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El coraje de las propias ideas y el arte del engaño
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El coraje de las propias ideas y el arte del engaño

Por Joan Carles Valero
viernes 06 de julio de 2018, 23:54h
Es tiempo de nuevos héroes, de personas sencillas, más fuertes que poderosas, capaces de hacer un acto de valentía extraordinario y generoso que implique el sacrificio consciente de sí mismo para proteger el bien ajeno o el bien común.

Están en las aulas como delegados/as de clase, integran las juntas de las entidades, militan sin medrar puestos en las listas electorales; son los buenos maestros/as y los auténticos servidores públicos, funcionarios y también periodistas. Conozco a muchos héroes y ninguno se dedica a la política, porque está más basada en el arte del engaño que en la autenticidad, que consiste en la coherencia entre lo que se siente, piensa, dice y hace.

Leonardo da Vinci decía que la persona común mira sin ver, escucha sin oír, toca sin sentir, come sin saborear, se mueve sin tener conciencia física, inhala sin darse cuenta del olor o la fragancia, y habla sin pensar. Hace 2.300 años, el sabio Aristóteles escribió Retórica, un tratado sobre la comunicación persuasiva. Decía que la persuasión “es el arte de conseguir que las personas hagan algo que normalmente no harían si no se lo pidieran”, como que te voten. Nuestros políticos locales son pésimos aprendices del filósofo griego.

A pesar de la mala imagen que tiene el engaño, la mentira, los embustes, las medias verdades, la falta de franqueza y los métodos tortuosos e indirectos, nuestros políticos son los que más recurren al arte del engaño. Hay quien defiende que la vida social se antoja imposible sin el engaño porque el ser humano parece no estar hecho para buscar la verdad, sino para sobrevivir. Y a veces la verdad y la supervivencia son términos opuestos. Bien lo sabe el astuto muñidor del “procés”, ahora en Alemania, que parece seguir a pie juntillas El arte de la guerra, de Sun Tzu, un libro escrito hace 2.500 años y considerado el mejor manual del engaño para hacerse con la victoria en todo tipo de situaciones, incluidas las guerras simbólicas basadas en el simulacro.

Es de buen gusto y parece reflejar una gran categoría moral rechazar cualquier procedimiento que no consista en decir la verdad y actuar sin disimulo, de manera sincera y directa, como hacían los caballeros andantes. Sin embargo, en cuanto nos alejamos del mundo de las fábulas, la novela o el cine y observamos cualquier momento histórico, en cualquier acontecimiento más o menos célebre descubrimos siempre la presencia del engaño. En los próximos diez meses asistiremos en nuestros municipios a auténticos aquelarres de las medias verdades, la falta de franqueza y los métodos tortuosos para vendernos la obra de gobierno o formularnos promesas.

Engañar mediante eufemismos
En unos tiempos en los que la información, la desinformación y la contrainformación se han convertido en habituales, las lecciones del engaño del maestro Sun parecen más actuales que nunca, tanto para crear sutiles estratagemas y mentiras como para saber detectarlas y prevenirnos contra ellas. El mejor engaño de un estratega consiste en no hablar nunca de engaño y mentira. Al examinar cualquier estrategia política no debemos buscar palabras como «mentira», «engaño», «trampa» o «emboscada», sino «imprevisto», «error», «inteligencia», «secreto» y, por supuesto, «sorpresa», puesto que sin engaño casi nunca puede haber sorpresa. El engaño es el territorio donde se reproducen los eufemismos, que son esas expresiones que atenúan la verdad, como hablar de daños colaterales cuando sencillamente se trata de víctimas inocentes.

El uso del término “naturalizar” Cornellà en la ciudad más densamente poblada del Baix Llobregat, con permiso de L’Hospitalet, es un ejemplo paradigmático de eufemismo político. La verdadera naturalización de ambas ciudades solo será posible tras derribar manzanas completas de edificios para esponjar el exceso de cemento y asfalto y crear verdaderos espacios libres y verdes, el equipamiento más deseado por los ciudadanos. La operación sería similar a la que Maragall llevó a cabo en el Raval creando avenidas en medio de un distrito que hacía siglos que urbanísticamente no se tocaba. Así se naturaliza auténticamente y no con la creación de minúsculos espacios verdes en las esquinas y rotondas.

Lamentablemente, Cornellà ha sido noticia semanas atrás por el suicidio de una persona cuando iba a ser desahuciada y por las peleas nocturnas, con el resultado de un joven de Gavà todavía en coma. Un reportaje televisivo del programa En el punto de mira se infiltró hace unos días en la conflictiva discoteca Phant de Cornellá donde tuvo su origen la trifulca. En el caso del suicidio, el Ayuntamiento reaccionó defendiendo la pancarta contra los desahucios, pero no quiso atender al programa de Tele 5 sobre la conflictiva zona de ocio en pleno corazón urbano.

Mascarada de la CUP
Cornellà es paradigma de engaño político por parte de la CUP, organización radical que se presentó en 2015 a las elecciones municipales bajo la piel de Cornellà en Comú, confundiendo al electorado podemita, como ocurrió en L’Hospitalet con los dos concejales de “Ganemos”, Rafael Jiménez y Cristina Santón, que no tardaron en poner en práctica el nombre de su formación en beneficio propio al integrarse en el gobierno municipal con un sueldo de “solo” 77.000 euros brutos anuales. En Cornellà, los lobos cuperos con piel de cordero comuneros obtuvieron 5 concejales y ahora tres de ellos, entre los que figura el sustituto del diputado Vidal Aragonés, han creado el partido Alternativa Esquerra Pirates, otra mascarada de la CUP para seguir apropiándose de los 6.000 votos que, a cara descubierta, creo que jamás obtendrían en esa ciudad.

En cuanto al PSC, esperemos que en las próximas municipales de mayo de 2019 el partido no esconda su marca detrás de Antoni Balmón, como ocurrió en 2015, aunque ahora el alcalde parece más cansado que entonces. En el PSC le ruegan que siga como cabeza de cartel, aunque se equivocara al apoyar a Susana Díaz en las primarias del PSOE frente a Pedro Sánchez. El equipo de gobierno de Cornellà tendrá que explicar por qué no rebaja el IBI a los ciudadanos, primero, porque cada ejercicio municipal cierra con superávit. Y segundo, porque a los vecinos se les dice que el IBI está congelado, pero el Ayuntamiento calla que mantiene los precios de ese impuesto sobre la vivienda, pese a que el valor catastral de los inmuebles se ha rebajado un 18% de media, lo que en la práctica supone un aumento de ese mismo porcentaje. Hasta en la Peña del Dominó, la asociación más importante de Cornellà, empiezan a estar hartos de las viejas formas y reclaman personas que pongan el amor y la gratitud en primer lugar. Necesitamos líderes auténticos, coherentes entre lo que siente, piensan, dicen y hacen. Vivimos tiempos de hambre de autenticidad, de nuevos héroes.

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