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El botellón

Artículo publicado el 22/3/2006 en ABC

Por X. Pérez Llorca
Botellón, botellón, botellón ..., es el palabro de la semana. Escuchado y leído a todas horas, tengo la sensación de que todo el mundo se ha puesto de acuerdo esta semana para hablarnos del botellón.
Bien, puestos a escuchar, busqué entre las informaciones respuesta a una pregunta sobre quién convocó el botellón. Nada, no encontré la respuesta. ¿Habrá una asociación Botellón? ¿Se regula en congresos periódicos y desconocidos, digamos, como las Exposiciones Universales?... no lo sé. Ni he encontrado a nadie que me lo haya explicado.

Entra dentro de lo posible que mi pregunta sea pura retórica. Por sabida la respuesta o por intrascendente.El caso es que, parece ser, todo el mundo institucional y los medios de comunicación esperaban el día del botellón como si se tratase del primero de mayo; celebración que viene cada año después del 30 de abril. Quizá el día del botellón está a punto de pasar a ser una festividad de las de designación estatal o quizá autonómica. Vete a saber. Lo evidente es que todo el mundo informado en este país parece que estaba al quite.

A pesar de tanto torero en liza, ninguno consiguió evitar que los vecinos del Raval no salieran trasquilados.

Ahora, los comerciantes se quejan de que las compañías de seguros ya han dicho que no se harán cargo de los daños producidos con ocasión de tan singular celebración. Dicen las aseguradoras que son hechos catastróficos; es decir, que pague Rita o la institución que miraba el desfile desde el balcón. Y algo de razón deben de tener.

Las autoridades sabían lo que iba a pasar, ¿cierto? De hecho hasta el concejal Jordi Hereu anunció con anterioridad al evento, cual sería la fuerza pública asignada al acontecimiento. Yo no se si 350 policías eran pocos, mancos o les dieron instrucciones de ir a hacer el Tancredo. Lo que no parece razonable es que haya un número de heridos entre las fuerzas policiales similar al de «botelleros» o que, producidos unos daños previsibles, las instituciones miren hacia otro lado.

Después de lo ocurrido, no es de recibo que el alcalde de Barcelona diga que el Ayuntamiento se personará en los procedimientos penales en curso en calidad de acusación. Está muy bien. Pero el que sabiendo lo que va a pasar, teniendo autoridad suficiente, no evita el daño, ¿tiene algún tipo de responsabilidad hacia los perjudicados? La fiesta la han de pagar los que la convocan, sí. Y en su defecto los que la consienten. No los vecinos que la sufren.

En los debates públicos se abordan los asuntos que conciernen a la seguridad ciudadana con algodones. Muchas veces, prescindiendo de que al final, si no hay actuaciones correctas, se producen daños a la comunidad. Antes de que se produzcan los daños, vale todo. Se edulcoran realidades o a una realidad desagradable le cambiamos el nombre.

Esta semana también he oído hablar de la iniciativa de convertir en asociaciones juveniles a las violentas bandas juveniles latinoamericanas, que desde hace algún tiempo proliferan en el área metropolitana de Barcelona. Dicen que al estar registradas, con sus estatutos y directivas correspondientes, renunciarán a la violencia. ¡Hombre qué buena idea! ¿Cómo no se nos había ocurrido antes?

Mientras leía esta noticia, me parecía increíble que el periodista que la redactó informara de tal ocurrencia sin entrar a valorar si la iniciativa va para Nóbel o para jaimitada. Por último, y en serio, si esta iniciativa prospera sería justo que el promotor de la idea (por ahora tan celebrada), sea el encargado de explicar su teoría a la familia del siguiente acuchillado.
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