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El Llobregat celebra su segundo ‘Diàlegs Filosòfics al Baix’ con la ética, la religión y la figura de Martín Lutero como protagonistas
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El Llobregat celebra su segundo ‘Diàlegs Filosòfics al Baix’ con la ética, la religión y la figura de Martín Lutero como protagonistas

viernes 15 de diciembre de 2017, 18:37h
El acto, que ha contado con la ponencia del Doctor en Filosofía y Teólogo, Antoni Fornés, se ha organizado en el Ateneu Santfeliuenc en el marco del 500 aniversario de las Tesis de Wittemberg

En un momento de falta de debate sobre la trascendencia, de derrota del espiritualismo frente al materialismo, pero también en un contexto en el que el ateísmo y el agnosticismo apuesta por la creación de una ética a partir de la definición no religiosa del ‘Bien’, El Llobregat ha celebrado, a las puertas de las fiestas navideñas –fiestas de origen religioso, aunque ahora no lo parezca-, el segundo coloquio correspondiente a la ruta ‘Diàlegs Filosòfics al Baix’ con la ética, la religión y la figura de Martín Lutero como principales protagonistas.

Celebrada en el Ateneu Santfeliuenc, en Sant Feliu de Llobregat, casi medio centenar de personas han asistido a la ponencia del doctor en Filosofía, teólogo y escritor Antonio Fornés que ha acabado el acto con una lapidaria afirmación: “El ‘Bien’ es una estructura mental igual de fundamentada que la existencia de los ángeles. Ninguna. Construir una ética a partir de esto, para mí, no tiene sentido”.

Con este apunto, Fornés ha concluido su repaso del pensamiento de Martín Lutero, precisamente, en el 500 aniversario de las célebres Tesis de Wittemberg. Un repaso con el que ha desmentido algunas suposiciones para algunos muy establecidas sobre el principal impulsor de la Reforma Protestante, también conocida simplemente como ‘La Reforma’, en la Alemania del S. XVI: “Pese a que Lutero podría representar el modernismo en la época, es un pensador medieval que aspira no avanzar hacia adelante, sino en realidad, hacia atrás”, ha dicho Fornés.

De hecho, Lutero se basa en pensamientos antiaristotélicos que tienen su origen en el s.XIII y plantea, en relación con su aplicación en la ética, la no existencia de universales (bien y mal), la no existencia de ningún tipo de derecho ni razón natural: el único camino es la obediencia a la Revelación: “Dios no nos pide que hagamos cosas porque sean buenas, sino que son buenas por el sólo hecho de que Dios las ordena”, ha desgranado Fornés, recordando las palabras de Ockam: “Dios podría haber decidido salvar a los asnos y no a los hombres”.

Prueba de que el movimiento nominalista, del que participaba Lutero, no era para nada un movimiento moderno, al contrario, es que inflaba el concepto de ‘reforma’ que, en realidad, había estado presente en toda la Edad Media: “Haciendo un símil con la actualidad, la ‘Reforma’ era como la ‘Democracia’ ahora, todo el mundo la usa como arma arrojadiza sin estar muy seguro nadie de qué significa realmente”; colocaba a la Teología por encima de la filosofía por esta omnipotencia divina incluso arbitraria; apostaba por un pesimismo antropológico de raíz agustiniana que ve al hombre como pecador e incapaz de alcanzar el bien con sus propios medios; enriquecía el escepticismo; y daba continuidad a ideas muy medievales como la de la figura del Diablo, también, omnipresente: “Lutero decía que hablaba con el Diablo”.

Tal era la obediencia divina de Lutero que no compartía pagar las indulgencias, puesto que, en realidad, nuestro destino como seres pecadores depende, únicamente, de la voluntad de Dios: “La justificación por la fe responde a una absolutización muy radicalizada de las tesis de San Agustín al respecto de su pesimismo antropológico. El hombre es pecador por naturaleza, sus actos, como pecador que es, no valen nada (son apenas muestras), no le garantizan la salvación. Solo Dios salva, y concede la fe”.

Esto y la negación de la autoridad papal y buena parte de los sacramentos y, por tanto, la tradición de la Iglesia marcará fuertemente su pensamiento, algo que, también, tuvo su cuestión positiva. Lutero estableció como única autoridad la Biblia, lo que dio lugar a un mayor y exhaustivo estudio del libro sagrado.

Tras la ponencia de Fornés, los asistentes tuvieron la oportunidad de participar activamente en el debate y plantear cuestiones relacionadas, como decimos, con la ética, la religión y otras cuestiones vinculadas fundamentalmente con su aplicación en la actualidad.

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