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Coctelería fina

Por Lluis M Estruch
jueves 02 de noviembre de 2017, 20:36h
Desde 1933, la Coctelería Boadas de las Ramblas acredita en su coqueto local estilo “Art decó” un solvente servicio de cócteles que la bohemia y élites barcelonesas degustan.

En su catálogo hay preparados sin alcohol, pero todas sus mezclas son adecuadas, cosa bien difícil. Todo sea para saciar la sed ciudadana.

También el incremento del consumo de agua mineral, aporta ahora una mayor oferta de aguas minerales especiales: volcánicas, de géiseres y de lugares como Fidji, Japón, Tasmania… con alto precio.

En ambos casos nos referimos a un presunto consumo ocasional y un tanto esnob.

Porque lo que será habitual como consumidores barceloneses del agua de boca más cara de España después de Murcia (OCU), es ingerir un cóctel de aguas fluviales, residuales y desaladas a un precio alto, pero sensiblemente más reducido que un cóctel Boadas o del repertorio de selectas aguas minerales.

Nuestro extenuado río Llobregat aporta un caudal ya escaso que debe reforzarse con aportes de aguas residuales tratadas en el Prat y reenviadas río arriba a Molins, más el flujo de la desalinizadora pratense, impulsada río arriba a Sant Joan. Recordemos la sequía del 2008 y el bloqueo a trasvases y mini trasvases del Ter y del Ebro hacia Barcelona.

Se están utilizando ya métodos probados en California, ¿recuerdan “Chinatown” de Polanski con trama acuática?, Israel, Kuwait o incluso Almería. Han quedado atrás los trasvases aprobados, en la etapa Aznar del Ebro o los considerados por “lobbystas” catalano-franceses del Ródano y permanece en reserva una alternativa de la etapa Montilla que sería disponer a través del carísimo (después de la línea-9 de Metro) Canal de la Segarra-Garrigues para un trasvase de agua del Segre, que necesitaría permiso estatal. Estas han sido hasta hoy algunas de las caras alternativas para mejorar la cantidad y calidad del agua de boca barcelonesa.

Colaborando en el planteamiento y estudio de estas opciones, diferentes gobiernos regionales y estatales que se demostraron mala colaboración entre ellos, hasta el punto de abortar posibles soluciones porque además siempre han tenido una carga presupuestaria muy alta.

Hoy se reconoce que todo el litoral mediterráneo español padecerá “sed” durante períodos largos y cada vez más frecuentes. El Plan “Narbona” con desaladoras al “ralenti” –permanece-, pero cuestionado por su enorme coste energético y hasta por los puntuales trasvases fluviales de Cuencas, discutidos por ecologistas y regionalistas enfrentados.

Difícil progresar así, en Cataluña hasta ahora hay un factor de riesgo extra para determinadas industrias que es instalarse sin la plena seguridad a largo plazo de suministro hídrico, aunque con todo ello nuestro Llobregat seguirá esforzándose -vía arriesgadas técnicas-, para facilitarnos un suministro de agua suficiente; en plena pugna de Acciona con Agbar y de ambos contra los re-municipalizadores de la gestión del agua (Colau, Tejedor y otros…), teniendo para final de año pendientes diversas sentencias y recursos que fallados en un momento político y social incandescente pueden avivar las “guerras del agua” pasadas ante el fuerte incremento tarifario del EMA y sobre todo acentuar el factor de “extranjería” en un momento de tensión nacionalista.

AGBAR es francesa con sede en Madrid, Acciona sevillana y Aqualia madrileña, permaneciendo el grupo “Gestión pública del agua” de -Tejedor, Colau, Ballart, Parlón…- como el más libre de control foráneo. En cualquier caso, sin tener que tomar un cóctel en Boadas o tener dudas sobre las exquisitas aguas minerales, tendremos desde el grifo de casa un servicio de fina coctelería. III

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