trabajar. Concerté visitas con todos los alcaldes para interesarme por los problemas de las poblaciones y no encontré complicidad de los míos. El único que me recibió y quiso colaborar fue el alcalde de Gavà de entonces. Creo que me apoyaron más los alcaldes convergentes que no los del PSC”, explica.

Las luchas cainitas también llegaron al gobierno municipal de Castelldefels y al final fue Lorente la que pagó los platos rotos con una remodelación del cartapacio, apenas un año después del tercer mandato que se inició en 1987. A las cuartas elecciones, celebradas en 1991, volvieron a a salir elegidos Marina y Lorente, así como en 1995. Cuatro años después, el aparato del partido la descabalgó de la candidatura.

“Lo que me supo mal es la manera en cómo me echaron, apenas cinco minutos antes de hacer la lista. Son malos modos, después de estar en el Ayuntamiento 20 años, pero así es la política, no solo en mi partido, sino en todos”, explica. Marina también fue obligado a dejar el cargo en 2002, una año antes de que acabara su mandato y luego el PSC inició una época convulsa en el gobierno municipal. Primero con Antonio Padilla y después con Joan Sau, “que pago los platos rotos del anterior”, dice Lorente.

La consecuencia de todo ello fue que en 2011, el candidato del PP Manuel Reyes se hizo con la alcaldía y que habría repetido en 2015 de no haber sido por el pacto político que firmaron el resto de formaciones para evitarlo. De esa manera, los dos primeros años de mandato está ejerciendo de alcaldesa Candela López, de Movem Castelldefels, y de 2017 a 2019 ocupará el cargo la socialista María Miranda.

Ajuste de cuentas
“Manuel Reyes me parece un indeseable por lo que hizo con Agustín”, recuerda África Lorente, para referirse a la denuncia que presentó el entonces alcalde al asumir un anónimo sobre presuntas irregularidades y corrupciones urbanísticas. Marina falleció cuando todavía estaba imputado por ese caso “porque lo que él quería era que la justicia le declarase inocente, aunque estuviera prescrito, como le dijo el juez una vez”.

“Agustín lo pasó muy mal y se quedó por el camino, como el arquitecto municipal y el impresentable que luego intervino como acusación particular”, explica la que fue esposa del alcalde para referirse a una actuación que, en su opinión, suponía un ajuste de cuentas. “El objetivo era cargarse al alcalde que había gobernado 23 años para decir que todos los socialistas son una pandilla de corruptos y que ahora venía él a limpiar el ayuntamiento. ¡Hacía nueve años que Marina había dejado la alcaldía cuando se denunció eso!”.

Sobre la situación de su partido en Catalunya, Africa asegura que ve al PSC “bajo mínimos, aunque la gente que queda tiene mucha moral”. Ella sigue en la ejecutiva local de Castelldefels y se encarga de las redes sociales, y pertenece al consell nacional. “Me moriré con las botas puestas”, dice, y recuerda que participó en “el parto” del partido, hace 38 años, cuando formó parte de la comisión política y la de organización y estatutos en representación de la federación catalana del PSOE.

Relevo generacional
De Pere Navarro asegura que le gustó su mandato como primer secretario, aunque admite que no sintió tanta afinidad como la tiene ahora con Miquel Iceta. Y mucho menos que con José Montilla. “Es que es mi amigo, le quiero mucho y es un hombre muy inteligente”, dice, al tiempo que recuerda que fue testigo de su boda con Anna Hernández, junto a Ramon López, exalcalde de Sant Just Desvern.

Considera que la comarca “necesita un relevo generacional, especialmente en mi partido”, aunque también reconoce que “hay gente que lo está haciendo bien y que sigue ganando elecciones”. Por eso no comparte la idea de limitación de dos mandatos. “La teoría esa de los ocho años la veo bien para un presidente del Gobierno, pero no para un alcalde o concejal. ¿Por qué sólo ocho años? ¿Porque no te corrompes? Me parece una estupidez”, se pregunta y se responde.

Jubilada cuando cumplió los 60 años y apartada de la primera línea política, África Lorente ha escrito ya dos novelas y asegura que lleva una vida feliz. “Ahora voy al gimnasio y al cine, leo, escribo y paseo”. Y sigue viviendo en Castelldefels, la ciudad de la que nunca se marchará, al menos mientras sigan viviendo allí sus dos hijos. III

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