La frontera dura entre L'Hospitalet y Cornellà

Tradicionalmente, las zonas de frontera han padecido dejadez, desidia y olvido. Se trata de áreas situadas en los confines, con su propia idiosincrasia y, a menudo, viven de espaldas a la realidad a la que pertenecen -ya sea por voluntad propia o por la de la metrópolis-. Son espacios, también, que generan polémicas entre imperios, estados, etnias o, como en el caso del polígono Famades, municipios. Este núcleo, geográficamente en Cornellà -aunque no lo parezca pertenece al barrio de Almeda- pero mental y urbanísticamente integrado a L'Hospitalet, ha sido en los últimos años objeto de controversias y tensiones vecinales a causa de las condiciones de sus calles y de la seguridad y el incivismo, debido a los incidentes que se han ido produciendo en los últimos años en el entorno de las varias discotecas que se ubican allí. La situación fue especialmente delicada hace unos años, con varias peleas mortales que llevaron a vecinos de L'Hospitalet a denunciar al Ayuntamiento de Cornellà por dar licencias ambientales a tres discotecas de la zona. En el año 2015, el consistorio liderado por Antonio Balmón precintó una de ellas, el Capitolio, por superar el aforo permitido. Delante de este mismo establecimiento falleció un menor de edad el 2012 por heridas de arma blanca tras una pelea. En esos años, si uno pretendía pasar por la avenida Carrilet un viernes o sábado noche, un mosso o guardia urbano te invitaba a cambiar de acera a la altura de Femades, a no ser que fueras vecino y quisieras entrar en casa, para lo que tenías que presentar el DNI. Un problema, el de las peleas en zonas de ocio nocturno de Cornellà, que volvió a estar de actualidad hace un año con la brutal batalla multitudinaria entre miembros de una familia gitana de Ca n'Espinós, en Gavà, y ultras del FC Barcelona ante la discoteca Phant, que dejó varios heridos.

Volviendo a Femades, el incivismo de algunos clientes de sus centros de ocio, haciendo sus necesidades en plena calle o manteniendo acaloradas discusiones a altas horas de la noche bajo las ventanas de los pisos que hay a escasos metros de las discotecas, es una situación con la que los vecinos conviven todavía cada fin de semana. De hecho, si uno pasea por la zona a primera hora de un domingo, botellas, plásticos e incluso preservativos le darán los buenos días.

Operativos de seguridad y limpieza
Pero las molestias no se circunscriben a la zona de Famades, en Cornellà, sino también a la avenida Carrilet y aledaños, en L'Hospitalet, cuyos vecinos sufren los fines de semana el trasiego de personas que recorren los 600 metros que separan las estaciones más cercanas, ubicadas en la Rambla Marina, de las discotecas.

Es por ese motivo que desde hace algunos años los ayuntamientos de L'Hospitalet y Cornellà se han puesto las pilas para evitar, junto con Mossos y en la medida de lo posible, que la cosa se desmadre en Femades. Desde el consistorio hospitalense informan a El Llobregat que sus actuaciones en esta zona han disminuido en los últimos tiempos “por falta de incidencias destacadas”, aunque explican que se mantienen dos operativos de seguridad y limpieza. Los sábados, detallan, se lleva a cabo una limpieza de la zona con mangueras de agua, mientras que los domingos y festivos se barre y se limpia con agua a presión. Por lo que respecta a la seguridad, las mismas fuentes destacan que un vehículo de la Guardia Urbana lleva a cabo un “control dinámico” a la salida de las discotecas y vigila por posibles incidentes. Desde el Ayuntamiento de Cornellà, por su parte, han declinado hacer declaraciones a esta publicación sobre la situación en este núcleo habitado por 1.166 cornellanenses, según datos del Idescat.

Calles maltrechas y coches abandonados
Pese a que la seguridad y el incivismo son los principales problemas que aquejan al polígono Famades, hay otras cuestiones preocupantes como son el estado de algunas calles, con baches y vegetación que se abre paso por las aceras maltrechas, y la suciedad, que sirve de efecto llamada a la proliferación de ratas y cucarachas.

Además, esta zona, sobre todo la parte que da a la avenida Carrilet, se está convirtiendo cada vez más en un chatarrero de coches abandonados. Vehículos que llevan meses aparcados en el mismo lugar, objeto del vandalismo y que pierden elementos a cada semana que pasa: un día un retrovisor, otro día una rueda y lunas y faros rotos, entre otros. Elementos que suponen un peligro para el resto de coches aparcados y para las naves industriales cercanas.

Con todo, habrá que ver si hay interés real en solucionar estas cuestiones para dignificar la frontera entre dos de las ciudades más pobladas del país.