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El afrancesado: Manuel Valls
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El afrancesado: Manuel Valls

Por Lluis M Estruch
miércoles 03 de octubre de 2018, 19:38h
La proximidad de Cataluña a Francia es evidente, su influencia también. Ello es extensible a España en su conjunto. Ha habido conflictos hispano franceses en buena parte mitificados; en la guerra de la Independencia, ¿quién recuerda a los ejércitos anglo-portugueses, tan decisivos contra Napoleón, ¿o solo hubo guerrillas y timbaleros?

Cataluña estuvo como Marca Hispanica supeditada al Imperio de Carlomagno, siglos después fue once años francesa tras la revuelta de Pau Claris.

En todos los conflictos españoles, Francia ha sido tierra de acogida y exilio para los vencidos. El último con ETA se ha resuelto con su eficaz ayuda.

Por ello sorprende la hostilidad inicial hacia este catalán de Horta, Manuel Valls Galfetti, de 56 años, por querer ser Alcalde de Barcelona, en mayo. Teniendo la doble nacionalidad y una brillante carrera política en Francia. Siendo un exalumno de la pública y un alojado de vivienda municipal, aunque su padre fuera un buen pintor figurativo.

Hay reservas, a pesar de sus raíces, de su nacimiento en la clínica La Previsión ferroviaria de Horta, de sus veraneos, de su familia catalana, de hablar un catalán perfecto. Con su buen currículo, el tema de moda.

Ha sido 12 años alcalde de Évry -52 mil habitantes al Sur de París-, ciudad conflictiva que pacificó y reanimó con medidas eficaces de forma rápida. De allí a ministro del Interior y poco después a Primer ministro en períodos muy difíciles. Valls, buen orador, no deja indiferente, su religión es su laicismo republicano, él cree en la autoridad y venera a Clemenceau “el Tigre”, un gran estadista radical. Fue colaborador de Rocard, un socialista reformista.

Tras meses de reflexión, ha decidido en dos actos sobrios dar noticia de su compromiso con Barcelona, una ciudad que lo necesita tras la caótica gestión de Colau en temas cruciales para la ciudad: Seguridad, vivienda y apertura económica e internacional.

A los afectados por la irrupción de este temible competidor en un viciado escenario, solo queda decirles que la UE permite presentarse a las municipales, siendo de otro país UE.

Hay ya alcaldes y concejales no españoles en ciudades turísticas del Levante y del sur español, desde hace años.

Daniel Cohn-Bendit, el líder francés del Mayo 68, fue expulsado pero logró ser teniente de alcalde en Frankfort con los “verdes” alemanes, después ya como francés sigue de eurodiputado “verde” hasta hoy.

Anne Hidalgo, una gaditana que con doble nacionalidad es la alcaldesa de París.

Son buenos ejemplos de europeísmo real y consecuente.

Otra cosa será la carrera de obstáculos que Valls encontrará en su ciudad natal para realizar la campaña hasta ahora apoyada por independientes y Ciudadanos. Su plataforma transversal es ideal para captar el desengaño de tanta agitación y propaganda desde hace 8 años. Barcelona suspira por la normalidad, por la paz, y esto influirá en el extrarradio de los 32 municipios. Valls tiene un proyecto metropolitano, de hecho su carrera empezó en el suburbio parisino. Y encima estrena concepto en su ciudad de origen, muy motivado se le supone. Ah, para los de la Europa de las regiones, la madre de Valls es suizo-italiana del Ticino, un cantón suizo donde hacen muchos referéndums, uno de los últimos más significativo: prohibir el burka.

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