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Tres personas con discapacidad del Baix narran su primera experiencia ante las urnas
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Tres personas con discapacidad del Baix narran su primera experiencia ante las urnas

viernes 06 de diciembre de 2019, 09:00h
Ainara, Sergi y Rubén son 3 jóvenes vecinos que debutaron en las elecciones del 10N. Este año han podido votar por primera vez 100.000 personas con incapacitación judicial.

Nadie debería privar a una persona de sus derechos. Este año, por primera vez, tras la aprobación de la Ley Orgánica 2/2018, de 5 de diciembre, han podido votar muchas personas con discapacidad que hasta ahora no podían por haber sido declaradas incapaces. Ainara tiene 18 años, vive en Torrelles y ha depositado por primera vez sus dos papeletas, la del Congreso y la del Senado, para hacer valer su opinión. La joven asegura que se sintió emocionada por poder ir a votar sin ningún tipo de ley que la excluyera del proceso.

En este proceso, Ainara recuerda que el hecho de tener que depositar dos sobres en diferentes urnas para las elecciones generales “cuesta un montón, con uno ya me serviría a mí”. El padre de Ainara, Ángel, además, presidía una de las mesas electorales de Torrelles donde la joven iba a votar. Un día de elecciones en familia. Pero Ainara no estaba del todo contenta con tener a su padre en el colegio electoral: “Prefiero no tener a mi padre en la mesa electoral”.

Sergi, también de 18 años, y de Viladecans, rememora la jornada electoral del 10 de noviembre con emoción. “Tenía muchos nervios porque no sabía exactamente qué hacer, nunca había votado”, explica el joven, que recalca que “fue muy guay” poder ejercer su derecho al voto por primera vez. Aunque dice que el hecho de tener que introducir dos sobres le “confundió un poco” y pensó que “la iba a liar”. Rubén, de 18 años, de Gavà, también tuvo un dilema similar al de Sergi: “Estaba nervioso, no sabía dónde echar el papel”.

“Una gran conquista”
Para Mònica Platas, técnica de Dincat, la federación que agrupa a unas 300 entidades catalanas que defienden la inclusión de las personas con discapacidad intelectual, la reforma de la Ley de Régimen Electoral “es una gran conquista”. Los apartados del artículo tercero que impedían que unas 100.000 personas no tuvieran voz propia en los procesos electorales ya son historia, una historia para olvidar. “Era una asignatura pendiente en España año tras año”, destaca Platas, que celebra que ahora toda persona declarada incapaz por un juez puede votar sin impedimentos. “Las limitaciones anteriores eran discriminatorias; ahora, ningún juez puede limitar el derecho a sufragio”, remarca.

De hecho, la comisaria europea de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, recordó en julio de 2018 que España no podía privar de votar a las personas con discapacidad intelectual. “Son titulares de todos los derechos humanos, hemos de garantizar las mismas condiciones y oportunidades que tienen el resto de la ciudadanía”, apostilla Platas.

En este sentido, la técnica de Dincat destaca que el objetivo ahora es conseguir que se ejerza ese derecho “con todas las garantías”. Por eso, considera que la administración y los partidos han de concienciarse para facilitar la participación de estos nuevos votantes. Por todo ello, pese a haber conseguido el derecho, ahora es necesario “hacer accesibles los programas y debates electorales”, algo que considera, además, que repercutirá de manera positiva en el resto de ciudadanos.

Respecto a la posibilidad de que haya fraude y manipulación con el voto de estas personas, Platas asegura que “son mínimas” y no más graves que las que se dan actualmente con gente mayor o incluso en el entorno familiar. “Para evitar el fraude de unos pocos se ha limitado el derecho de muchos”, ha resumido la técnica de Dincat.

La decisión del voto
La sociedad, en general, a pesar de aceptar esta nueva apertura igualitaria al voto, sigue viendo con ciertas reticencias que personas con discapacidad puedan votar. Pero, ciertamente, la decisión del voto está condicionada para cualquier individuo. Familia, amigos, medios de comunicación, redes sociales, la ciudad de residencia o la lengua materna hacen equilibrar la balanza hacia un lado u otro. “Yo he votado porque creo que el día de mañana me van a ayudar, para que haya más trabajo”, argumenta Ainara, mientras responde a todo el que le pregunta que el voto es secreto. De hecho, en clase la profesora preguntó a los alumnos a quién habían votado y ella hizo una contra pregunta a la profesora, pero ella “no respondió, aunque sí que quería saber a quién habíamos votado nosotros”. Ainara le espetó: “El voto es secreto, he votado, pero no te voy a decir a quién”. Su padre, Ángel, asegura que ella misma decidió su voto y no quiso decir a nadie de la familia a qué partido había decido apoyar este 10N.

Sergi escogió su voto en base a la educación. “Quiero que hagan más colegios públicos, que no sea solo para gente que pueda acceder a la educación privada”, explica el viladecanense sentenciando que “deben abrirse más” para acabar con la desigualdad y que no haya diferencias entre unos y otros.

Rubén, por su parte, lo vivió como una película de Hollywood: se metió dentro de la cabina para decidir tranquilamente su partido. “Quiero que los partidos consigan que haya más trabajo”. En este aspecto el gavanense recuerda que él no puede escoger formarse en animales marinos, su gran pasión, porque está reservada a la educación ordinaria. Esta forma de encasillar a las personas con diversidad funcional hace que no puedan seguir sus estudios y ejercer el oficio por el que siguen luchando. Esto es, en definitiva, lo que los tres jóvenes votantes de la comarca demandan a los políticos para la próxima legislatura: trabajo y educación igualitarias, sin que las diferentes capacidades sean un muro en sus vidas.

Sufragio universal más de 40 años después
Este 2019 se cumplen 40 años de las primeras elecciones municipales democráticas y 42 de las primeras generales, en 1977. En este periodo muchas personas con discapacidad o diversidad funcional no han podido ejercer su derecho al voto, siendo incapacitadas por jueces, cosa que les impedía, hasta este año, introducir su papeleta en las urnas.

Carme, la madre de Sergi, asegura que “esta ley”, la que ha impedido votar a personas como su hijo, “no tendría que haber existido nunca”, y se pregunta: “¿Por qué tiene que haber una ley que los dejen ir a votar?”. La viladecanense recuerda que es un derecho, aunque “parece que todavía se etiqueta a estas personas”, por mucho que este año hayan podido ejercer las personas con discapacidad su derecho al voto por primera vez en tres elecciones, dos generales y unas municipales. Como siempre, queda trabajo por hacer en este ámbito.

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