La fragmentación del voto amenaza a los alcaldes

La legislatura entra en su recta final. Más de tres años desde que se configuraran los ayuntamientos que han dado para mucho -como viene siendo de costumbre por otra parte-. Discordancias de criterio en los grupos municipales o entre los propios gobiernos locales, algunos de ellos fruto de coaliciones a veces inverosímiles o contra natura, han dejado un reguero de regidores no adscritos y cambios de alcaldías, muchas veces con el trasfondo de la situación política en Cataluña. Situación que amenaza con cambiar el tablero y fragmentar más el voto

¿Ola naranja?
Si 2015 significó el año de la llegada de los llamados “ayuntamientos del cambio”, liderados por candidaturas plurales de partidos de izquierda bajo el paraguas de los éxitos de Pablo Iglesias y Ada Colau, los comicios del 2019 pueden ser los de la conversión definitiva del tradicional ‘cinturón rojo’ en el ‘cinturón naranja’. La situación política catalana, que ha condicionado fuertemente los gobiernos municipales de la comarca, puede propiciar un importante avance de Ciudadanos en un área metropolitana poco favorable a las tesis independentistas. En lo que respecta al Baix Llobregat, la zona Delta, centro y algunos municipios del norte como Abrera o Sant Andreu podrían convertirse en territorio naranja de aquí a un año y que esta formación, que ahora no gobierna ningún municipio –salvo en Sant Andreu de la Barca, donde lo hace de la mano del PSC- consiga alcaldías. Solo hace falta comprobar los resultados de las últimas elecciones autonómicas del 21-D y ver como Ciudadanos arrasó en buena parte de la comarca, doblando a veces en votos al PSC.

Pese a que generalmente la dinámica de las municipales suele ser diferente a la de las catalanas, la polarización política de los últimos meses puede trasladarse al ámbito local, propiciando un aumento importante del partido de Albert Rivera y enterrando el mito del ‘cinturón rojo’, algo que, por otra parte, para el alcalde de Cornellà, Antonio Balmón, “es cosa del siglo pasado”, tal como dijo en una conferencia el mes pasado en Barcelona.

Alcaldías partidas
Por otra parte, esta legislatura se ha caracterizado por los acuerdos entre partidos para repartirse las alcaldías. El caso más importante es el de Castelldefels, donde Movem –unión de ICV-EUiA, Moviment d’Esquerres, Equo y Entesa- se ha dividido la vara de primer regidor con el PSC. El año pasado, Candela López, de Movem, pasó el timón de la ciudad a la socialista María Miranda, que acabará la legislatura al frente de un gobierno que completan ERC, Sí que Es Pot –la marca local de Podemos- y el PDeCAT, fruto de un acuerdo para arrebatar la alcaldía al popular Manuel Reyes, que pese a ganar las elecciones no sumaba suficiente como para gobernar el solitario.

Este acuerdo, no obstante, no ha estado exento de polémica por el proceso independentista, que ha generado unas tensiones internas que, de momento, el ‘pentapartito’ de Castelldefels ha sabido llevar con fineza. Unas contradicciones, sin embargo, que ha intentado aprovechar Reyes para desgastar al gobierno. Un ejemplo de ello fue la mediática entrada de la ciudad en la Associació de Municipis per la Independència (AMI) en el año 2015, con tensas manifestaciones ante el ayuntamiento a favor y en contra mientras se debatía la cuestión en el Pleno.

Otros casos destacados de alcaldías partidas durante esta legislatura ha sido el de Sant Esteve Sesrovires, donde ERC y PSC decidieron repartirse el poder con el apoyo de Entesa. Comenzó el mandato la republicana Carme Rallo, para pasar el testigo al socialista Enric Carbonell el año pasado. La relación aquí, sin embargo, no parece ser tan buena como en Castelldefels. La inexistencia de un rival a batir contra el cual juegan todos –como es el caso de Reyes en el municipio costero- y la incidencia del proceso independentista contribuyeron a la ruptura del acuerdo con ERC y la expulsión de este partido del gobierno, un culebrón que trajo acusaciones mutuas sobre las maneras de gobernar.

El caso de Sant Esteve es similar al que ha tenido lugar en Corbera, donde después de que ERC y PSC pactaran la alternancia en la alcaldía en 2015, ahora un acuerdo cuádruple entre ERC, CUP, PDeCAT y ICV ha echado a la socialista Rosa Boladeras de la alcaldía y ha aupado a la republicana Montserrat Febrero mediante una moción de censura. Los motivos? De nuevo, la “situación de excepcionalidad” que vive Cataluña y el hecho de que los concejales del PSC no hayan condenado el encarcelamiento de los líderes independentistas, argumentan desde ERC.

Nuevas y viejas caras
Los próximos comicios locales también dejaran imágenes históricas, como en El Prat, donde el eterno líder de ICV, Lluís Tejedor, dejará paso a Lluís Mijoler como alcaldable de los ecosocialistas. Quedará por ver, no obstante, si ICV acude en solitario a las municipales a nivel catalán o bien apuesta por una confluencia con los ‘comunes’, tal como hizo en las pasadas elecciones al Parlament o al Congreso. En ese caso, se tendría que ver si Mijoler encabeza la candidatura pratense o no.

A falta de sorpresas de última hora, quienes seguirán al pie del cañón son los también históricos Antonio Balmón y Antoni Poveda, alcaldes de Cornellà y Sant Joan Despí y auténticos pesos pesados del PSC tanto a nivel comarcal como autonómico. Los dos barones comarcales se enfrentarán al desafío de mantener la hegemonía socialista en estos dos municipios, en el caso de Balmón, y la mayoría absoluta, en el caso de Poveda. Balmón, que la perdió en 2015, afronta los comicios con el aliento de los naranjas en el cogote, que amenazan con robarle apoyos. Una dinámica que seguramente acabará marcando los resultados electorales de aquí a 12 meses.