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Una de las naves de Mercabarna.
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Una de las naves de Mercabarna. (Foto: El Llobregat)

¿De dónde viene lo que comemos y adónde va lo que cultivamos?

Por Francisco J. Rodríguez
viernes 05 de abril de 2019, 10:21h

Mercabarna y el Parc Agrari se erigen como la despensa y la huerta de la conurbación | Una quinta parte de las frutas y hortalizas de Mercabarna se producen en el Baix | Los payeses muestran preocupación por el relevo generacional y la protección de la tierra


  • Mapa de procedencias de los principales productos que llegan a Mercabarna | Andrés Durán

Menos de cinco kilómetros serparan la huerta del área metropolitana de su despensa. Estamos hablando del Parc Agrari y de Mercabarna, el gran mercado mayorista barcelonés y a la postre alacena de la conurbación. De la conurbación y del mundo, teniendo en cuenta que importa volúmenes ingentes de productos llegados de todo el mundo. Datos que, junto a los buenos resultados de 2018 -el mercado consiguió un 50% más de beneficio antes de impuestos respecto al año anterior- justifican que otros mercados mayoristas hayan puesto sus ojos en Mercabarna para conocer su modelo de gestión.

A Mercabarna llegan productos, como hemos dicho, de todos los rincones del orbe [ver página siguiente], aunque por proximidad, una de las zonas que abastece de manera más intensa al mercado barcelonés es el Baix Llobregat y, en concreto, su Parc Agrari. Según datos de Mercabarna, una quinta parte de las frutas y hortalizas que allí se comercializan se producen en la comarca.

De hecho, algunos de los productores del Baix Llobregat venden directamente su cosecha en el mercado barcelonés, en unos espacios habilitados para ello y que, bajo pago de un alquiler, pueden ocupar cuando quieren dar salida a sus productos. Fuentes de Mercabarna indican que alrededor de 70 payeses optan por una modalidad de venta pensada, sostienen dichas fuentes, para ayudar a los productores locales.

¿Y cuáles son los productos que los agricultores del Baix Llobregat llevan a Mercabarna? Según señalan desde el mercado, principalmente son alcachofas, habas y acelgas y, en menor medida, coliflor, lechuga, brécol verde, brócoli, espárragos, calçots y cerezas.

¿Comer de temporada?

Una de las empresas de Mercabarna que trabaja con productos de la comarca y su Parc Agrari es el Grup Cano. Su responsable, Eva Cano, destaca por encima de todo la alcachofa Prat, los calçots y los espárragos de Gavà. “Intentamos comprar producto de kilómetro 0, siempre que las condiciones dejen”, afirma Cano, que introduce una cuestión importante como es el modelo de consumo. ¿Podemos comer lo que queramos en cualquier época del año y que sea de proximidad? Tanto los productores como los intermediarios coinciden en que ambas voluntades son incompatibles. ¿Estamos, pues, concienciados para comer de temporada? Lluís Solanas, agricultor y presidente de la Cooperativa Agrària Santboiana, institución que este año cumple un siglo de vida, lo pone en duda. “Hasta que no se valore la comida, no iremos bien”, reconoce.

La huella en el medio ambiente

No obstante, actualmente consumimos productos de todo tipo durante todo el año, muchas veces porque los traemos de fuera. En el mapa superior se pueden apreciar los principales orígenes de los productos más importados a Mercabarna, en su gran mayoría frutas y hortalizas. Destaca el salmón del norte de Europa, las naranjas de Marruecos, las patatas del centro de Europa o las frutas tropicales de Sudamérica y los kiwis de las antípodas. Operaciones que nos permiten consumir productos más exóticos, equilibrar nuestro mercado y abastecerlo debidamente, pero que dejan huella en el medio ambiente.

Por poner un ejemplo, un hipotético barco que zarpara de Nueva Zelanda con kiwis hacia Barcelona, una ruta de unos 36.200 kilómetros, dejaría una huella de carbono de 6.413 kilogramos de CO2 por TEU -una capacidad de medida de un contenedor normalizado-.

Sorprende el alto número de importación de frutas, teniendo en cuenta que contamos con una zona próxima de producción como es Lleida. Sin embargo, nos tenemos que abastecer con producción extranjera a nivel catalán, ya que la fruta leridana se exporta al 90% a otros países, sobre todo del norte de Europa, donde se pirran por unos productos que no tienen allí y que pagan bien.

