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La fórmula metropolitana

viernes 05 de octubre de 2018, 02:27h
Con la presente edición de El Llobregat queremos reabrir el debate sobre el gobierno metropolitano y la necesidad -o no- de fortalecerlo y potenciarlo, partiendo de la base de que el área metropolitana es un continuo urbano en el que los problemas que afectan al día a día de los ciudadanos no se detienen ante unas fronteras municipales diluidas en el conglomerado de edificios y calles.

Dialogando sobre este tema con los portavoces de los partidos que forman el Consejo Metropolitano del Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB), ente heredero de aquella Corporación Metropolitana de Barcelona (CMB) que fue borrada del mapa hace 30 años por un gobierno de la Generalitat temeroso de que se consolidara como un contrapoder, se desprende la idea de que hay que incidir en crear más conciencia metropolitana. Todos hacen autocrítica y reconocen que ahora es más que nunca necesaria una coordinación que dé respuestas metropolitanas a problemáticas y cuestiones que afectan, por poner un ejemplo, a un vecino de Badalona y a otro de Viladecans por igual.

“Reinos de taifas”
En el fondo se trata de romper lo que más de uno ha definido como “reinos de taifas”, en referencia a unos municipios cuyos alcaldes están más interesados en mantener los apoyos en su casa que en ir más allá y dar pasos hacia una mayor coordinación con los ayuntamientos vecinos. De nada sirve, tal como explica en esta edición el exalcalde de Barcelona Jordi Hereu, que Barcelona ponga en marcha una moratoria turística y que L’Hospitalet abra las puertas de par en par a los operadores del sector. Este es tan solo un ejemplo extrapolable a otras cuestiones como la vivienda, uno de los desafíos metropolitanos más intensos y que requiere una coordinación entre los consistorios para hacerle frente.

La Gran Barcelona
Por todo ello, hacen falta hechos y creerse de una vez por todas que el área metropolitana es una gran ciudad -la idea de la Gran Barcelona, una parte importante de la cual está formada a su vez por ciudades del Baix Llobregat- que ha de ser pensada desde un punto de vista común. Esto no quiere decir, no obstante, ni que Barcelona deba anexionarse municipios vecinos ni que estos pierdan influencia sobre su territorio. Se trata de sumar desde la diversidad.

Por vicisitudes históricas, el área metropolitana de Barcelona ha sumado esfuerzos con los municipios aledaños en vez de optar por la simple anexión, como en el caso de Madrid. Un camino que ha permitido avanzar en cuestiones como la gestión de residuos. ¿Qué haría Barcelona con su basura sin el AMB? De todas formas, los desafíos presentes y futuros -medio ambiente, vivienda...- hacen necesario un fortalecimiento de la institución que ha de venir acompañado de la asunción, por parte de los ayuntamientos, de que el continuo urbano no entiende de fronteras.

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