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Compás de espera de Seat en la deslocalización de empresas por la ansiedad que genera el “procés”
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Compás de espera de Seat en la deslocalización de empresas por la ansiedad que genera el “procés”

jueves 02 de noviembre de 2017, 20:42h
El choque político e institucional entre Cataluña y el Gobierno de España ha despertado al mundo económico. Tras los hechos acontecidos el 1 de octubre, las grandes empresas iniciaban su marcha. La primera fue, de hecho, la hasta entonces de Cornellà Oryzon Genomics.
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El consejo de administración de la biotecnológica decidió ubicar su sede social en Madrid “para optimizar sus operaciones y la relación con los inversores”, según argumentó la compañía en un comunicado.

Tras Oryzon, se calcula que más de 1.600 empresas habrían cambiado su sede social desde entonces; entre ellas, seis de las siete empresas catalanas del Ibex 35; las principales entidades financieras como Banc Sabadell o Caixabank; pero, también, otras grandes empresas del territorio como MRW, Proclinic Expert, Grupo Indukern o la histórica Ciments Molins. En paralelo, otras han sido más cautas y han anunciado que lo harían si había una declaración unilateral de independencia: Bayer, Pronovias o Siemens, entre otras. Esto, al cierre de esta edición, ya ha ocurrido.

El cambio de sede social es, en cualquier caso, solo la punta de un iceberg inmenso que ya ha chocado en el territorio y que no solo afecta a grandes empresas: “Hay pymes y medianas empresas que no han dicho nada y se han ido”, avanza la directora general de la patronal Aeball, Rosa Fiol. “Mientras solo se trate de la sede fiscal tiene un impacto controlado, entre comillas. El problema es cuando esto deriva en traslados de personas. Empezarán por centros de dirección, de gestión, de decisión y, luego, el problema será cuando empiecen -que esperemos que no se llegue- con la deslocalización de los centros de trabajo. Éste es el gran peligro que hay que evitar”, alerta Manuel Rosillo, presidente de la patronal.

Y ya hay, según reconoce, ejemplos que se lo están planteando; sobre todo, aquellas que ya cuentan con centros de producción en otros lugares de España y que, por tanto, podrían centralizar allí su actividad: “El empresario me decía: me estoy planteando llevarme la planta catalana a la central de Galicia. Todo esto me está generando mucha ansiedad, mucho nerviosismo y yo solo quiero trabajar y vivir tranquilo. Y lo que hago aquí lo puedo hacer allí”, recuerda Rosillo.

“Choque a 100 km/h”
Incertidumbre es lo único que no quiere un empresario y es, precisamente, lo que más desprende esta crisis institucional excepcional, una crisis que, según opina Rosillo, va a afectar principalmente también al tejido de empresas locales y autónomos: “Van a ser los grandes sufridores de esta situación”. Y añade: “Hay preocupación porque se empiezan a congelar las inversiones, se está bajando el consumo, la contratación se ha parado… Esto ha sido ir a 100 km/h y frenar en seco; puedes imaginar el trompazo. Alguien saldrá herido seguro. Ha sido un choque muy fuerte y las empresas están en estado de ‘shock’”.

En este sentido, la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín, ha trasladado la misma preocupación en la presentación del último Foro Fem Llobregat, con un ejemplo de empresa de la ciudad que había perdido en estas últimas semanas, de manera repentina, un 90% de su facturación. Se refería, según hemos podido saber, a la compañía especializada en olivada de Roberto Ruiz, quien fuera teniente de alcalde de Seguridad Ciudadana. Con un pequeño obrador en L’Hospitalet, Ruiz asegura que la supervivencia de la compañía está en peligro pese a contar con el mejor producto de su gama de Europa.

En esta misma línea se ha manifestado Marín: “Las empresas se están yendo, la economía catalana se está resistiendo, está bajando el turismo, hay pequeños empresarios que sufren el boicot… Hay empresas importantes de L’Hospitalet que han decidido marcharse a Madrid, Zaragoza u otros puntos de la geografía. Pero también he hablado con pequeños empresarios que lo están pasando muy mal, que han visto reducidos los pedidos en un porcentaje muy amplio que ponen en riesgo la viabilidad de sus empresas”. Y ha concluido, de manera tajante: “No quiero que en Cataluña se redistribuya la miseria; quiero que se redistribuya la riqueza”.

Sea como fuere, Rosillo hace un llamamiento a la calma y a la responsabilidad y, por tanto, a no entrar en el juego de ningún tipo de boicot: “No hay que hacer ningún boicot a los productos catalanes. Si hacemos daño a Cataluña también hacemos daño en España. Nos vamos a hacer mucho daño todos. Por tanto, sigamos con nuestras costumbres con los proveedores y clientes. No creo que esto se vaya a enquistar en el tiempo; eso sí sería un desastre”.

Pendientes de Seat
Desde el mismo 3 de octubre que empezó la llamada ‘fuga de empresas’, todas las miradas se pusieron en la empresa más importante del Baix Llobregat y de Cataluña: Seat. La multinacional de la automoción no ha hecho, por el momento, ningún movimiento en firme y se ha mostrado cauta. En este sentido, el presidente de la compañía, Luca de Meo, ha enviado una carta a sus trabajadores pidiendo tranquilidad, en la que aseguraba que no habían tenido la necesidad de adoptar ninguna medida, puesto que “han podido desarrollar la actividad operativa con normalidad”. Aun así, no cierran la puerta al cambio de sede, algo que depende fundamentalmente de la garantía jurídica que ofrece la Unión Europea.

Seat, la empresa española de la automoción por antonomasia, está actualmente en una situación comprometida. Con la presidencia de De Meo, Seat ha fortalecido fuertemente los lazos con Barcelona como identidad de marca y bajo esta premisa: lo que es bueno para Barcelona, es bueno para Cataluña, para España, para Europa y, en paralelo, para Seat y para el grupo alemán Volkswagen. Una excelente simbiosis que se vuelven a plasmar en resultados.

Tal y como ha comunicado la compañía recientemente, Seat ha aumentado en un 11% sus ventas en los primeros nueve meses del año, alcalzando la cifra de los 7.255 millones de euros. El motivo fundamental es el empuje de los nuevos modelos, especialmente, el Ateca. En este periodo, la entrega de vehículos a clientes ha mejorado en un 13,4%, llegando a las 354.900 unidades, 436.000 si se incluye el Audi Q3, que se fabrica precisamente en Martorell, una planta que está al 90% de su capacidad operativa. Con todo, Seat va camino de cerrar otro año histórico para la marca. Unos resultados que tendrán parte de culpa, con toda la connotación positiva que merece, en los resultados globales del grupo Volkswagen, que ya gana un 30,8% más que en el mismo periodo de 2016. III

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