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Piel más bonita con un autodrenaje linfático

Piel más bonita con un autodrenaje linfático

lunes 21 de noviembre de 2016, 12:35h
¿Sabías que la sequedad de la piel y el acné, la celulitis o las bolsas de los ojos pueden mejorar muchísimo con un buen drenaje linfático? ¿Y que puedes hacértelo tú misma? Te lo contamos.

La linfa es el sistema que limpia nuestros tejidos. Además de la circulación sanguínea, contamos con este sistema hídrico interno que se encarga de recoger y eliminar los líquidos y toxinas generados por los diferentes órganos y tejidos. Sin embargo, a veces el sistema se estanca y no fluye con la eficacia necesaria, cosa que se traduce en diversos problemas de salud. Entre ellos, muchos que afectan a la piel. Tod@s sabemos que la retención de agua en los tobillos, que provoca piernas hinchadas, suele ser un problema linfático que puede afectar gravemente a la circulación sanguínea y provocar varices, entre otros problemas cardiovasculares.

Pero también un insuficiente drenaje causa bolsas y ojeras en el párpado inferior, está en el origen de la celulitis así como de problemas de sequedad de la piel, rosácea o acné, ya que, al no poder eliminar las toxinas, éstas se acumulan en la piel y provocan que ésta no consiga funcionar con normalidad y no se pongan en marcha los procesos de limpieza, regeneración y renovación.

De hecho, un mal funcionamiento de la linfa provoca fatiga y afecta gravemente a nuestro sistema immunitario, haciéndonos más propensos a contraer infecciones. Una buena forma de activar la linfa es andar, aunque a veces no es suficiente.

Para ayudar, puedes estimular el drenaje linfático con masaje en algunos puntos del cuerpo. Antes de empezar, ten en cuenta que se trata de un tipo de masaje muy suave y lento para ayudar a «empujar» la circulación de la linfa. Por tanto, no hay que apretar fuerte ni frotar la piel. Tampoco es necesario usar ningún tipo de aceite o cosmético, ya que no se trata de hacer penetrar activos, sino de estimular la eliminación de líquidos.

  1. Siéntate en una silla y coloca la pierna derecha encima de la izquierda (crúzate de piernas). Pon las manos en la parte exterior del muslo y haz círculos desde la rodilla hacia la ingle. Hazlo unas 20 o 30 veces y repite en la otra pierna.
  2. Ponte de pie, extiende el brazo derecho hacia un lado, con la palma mirando hacia arriba y ligeramente flexionado por el codo. Relajado, no lo mantengas tenso. Con la mano izquierda, traza círculos desde la muñeca derecha hasta el hombro y desciende de éste hasta la axila. Repite 10 veces y cambia de brazo.
  3. Siéntate de nuevo en una silla, con la espalda recta contra el respaldo. Coloca las manos con las puntas de los dedos encima de la ingle derecha. Realiza movimientos suaves, como si tus dedos fuesen olas, hacia los ganglios inguinales. Repite 10 veces y cambia a la ingle izquierda.
  4. Coloca las manos en los laterales del cuello, debajo de las orejas. Haz 10 círculos.
  5. Coloca las manos sobre el plexo solar (en el hueco entre ambos pechos y por debajo de éstos). Toma aire profundamente y, al exhalar, aprieta con ambas manos suavemente para que se elimine por completo.
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