Márquez: “L’Hospitalet tiene mucho arte”

Rosana Romero, Susana Escoda, Toni Muñiz, Sala Barrero, Javier Aranda. La lista de nombres de artistas consagrados que han pasado por la conocida Asociación Cultural Andaluza de L’Hospitalet, fundada en 1984, y su Centro Municipal Claveles, en el corazón de La Florida, es infinita. Pero todos tienen un nombre en común: la reconocida bailaora hospitalense Ana Márquez, fundadora, profesora y presidenta de la entidad.

Un currículo que, este año, ha sido reconocido en L’Hospitalet en el marco del Día de Andalucía con el Premio de Honor Blas Infante, siendo así la primera mujer que obtiene este galardón: “Fue muy bonito. Estaba como una niña ‘chica’. Sobre todo, porque soy la primera mujer a la que se lo han dado; y no me lo hubiera imaginado nunca. Es el premio de tu ciudad; de la gente que está a tu lado. ¡Y mira que soy ‘pejiguera’!”, bromea Márquez desde uno de los bonitos salones del ‘Claveles’, en La Florida, su barrio.

Del singular barrio La Florida
“Vivo en el sector Sant Feliu, pero La Florida es mi barrio. Llegué con 13 meses cuando mi madre se compró una casa para hacer negocio. Aquí jugando me he arañado las rodillas, nos hemos clavado destornillados…”, recuerda con nostalgia sobre el singular barrio que le vio crecer como a tantos otros inmigrantes españoles que llegaron a la ciudad y a barrios como éste. “L’Hospitalet tiene mucho arte. Ha venido gente de muchos sitios y ha habido una mezcla especial. Es un crisol de culturas”.

Y ella es un buen ejemplo. La primera de la familia –extremeña- nacida en Cataluña, Márquez reconoce lo mucho que le tira su tierra, además de sentirse “andaluza por elección”: “Soy nacida en Barcelona, la primera de mi familia extremeña. Cataluña es donde he nacido, vivido, donde tengo toda mi vida y todo; pero reconozco que Extremadura me tira mucho y cada vez más. Además, me considera andaluza de elección”.

Por todo, se siente en medio de dos maneras de pensar que no entiende ni comparte y que le ha llegado a quitar el sueño por toda la crispación política que se vive en Cataluña: “Lo que está ocurriendo ahora es lo que no esperaríamos nunca; este revuelo de gente que se está posicionando en sitios donde no estaba nunca. Me ha preocupado mucho; he llegado a no dormir por ello. Y he tenido que desconectar porque he llegado a estar muy preocupada y enfadada. Por lo que escuchaba y no podía aceptar. He nacido aquí y nunca he tenido ningún problema; aquí se vive bien y, sin embargo, ahora me siento como en tierra de nadie, porque no eres ni catalana independentista y tampoco tengo nada que ver con aquellos del ‘A por ellos’”.

Mi segunda casa
Donde sí se siente a gusto es en su segunda casa, la Asociación Cultural Andaluza: “Querían que hubiera una casa de Andalucía y ahora si me sacas de aquí, me muero. Es mi segunda casa”. Y es que Márquez es el alma, el cerebro y el corazón de esta entidad tras toda una vida vinculada al baile: “La primera que se acerca al mundo del baile fui yo que me ponía a bailar delante de la televisión”, explica entre risas Márquez. “Mi padre era taxista y dejó una vez a la que fue luego mi maestra: hablando le diría algo así como que tengo una niña que es una artista y te la voy a traer”.

Y así fue. “Quería hacer clásico, pero lo que hacían era algo de flamenco y español. Me hicieron una prueba con un redoble de sevillanas y no me salía. La primera impresión fue una decepción, pero como era cabezona y rebelde, volví el día siguiente para hacer el paso y seguir bailando”.

Desde entonces, la bailaora hospitalense ha bailado de todo: flamenco, claqué, jazz, danza clásico, escuela bolera, español… Bailes que le han llevado de gira por todo el mundo: “Te enseña la vida. Aprendes como es el mundo, aunque los artistas seamos un poco tontos. Aprendemos cuando te han dado unos cuantos palos, porque con el aplauso ya nos basta. Puedes tener muchos problemas, pero cuando sales a bailar y tienes el aplauso sientes en la piel algo que hace que se olvide todo”.

El flamenco se acercó a ella
Por casualidad, la joven bailaora se acercó al flamenco, baile que acabaría también marcando su carrera. O mejor dicho: el flamenco se acercó a ella. “Estábamos en dos escuelas, yo hacía claqué y jazz en una y español y mil cosas más en otra. Había una compañera, Lucía, que quería hacer flamenco, pero a mí me sabía mal irme con otro maestro. Pero al final me fui con ella y empecé flamenco; y no me gustaba”, recuerda. “Pero seguí bailando flamenco y clásico con una maestra inglesa, de 70 años, que era una fenómeno; ¡cómo se movía!”.

Profesora de grandes profesionales
Fue, entonces, con la muerte de su padre, cuando empezó a asentarse en L’Hospitalet, ir a los tablaos flamencos y las peñas: “Allí empecé a descubrir el flamenco con el ‘Lenteja’, el ‘Churrero’, la peña Antonio Mairena, Diego Garrido… y todo eso me envolvió”.

Ahora, años después, cuenta con una larga lista de cientos de chicos y chicas triunfando por el mundo a partir del baile y gracias a su mano y sus tacones: “El mayor orgullo y satisfacción es que tengas tus alumnos y que bailen mejor que tú. El alumno siempre tiene que superar al maestro, sino el alumno es un mediocre y el maestro también. Mis alumnos bailan mejor que yo”.