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El valor de las palabras

Artículo publicado el 26/5/2006 en ABC

Por X. Pérez Llorca
El terrorismo daña, produce dolor y empobrece, en todos los órdenes, a las sociedades que lo padecen. Por estas, entre otras muchas razones, siempre se ha dicho con acierto, que la política antiterrorista ha de estar por encima de las disputas entre partidos. La política antiterrorista requiere de los dirigentes políticos altura de miras.
Vivimos tiempos de exacerbada tensión política. Casi a diario surge una nueva polémica que aviva la confrontación partidaria. Y entre unos y otros acaban de situar el terrorismo de ETA, lamentablemente, en el centro de su confrontación.

Desde las filas del Partido Popular, Acebes anuncia que no dará soporte al Gobierno para iniciar ningún tipo de negociación con ETA. Posición que no puede extrañar a nadie, ya que llevan meses diciendo más o menos lo mismo: «Al gobierno, ni agua». No me parece encomiable esta posición de los populares. Sería deseable explorar cualquier posibilidad que exista para acabar con el terrorismo y, en eso, creo que Zapatero acierta. Otra cosa es que la posibilidad exista, aunque sea remotamente. Yo, como supongo la inmensa mayoría de españoles, no lo sé. Y sobre lo que veo, recelo.

Se empieza diciendo que está en marcha una iniciativa política de negociación que no implica concesión política ninguna del Estado a los terroristas. Esa afirmación reiterada por doquier, incluso en sede parlamentaria, es una contradicción en sí misma. Toda negociación implica concesión entre los negociadores. Sin concesiones no hay negociaciones. Por lo tanto, quien así se expresa, o tiene un concepto equivocado de la palabra concesión o de la negociación.

El portavoz gubernamental insiste machaconamente en la afirmación de que en el proceso de paz abierto por Zapatero, todas las fuerzas políticas excepto el PP dan soporte al Gobierno. De ahí el aislamiento de Partido Popular. Calla lo obvio. El problema está en que, nos guste o no, el Partido Popular ha representado, representa y probablemente representará, del orden del cuarenta por ciento del cuerpo electoral de España. Es decir, es un partido que no gobierna hoy, pero muy probablemente lo volverá a hacer en un futuro, más próximo o más lejano, pero volverá a gobernar.

Los dirigentes populares se quejan de que el presidente Zapatero haya puesto fecha al inicio de las negociaciones durante un mitin socialista en el País Vasco. Y ciertamente, me parece que algo de razón tienen. Si realmente puede existir un proceso de negociación, si resulta que a lo que asistimos no es a una simple campaña de propaganda, una decisión tan trascendente no la puede anunciar el presidente del Gobierno en un mitin de su partido. Hechos como este son los que dan pie a pensar que pasados los meses, nada de nada, y todo habrá quedado en una exhibición de talante.

Como decía al principio, yo no sé nada, porque nada se nos ha explicado. No conocemos los hechos que sirvan de fundamento para hablar de la existencia de un proceso de negociación para la paz. Hasta la fecha, sólo nos han llegado palabras que inducen a pensar en la existencia de algo que nadie cuenta. Se nos dice que las fuerzas de seguridad del Estado ya han entregado a Zapatero el tercer informe de verificación sobre el proceso de paz. ¿Verificación? ¿Y cuál es el objeto de la verificación? El gobierno Blair desde 1998 recibe informes de verificación sobre Irlanda y el cumplimiento del «Acuerdo del Viernes Santo». Los ingleses pueden verificar algo tangible. Cuando el portavoz del Gobierno español habla de informes de verificación, ¿de qué habla? ¿O lo que se pretende es poner en circulación palabras que por mimetismo sugieran en la población la existencia de algo que aquí no existe?
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