Por otra parte, hay que destacar que en España ya se cultivan productos originarios de tierras lejanas como el mango o la piña, pero como la demanda es muy alta se ha de recurrir a la importación para satisfacerla.

Sea como sea, los datos que ofrece Mercabarna -a tres años- indican que buena parte de las frutas y verduras que se transaccionan en el mercado barcelonés tienen una procedencia nacional -el 72%-, destacando por encima de todo Andalucía y la Comunidad Valenciana, además de la propia Cataluña -donde hay que inscribir los productos del Parc Agrari-. Entre el 28% restante destacan Francia, Holanda y un incipiente Ecuador. En lo que se refiere al pescado, algo más de la mitad -53%- proviene de aguas nacionales, sobre todo de Galicia, la propia Cataluña y la cornisa cantábrica, mientras que el otro 47% tiene procedencias europeas como Francia, Gran Bretaña o Noruega.

El Parc Agrari: polo hortofrutícola

Si Mercabarna es la despensa del área metropolitana, de Cataluña y una de las del mundo, el Parc Agrari del Baix Llobregat es su huerta. En concreto, 3.500 hectáreas de huertos que se extienden paralelos al río hasta la playa, bordeando el aeropuerto. Esta zona supone el 14% de la superficie de huerta de regadío de Cataluña, con unas 500 explotaciones -de las cuales la mitad son profesionales- que dan trabajo a unos 1.200 personas. Son datos que ofrece el Consorci del Parc Agrari, una entidad que vela por su protección. “Tenemos un rol de supervisión”, afirma a El Llobregat Gemma Francès, gerente.

El Consorci lleva a cabo, además, una labor de cuidado de la fauna y la flora, de investigación y “hace de lobby payés cuando toca”, añade Francès. No obstante, el papel del Consorci es rebatido por algunos agricultores, que lo consideran un ente “intervencionista” [ver páginas 12 y 13], en palabras del samboyano Baldiri Ros, presidente del Institut Agrícola Català de Sant Isidre. Francès sale al paso y responde que las normas en el Parc Agrari están escritas en el Plan Especial, que regula las actividades en este área. “Han de cumplir con la normativa y nosotros hemos de hacerla cumplir”, señala Francès, que considera que el posicionamiento del Institut Agrícola Català de Sant Isidre en este sentido es “ideológico”.

Pero es que por otro lado, hay quien desearía que el Consorci tuviera más peso o incluso se convirtiera en una entidad de derecho público con atribuciones más sólidas y determinantes. “Nos gustaría que el Parc Agrari fuera estado”, afirma Solanas, de la Cooperativa Agrària Santboiana. “Tendría que tener más peso en materia urbana, de control de vertidos o de lucha contra los huertos ilegales”, añade Solanas, que da un toque de atención a las administraciones locales para que sean “rápidas y ágiles”, por ejemplo, a la hora de mantener cuidadas las zonas colindantes a las tierras cultivadas para que plagas u otros motivos puedan acabar afectando a las cosechas, en una zona jalonada por vías de comunicación de todo tipo y polígonos industriales. “Si la zona agrícola no se trata como un barrio más, iremos mal”, incide.

Coincide en el fondo de la cuestión Lluís Parés, miembro de la comisión permanente de la Unió de Pagesos del Baix Llobregat, que sostiene que el Parc Agrari “ha de ser una unidad dentro de la comarca”. Reivindica, además, la paternidad del proyecto de Parc Agrari -de la mano de Miquel Doménech- y que es necesario que los políticos “se quiten de la cabeza el tocho” y trabajen para poner en marcha proyectos en esta zona.

De hecho, para avanzar en este aspecto, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) está en proceso de entrar en el Consorci del Parc Agrari para prestar colaboración técnica y económica en los aspectos ambientales de la zona relacionado con sus competencias.

Además, el AMB impulsará la promoción económica de los productos que se cultivan en el Parc Agrari, aprovechando “el potencial” de la red de mercados municipales del territorio, explican desde el AMB. Para Parés, esto supone una “primera piedra” para que el Consorci se convierta en una auténtica entidad de disciplina urbanística.

