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Can Rigalt, una pesadilla para el Barça
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Can Rigalt, una pesadilla para el Barça

Por Peter Crub

jueves 05 de marzo de 2020, 23:51h
Despertar el sueño de Corbacho de un Hospital General afectará a la economía ‘culé’. El club está obligado a financiar al menos 30 millones de la nueva subestación eléctrica.

Can Rigalt sigue siendo una pesadilla para el FC Barcelona, unos terrenos malditos que, paradójicamente, el Ayuntamiento de L’Hospitalet recalificó de equipamiento a uso residencial pero que han acabado convertidos en una inversión ruinosa y en un caudal inagotable de pérdidas y complicaciones financieras. Hoy, quince años después de la operación, el Barça se enfrenta a otra amenaza de graves consecuencias financieras si se consuman los planes de la alcaldesa de L’Hospitalet, Núria Marín, de sacar a Can Rigalt de su letargo y construir el Hospital que la ciudad necesita dentro del planeamiento de desarrollo urbanístico y de servicios previstos en el MGPM.

El club azulgrana no sólo firmó en su día compromisos de urbanización que ahora mismo le supondrían costes que no quiere ni puede asumir, sino que le tocaría sufragar una parte sustancial de la nueva central eléctrica incluida en el futuro Can Rigalt. No existe aún una cifra concreta, pero se estima que al Barça le tocaría pagar no menos de 30 millones de euros.

Laporta-Soriano, tándem letal
Todo el mérito se lo debe club azulgrana a Joan Laporta y Ferran Soriano, presidente y vicepresidente del FC Barcelona, responsables de haber promovido y firmado en 2005 un convenio con el entonces alcalde Celestino Corbacho. Aquel acuerdo fue el origen de todos los males.

La directiva de Laporta, sin rumbo ni criterio económico tras las dimisiones de Sandro Rosell, Josep Maria Bartomeu y Javier Faus, necesitaba generar beneficios con urgencia, antes del 30 de junio de aquel año, con el único objetivo de cubrir con superávit el 15% del presupuesto de gastos y evitar así la obligación de avalar de su bolsillo como exige la ley.

La oportunidad se la brindó Can Rigalt, por aquel entonces envuelto en una macro operación impulsada por el Ayuntamiento de L’Hospitalet y de Endesa, dos de los cuatro principales propietarios de los terrenos de Can Rigalt, para la construcción de un Hospital General y la reconversión de la vetusta central eléctrica en una instalación moderna y eficiente.

Como Endesa sólo necesitaba una séptima parte de la actual superficie y finalmente mejorarían el suministro y servicios de la ciudad, el gobierno municipal se avino a recalificar el resto como suelo residencial, beneficiando al resto de los propietarios, entre ellos del FC Barcelona, primero en este ranking de titulares de las diferentes fincas. La del Barça, de 5,5 hectáreas, la había adquirido el club, bajo la presidencia de Josep Lluís Núñez, por 970.000 euros. Un precio de terreno rústico con la intención primera de recalificarla como equipamiento deportivo de regalo para L’Hospitalet cuando el Barça hubiera terminado la Ciutat Esportiva de Sant Joan Despí.

Proyecto de Celestino Corbacho
El proyecto quedó en barbecho hasta que Celestino Corbacho, en una maniobra que ahora intenta copiar su sucesora Núria Marín, puso en marcha un tentador y ambicioso MPGM. Para financiar la obra, Endesa podía vender casi el ochenta por ciento de su enorme parcela de 2,5 hectáreas a preció de techo. También la extinta CAUFEC de la familia Sanahuja, dueña de 2,1 hectáreas, se encontró con un regalo inesperado.

El convenio dejaba cerrado un precio de compra de la eléctrica a favor de CAUFEC para pagar parte de la reconversión.

Joan Laporta y Ferran Soriano firmaron todo lo que Ayuntamiento les puso por delante, entre otras cosas el compromiso de financiar el 50% del coste de la nueva estación eléctrica una vez descontado el valor compensatorio de los terrenos vendidos por Endesa a favor de la constructora. Ese compromiso sigue hoy vigente y será efectivo si se activa la junta de compensación como quiere L’Hospitalet. El cargo no será inferior a los 30 millones de euros. La impaciencia de Laporta y Soriano fue peligrosamente más allá, pues utilizó el convenio, sujeto a una futura MGPM para vender una parte de los terrenos de Can Rigalt a la promotora La Llave de Oro, una operación que sirvió premeditadamente a un solo propósito: cubrir el aval exigido a la junta de Joan Laporta del 15% del presupuesto de gastos de la temporada 2005-06, que ascendía a 33,15 millones. Había que llegar a un superávit entre las temporadas 2003-04 y 2004-05 superior a 33,15 millones y los 23,9 millones extraordinarios de la venta de parte de los terrenos de Can Rigalt fueron la solución.

Deshacerse del lastre
Con el paso del tiempo, sin embargo, La Llave de Oro se aprovechó de los errores del tándem Laporta – Soriano, que no pusieron fecha efectiva de la entrega de los terrenos, urbanizados, reclamando ese derecho. Finalmente, un laudo obligó al FC Barcelona a revertir la compra por los 35,4 millones ingresados en su día más los 11 millones de intereses con cargo al balance económico del mandato de Josep Maria Bartomeu. Pérdidas a las que se debe añadir el deterioro del valor de ese terreno del 75%.

Es decir que el Barça ha tenido que recomprar por 35,5 millones un terreno que hoy vale poco más de nueve y tiene pendiente lo que le pida Endesa para su nueva planta. El Barça, por supuesto, quiere deshacerse de ese lastre como sea.

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