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Imposible sin los voluntarios
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Imposible sin los voluntarios

Por Marta Fernandez Veas
jueves 06 de julio de 2017, 01:46h
La cifra de voluntarios para los Juegos Olímpicos de Barcelona ascendió de tal manera que hubo gente que no entró para poder participar. Ilusión, alegría y entusiasmo son algunas de las características que sintieron algunos voluntarios del Baix Llobregat al saber que Barcelona era sede Olímpica.

Petra Martín, de Sant Boi, es uno de los ejemplos. Voluntaria en el Estadio de Béisbol de Viladecans cuando tenía 18 años y maestra de profesión, Martín acababa de terminar el instituto en el año 1992 y estaba a punto de empezar la Universidad. Ese verano se encargó de uno de los accesos del Estadio de Béisbol de Viladecans.

“Nunca he vuelto a vivir algo así”
Según ella, vivió algo que nunca ha vuelto a ver. “Recuerdo ir por la calle y la alegría que se respiraba, el ambiente que había, no solo por los turistas y la gente paseando, sino por todo en general, parecía que era Navidad, todo el tiempo era ambiente de festividad, incluso entre voluntarios y atletas había muy buen trato, nos regalaban pegatinas, pelotas, pins, gorras.

Yo tengo una pelota de béisbol de Cuba, que fue el equipo que ganó la medalla de oro. Además, recuerdo ir por la calle a cualquier hora del día y pasear tranquila, me sentía muy segura todo el tiempo, y como no, cuando España ganaba alguna medalla era siempre una celebración”, recuerda Petra para El Llobregat.

Barcelona tenía muchas posibilidades de ser sede Olímpica, por eso Petra, envió una carta al Comité Olímpico Internacional (COI) para poder ser voluntaria. “El día que iban a anunciar la sede Olímpica para el 1992 me quedé en casa, no fui al instituto, con permiso de mis padres, para ver en directo el momento. Cuando José Antonio Samaranch pronunció aquella frase de “A la ville de Barcelona” fue una alegría tremenda”, cuenta Petra.

“Antes de 1992, los voluntarios hicimos un curso muy completo durante muchos meses para ir bien preparados. Una vez llegó el momento, viví las Olimpiadas las 24 horas del día, no me quitaba el traje, nada más para lavarlo. Al ir con la acreditación me sentía como prestigiosa, nos dejaban subir a los medios de transporte sin pagar, ibas a sitios y te daban botellas de agua gratis, la gente era muy amable y te saludaban.

La organización de los Juegos Olímpicos en Barcelona fue brutal, no he visto la ciudad y sus alrededores más coordinada en la vida”, asegura Petra, que cuenta una anécdota curiosa “en una entrada vip del Estadio, yo estaba controlando las entradas de la gente, y allí asistían famosos y conocidos. Una vez vino un jugador de la NBA, Larry Bird, y le pasé el detector hasta donde llegué porque era enorme, y me dio un pin de la selección de Estados Unidos que luego todos mis compañeros me lo querían cambiar por otra cosa, pero no lo hice, aún lo guardo”.

No pasó ni el presidente del COI
En la subsede de Castelldefels, en el Canal Olímpico de Cataluña, estaba de voluntario Juan Carlos Bercero, con el puesto de Seguridad Civil, controlando entradas. Lo primero que recuerda fue cuando el Presidente del Comité Olímpico Español, Carlos Ferrer Salat, acudió al Canal sin su acreditación: “según las normas no podía dejar pasar a nadie sin acreditación, y aunque sabía quién, era tenía que cumplir las reglas.

Finalmente fueron al coche a buscarla porque se la había dejado allí. Cuando acabó todo me llamó, temiéndome lo peor y pensando que me iban a echar, pero me felicitó porque me dijo que hice lo que tenía que hacer”.

Bercero se apuntó para ser voluntario de los primeros, antes de saber que los Juegos se celebrarían en Barcelona. Recuerda que “trabajaba vendiendo material deportivo de comercial. El 17 de octubre de 1986 estaba en el almacén colocando productos mientras que escuchábamos la radio, para saber si Barcelona era elegida como sede Olímpica. Escuchar la frase de Samaranch fue una alegría inmensa”.

El intercambio de materiales, ropa, pins, es una de los muchos recuerdos que guarda Bercero, hasta un pantalón de la selección Neozelandesa que le regaló un atleta. III

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