Potenciar la producción

Según datos ofrecidos por el Consorci, el volumen de producción del Parc Agrari está entre los 50 y 80 millones de euros al año. No obstante, Parés considera que podría rendir mucho más. “La producción del Parc Agrari se podría aumentar el doble si se arreglaran algunas zonas”, asegura Parés, y pone como ejemplo espacios de Gavà. “La redonda formada por Sant Boi, Santa Coloma, una parte de Viladecans y El Prat es la mejor zona, el resto de tierras están degradadas”, señala el representante de Unió de Pagesos, que propone ampliar el Parc Agrari hacia la zona de montaña, entre Torrelles y Cervelló.

La falta de relevo generacional

Parés introduce, aunque de manera tangencial, un tema que amenaza la continuidad del Parc Agrari, como son las tierras abandonadas y la falta de relevo generacional. Una cuestión que preocupa sobre todo a la Cooperativa Agraria Santboiana. Solanas expresa esta inquietud y lamenta la falta de jóvenes en la profesión. Y para muestra un botón: en la cooperativa tan solo cuentan con una persona que podría entrar en la categoría de ‘joven’. De todas formas, considera que un payés “nace, no se hace”.

Baldiri Ros, del Institut Agrícola Català de Sant Isidre, lamenta que “no se le da un futuro a los jóvenes” para que arranquen un proyecto agrícola. Solanas explica que han puesto en marcha un fondo de tierras para que los payeses que se jubilen puedan ceder sus campos a otros jóvenes que quieran recoger el testigo.

Parés quita hierro a la problemática de la falta de relevo generacional y aboga porque se faciliten unas pocas hectáreas a las personas que quieran dedicarse a trabajarlas.

Devaluación de los terrenos

¿Y la especulación? ¿Está en peligro el Parc Agrari por la presión urbanística? Desde la administración sostienen que esta zona está altamente protegida, y es un hecho que los precios de las tierras están bajando vertiginosamente. En este sentido, se están llevando a cabo ventas de grandes terrenos a precios muy bajos. “La tierra está bajando de precio en el Parc Agrari”, constata Parés, algo que, de momento, alejaría el riesgo de especulación sobre esta zona. En Sant Boi, no obstante, el consistorio ha detectado cuatro fincas cercanas a zonas industriales en manos de inmobiliarias.

Sea como sea, de momento la huerta del área metropolitana se enfrenta al desafío de sobrevivir en un contexto de expansión urbana y de pérdida de mano de obra dispuesta a trabajar muchas horas en una tierra no siempre agradecida y en un sector que, a menudo, da una de cal y otra de arena.

Sant Vicenç quiere abrirse al Parc Agrari

Sant Vicenç dels Horts quiere ampliar el Parc Agrari hacia su territorio. En concreto, desea incluir 40 hectáreas de uso agrícola de su término municipal, situados entre la BV-2002 y el barrio del Serral, que no entraron a formar parte del Parc Agrari en su momento porque sobre ellas pesaba el desarrollo de una Área Residencial Estratégica (ARE) que los hubiera transformado en suelo urbano. Fue durante el anterior mandato que el equipo de gobierno de Junts, ICV-EUiA y CiU paralizó dicho proyecto urbanístico.

Para blindar medioambientalmente esta zona, el Ayuntamiento plantea diversas acciones para promover la agricultura y el entorno natural. Por eso, el consistorio vicentino ha hecho una petición formal a la presidenta del Área Metropolitana de Barcelona, Ada Colau, para modificar el Plan Especial del Parc Agrari y añadir estas tierras al mismo. De esta manera, todos los campos que hay hasta llegar a la carretera de Sant Boi quedarían incluidos en esta zona.

En estos momentos, informan fuentes municipales de Sant Vicenç, el AMB está llevando a cabo los estudios urbanísticos pertinentes para delimitar con exactitud los nuevos límites del Parc Agrari en el municipio, teniendo en cuenta las reservas viarias existentes en el plan que contemplan el desdoblamiento de la carretera BV- 2002 de la Diputación, en su tramo desde el puente de la riera de Cervelló hasta los antiguos lavaderos. Esto haría necesaria la aprobación de una modificación del Plan General Metropolitano por parte del Ayuntamiento para definir el punto de contacto entre el Parc Agrari y la BV-2002.

Sant Vicenç también está inmerso en la adecuación de su zona cercana al río para conformar el futuro Parque Fluvial, que se comenzará a ejecutar a finales de este mismo año.

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